Diario de Valladolid

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Amanecer a las 4,44 y un pregón a oscuras

El sol saldría de madrugada en junio en Valladolid si nos quedamos con el horario de invierno o si nos alineamos con Canarias /Y el pregón de las fiestas sería al anochecer /La otra opción es esperar hasta las 9,46 en enero para ver el alba

Publicado por
Esther Neila
Valladolid

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La Comisión Europea está decidida a suprimir el cambio de hora aunque habrá que esperar como pronto hasta 2019 o 2020 para que pase a la historia eso de adelantar y retrasar el reloj en octubre y marzo. Para entonces el Gobierno español tendrá que escoger con qué horario se queda, ya que fijar el huso es una competencia estatal. El Ejecutivo de Sánchez ha anunciado la creación de un comité de expertos para evaluar los pros y contras de cada alternativa. Las opciones son tres:quedarnos con el horario de verano, con el de invierno o adoptar el horario de Canarias, que es el que nos corresponde por situación geográfica y el que nos regía hasta 1940 cuando Franco decidió ‘sintonizarse’ con Hitler asumiendo el horario de Berlín.

Esta última opción de volver al trazado de Greenwich es la que representaría un cambio más brusco. Alinearnos con el meridiano cero y con países de nuestra franja como Portugal y Londres fue una propuesta electoral incluida en los programas de PP, PSOEy Ciudadanos, pero ahora que Bruselas ha decidido poner fin al ‘ajuste’ de los relojes dos veces al año supondría una alteración muy notable en los hábitos españoles.

Esta opción conllevaría amaneceres más tempranos de lo que jamás hemos conocido. De abril a septiembre, el sol asomaría por el horizonte antes de las seis de la mañana. El alba más madrugador en Valladolid se registraría a mediados del mes de junio, cuando llegaría a amanecer a las 4,44 horas, según los datos del Instituto Geográfico Nacional del Ministerio de Fomento, cuya página web recopila los horarios de salida y puesta de sol de todos los días del año por provincias españolas. Este escenario supondría, por ejemplo, que los ruteros repartirían con luz los periódicos por los quioscos. O que los minoristas saldrían de Mercaolid alumbrados por el nuevo día.

La opción intermedia es quedarnos durante todo el año con el horario de invierno, es decir, una hora por delante del huso geográfico (GMT +1). En este caso, los ritmos serían los que ahora conocemos de noviembre a marzo, pero de abril a octubre el sol ‘madrugaría’ una hora más, saliendo antes de las siete de la mañana en primavera y verano. El amanecer más temprano sería, en este caso, a las 5,44 a mediados de junio, días antes del solsticio de verano.

El tercer escenario, el que defiende Bruselas, es mantener estable el horario de verano, es decir, vivir durante todo el año dos horas por delante del sol en España (GMT+2). Esta alternativa oscurecería nuestras mañanas invernales, con amaneceres muy postergados. La primera semana de enero, por ejemplo, habría que esperar hasta las 9,46 horas para ver la luz en Valladolid, lo que supondría que los niños entraran de noche al colegio y que los funcionarios y oficinistas ficharan a oscuras a las 8 de la mañana.

La elección de uno u otro horario adelantará o atrasará también las puestas de sol. De noviembre a marzo el ocaso más temprano se registraría a las 18,48 a comienzos de diciembre si nos quedamos con el reloj de verano, se mantendría a las 17,48 con el horario de invierno y se adelantaría a las 16,48 si nos alineamos con Greenwich.

Entretanto, el anochecer más tardío se mantendría al filo de las 22 horas en junio si nos quedamos con el horario de verano, a las 21 horas con el de invierno y a las 20 horas si adoptamos el horario londinense. A efectos prácticos, los cambios afectarían, por ejemplo, al pregón de las fiestas de Valladolid, a comienzos de septiembre, que se celebraría de noche si se mantiene a las 20,30 horas, tanto en el hipotético caso de que se adoptara el horario de invierno como si asumimos el canario.

La decisión de cambiar los relojes dos veces al año fue adoptada en 1970 por el supuesto ahorro energético que conllevaba. Hoy los expertos coinciden en que el impacto económico es «marginal» mientras el «impacto para la salud» se ha demostrado «mayor del que se pensaba, según destaca José Luis Casero, presidente de la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios en España (Arhoe).

En su opinión, la supresión del cambio en los relojes abre «una oportunidad única para redefinir el modelo socioeconómico» español y «repensar» los ritmos laborales y educativos en un país que ya duerme una hora menos que el resto de Europa por culpa de la trasnochadora parrilla televisiva. «Es el momento oportuno para hablar del uso horario, sin hache. Si seguimos saliendo a las 20 horas del trabajo, si el prime time sigue siendo de locos y termina a la 1,30 de la madrugada en la televisión pública, da igual jugar con las manecillas del reloj», sostiene.

Partidario de sincronizar los ritmos cotidianos con la hora solar, Casero defiende que lo más conveniente para España es el «horario de otoño» o, incluso, el de Canarias. «Está acreditado que la productividad está vinculada a la luz y que la oscuridad nos prepara para el proceso biológico de dormir», argumenta.

Considera que sería un error adoptar el horario estival, una opción que despierta simpatías entre muchos españoles porque «se identifica» con el periodo vacacional y con las largas tardes de ocio. «La opinión pública piensa que así se veranizaría el año, pero hay que preguntarse de qué sirve alargar la tarde en invierno y que anochezca a las siete si a esa hora seguimos trabajando». «Hay que organizar el horario laboral y apostar por jornadas intensivas saliendo a las 17 horas del trabajo para poder aprovechar ese rato de luz», ejemplifica.

En cualquier escenario, las horas de luz seguirán siendo las mismas. En torno a nueve en invierno y quince en verano. «Eso no hay quien lo cambie», recuerda Fernando Muñoz, profesor titular de Física de la UVA jubilado. «Hay que acomodarse y ver las implicaciones médicas y sociológicas, adaptar el ambiente social y el trabajo», agrega.

Coincide con Fernando Molinero, catedrático de Análisis Geográfico Regional en la UVA, partidario de adaptar nuestra vida laboral al movimiento del sol. En este sentido, apunta que el horario de invierno es más acorde a nuestra posición. «Levantarnos dos horas antes de que amanezca parece excesivo», sostiene. «Funcionamos con una hora solar, que es GMT, y ya llevamos una hora de adelanto respecto al sol en invierno y dos en verano, apunta Molinero.

Ese desfase es, en realidad, algo mayor en Valladolid. Dado que el meridiano 0 pasa por la Península a la altura de Jaca, cuanto más nos desplazamos hacia el oeste mayor es el adelanto. Es decir, si en ese punto aragonés se vive con una hora de adelanto sobre el tiempo solar en invierno, en Valladolid hablamos de una hora y 20 minutos. De punta a punta en España, el desajuste asciende a casi una hora, que es el tiempo de diferencia entre A Coruña y Palma de Mallorca. A escala, también dentro de nuestra Comunidad podemos ver la diferencia:amanece unos minutos antes en Ponferrada que en Soria. O en la misma provincia:los vecinos de San Pedro de Latarce asisten al alba cada día un poco antes que los de Peñafiel.

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