Diario de Valladolid

IBORRA

De Jijona a la plaza Mayor de Valladolid

Esta saga de turroneros de origen alicantino lleva más de un siglo con las mismas recetas artesanales. Su tienda es parte de la historia viva de Valladolid

Antonio Iborra Cremades representa la cuarta generación de turroneros que han sabido preservar calidad y tradición

Antonio Iborra Cremades representa la cuarta generación de turroneros que han sabido preservar calidad y tradiciónPHOTOGENIC

Publicado por
Henar Martín Puentes

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Todos guardamos a fuego en la memoria aquellas navidades de la infancia; recuerdos que vienen a la mente y que tienen olor a mazapán o sabor a algún plato especial que guisara nuestra abuela en esos días. Y es que hay sabores y olores que no se olvidan, que nos llevan a la memoria sensorial del tiempo. Y si preguntamos a muchos vallisoletanos a qué les recuerda su navidad probablemente responderán que a los turrones, las peladillas o las glorias que desde hace más de un siglo elabora Iborra, una familia de turroneros que lleva cuatro generaciones elaborando este dulce típico que bien podría calificarse como el mejor turrón del mundo.

DE ANTONIO IBORRA A HOY

Aunque muchos lo consideran parte del patrimonio de la ciudad del Pisuerga lo cierto es que las raíces de esta empresa centenaria se remontan a Jijona. Casi de manera inconsciente la ciudad alicantina y la castellana han estado casi hermanadas a través de esta historia que forma parte de la historia de Valladolid. Fue Antonio Iborra García (Jijona, 1872) el que en 1900 comenzó a traer esta especie de ilusión comestible a los hogares vallisoletanos junto a unos tíos maternos a los que acompañaba a vender estos dulces artesanales. Imaginarse a un chaval hacer las maletas por aquel entonces desde la ciudad alicantina y recorrer tantos kilómetros parece toda una proeza. Una aventura que realizaban cuando se aproximaban las fechas navideñas y los Iborra emprendían un viaje en tren de más de dos jornadas en dirección a la ciudad castellana, donde cada año sus tentadores dulces gozaban cada vez de más éxito. Cinco años más tarde, ya casado con Isabel Planelles Candela, se independizó, primero en un puesto en lo que entonces se denominaba Acera de San Francisco, lo que hoy conocemos como calle Ferrari, en un mercadillo navideño que se instauraba desde finales de noviembre hasta el mismo día de Navidad. Su puesto era uno de los más solicitados por la clientela, que cada año iba creciendo.

Con el negocio ya consolidado fue pasando por distintos locales comerciales que alquilaba durante la campaña navideña. “Buscaba comercios de la ciudad donde alquilaba un espacio de almacén y mostrador donde vender sus productos”, rememora. La administración de Lotería del Sr. Corporales, la zapatería de Félix Arévalo, La Alfombrera, Fotografía Cacho, Calzados El siglo XXI, Sombrerería Ruano, Las Madrileñas, El Ramillete Europeo, La Rosario o Calzados El Cañón fueron algunos de ellos. Los periódicos de la época daban cuenta de su presencia en aquella España en blanco y negro. Desde entonces esta casa centenaria es parte del patrimonio de la ciudad del Pisuerga. “Las ventas fuertes empiezan a partir del 8 de diciembre y desde esa fecha es una locura. Se concentran estos días un tercio de las ventas totales”, comenta Antonio Iborra Cremades desde la trastienda del establecimiento situado en el número 2 de la calle Lencería (antiguamente número 10), junto a los soportales de la plaza mayor, desde donde llevan atendiendo desde 1958. Estos días es imposible pasar por la tienda a comprar sin escaparse de la larga cola que se amontona a las puertas. “Ponme el de toda la vida”, dice una mujer. La gran mayoría son clientes de siempre, desde que eran niños y acompañaban a sus padres y sus abuelos a comprar dulces. Hoy mantienen la Navidad con la bandeja de Iborra en la mesa y con las mismas recetas. Un producto con la misma base en su receta –azúcar, miel y almendra– que tiene siglos de historia. “Los productos estrella son los clásicos. El turrón duro y el blando, popularmente conocidos como Jijona (blando) y el Alicante (duro), esos son los que más se venden con gran diferencia. También gustan el de yema tostada y el chocolate”, asevera el biznieto del fundador de la turronería y heladería vallisoletana. Y es que el turrón más que un producto en sí es un dulce que te conecta con vivencias. “Cuando eres niño no gusta tanto pero que sin embargo cuando eres adulto te engancha”, comenta. El cariño que profesan los vallisoletanos a los productos Iborra traspasa a lo sentimental. Antonio recuerda uno de los momentos más bonitos que ha vivido en el negocio. “Yo tenía 20 años y tuve que llevar un pedido a la Acera de Recoletos. Al llegar me pidieron que pasara a saludar a la señora de la casa, yo estaba inquieto y al hacerlo me dice. Encantado de saludarte. Yo he conocido a tu padre, tu abuelo y a tu bisabuelo. Fue un momento muy bonito, muy especial. Me emociona mucho”, sostiene.

El abanico a lo largo de este tiempo fue creciendo de la mano de la segunda generación –Manuel Iborra Planelles– que en 1959, al año siguiente de instalarse en la calle Lencería amplió la oferta con helados, horchata y granizados, y más tarde con la tercera generación que han ido abarcando otros productos. En la actualidad el surtido anbarca desde los más clasicos –como peladillas, almendras rellenas, polvorones, mazapanes, pasteles de gloria o de yema, pan de Cádiz y frutas escarchadas– llegando a las tiras de naranja confitada y chocolate negro, nueces de Macadamia con chocolate blanco al cacao, frambuesas con cobertura de chocolate blanco o las fresas secas bañadas con chocolate blanco y espolvoreadas con cacao.

La empresa ha continuado con el mismo saber hacer, preservando el legado de Manuel Iborral los hijos, nietos y ahora biznietos en la fábrica artesana que abrieron en 1970 en Jijona. “En octubre empezamos a fabricar. Mi hermano y mi sobrino se marchan y empiezan la campaña a tope”. El equipo de seis personas no da abasto estos días para abastecer la demanda. Los proveedores son todos de confianza de la zona de Levante. “Mi padre era de Jijona. La almendra nos la trae Pepe, amigo de toda la vida, siempre nos ha abastecido. Ha sido siempre gente del pueblo de Jijona”, asevera.

A ello se suma un obrador de helados que la actual generación inauguró en Valladolid en 1999 manteniendo el mismo cariño y cuidado en la elaboración de helados desde el origen. La instalación está adaptada a la más exigente normativa sanitaria europea para poder ofrecer helados de la máxima calidad con sabores clásicos como turrón, vainilla, chocolate, limón, coco, fresa o nata.

VENTAS ONLINE

Manuel Iborra ha adaptado su negocio a los tiempos modernos ofreciendo una tienda online, permitiendo que sus productos artesanales lleguen a domicilios de toda España. Esta iniciativa facilita que, desde cualquier lugar, se pueda disfrutar de sus turrones y dulces navideños, especialmente en estas fechas tan señaladas. Las ventas online han experimentado un crecimiento importante desde la pandemia y hoy representa una parte importante de la facturación. “Muchos son vallisoletanos que viven fuera de la ciudad y que han hecho sus vidas en Madrid o en grandes urbes y que ahora quieren un trocito de Manuel Iborra en sus casas. Incluso se da la circunstancia de que algunos clientes pasan por aquí en verano, compran turrón y vuelven a repetir enNavidad”. La dedicación de la familia Iborra por mantener viva la tradición turronera y su compromiso con la calidad hacen de sus productos una experiencia única que combina historia, sabor y artesanía.

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