Diario de Valladolid

Asador Cueva Kaite

Un milagro de San Bernabé

Este pequeño restaurante de cocina rural burgalesa tiene un ticket medio de 30 euros

Ana María y José Antonio, en el interior del comedor del asador Cueva Kaite.

Ana María y José Antonio en el interior del comedor del asador Cueva Kaite.ARGI

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Empieza a ser algo insólito. Me refiero a unas patatas a la riojana, unas buenas lentejas guisadas o alubias con almejas que, después de una pequeña ruta caminado, saben a gloria bendita. Si, además, la parrilla y el asador te permiten probar cabecero, costilla o solomillo de cerdo a la brasa la fusión es perfecta, sin olvidar las raciones de lubina y merluza a la plancha o las albóndigas en salsa de Ana María. Vinos de Rioja y Ribera y la factura difícilmente pasa de 30 euros media.

Parece de Perogrullo, pero, teniendo en cuenta que en Villabáscones de Sotoscueva no hay en este tiempo un lugar para comer, es, además, de un apunte gastronómico, un milagro en los tiempos que corren en este caso de San Bernabé. Este pequeño restaurante de cocina rural burgalesa tiene todo el aire de esos establecimientos ubicados en el campo, rodeados de prados y árboles y cuyo emplazamiento se abre a uno de los entornos más bellos del patrimonio natural burgalés.

El asador que dirige Ana María Gutiérrez y José Antonio Rodríguez desde hace diez años está justo en el paso para dirigirnos a las cuevas de Ojo Guareña, el complejo kárstico más grande de España y de Europa. Kaite es, por tanto, el nombre de una cueva del mágico entramado que horada las entrañas de la Merindad de Sotoscueva. De nuevo, un pequeño restaurante con ese perfil familiar. Ana, José y su hijo Álex garantizan que turistas, espeleólogos, visitantes, estudiosos de la naturaleza e incluso a aquellos que buscan un milagro de San Tirso o de San Bernabé tienen la seguridad de poder comer, almorzar, tomar un café o algo para cenar en el Asador Cueva Kaite.

Un menú diario de 14-15 euros define el perfil de comensal que sale satisfecho habitualmente. El asador hace honor a su nombre y responde con una buena comanda repleta de chuletones, chuletillas de cordero y asados que en los inviernos fríos de las merindades se agradecen mucho. Al margen de que el codillo estofado y los pimientos rellenos de bacalao, junto con los macarrones a la boloñesa - que no están nada mal- forman parte del menú del día, en el que, como toda la vida de Dios, entra todo: el vino, la casera, el agua, el pan y el postre. Ya elegir entre seis primeros y seis segundo como mínimo. Un milagro. De San Bernabé.

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