Diario de Valladolid

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El servicio que ayuda desde la inocencia a vivir

El Clínico cuenta con neurocirugía pediátrica, una especialidad centrada en tumores cerebrales, deformidades e hidrocefalias.

Carlos Alberto Rodríguez Arias, jefe de Neurocirugía, en el centro, con su equipo de quirófano.-PHOTOGENIC

Carlos Alberto Rodríguez Arias, jefe de Neurocirugía, en el centro, con su equipo de quirófano.-PHOTOGENIC

Publicado por
Estibaliz Lera

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Es un grupo que debe funcionar con la precisión de una orquesta sinfónica pero sin jerarquía. Para según qué procesos, el primer diagnóstico puede ser vital. La clave está en la colaboración. El cáncer aún sigue siendo una palabra innombrable. Mucho ha cambiado la visión de la sociedad y no todos los tumores malignos son una calle sin salida. Las perspectivas de vida dependen del tipo y del estadio en el que se encuentre. Una enfermedad que pone la piel de gallina y destroza por dentro y por fuera. Para combatirla se usa toda la artillería. La sinfonía empieza a sonar y, en ocasiones, se termina con un resultado satisfactorio. No sé sabe si ha sido la quimio, la radio o la operación , sin embargo, el rosario de bichitos ha desaparecido. Una experiencia extrema en la que se juegan la vida mientras se enfrentan a lo que son.

Una noticia de este tipo hace que las personas cambien el chip y empiecen a controlar qué comen y beben, qué priorizan y a qué quieren dedicar su tiempo libre. Cuando tienen una edad, las alarmas que saltan con esta dolencia son muchas. Conscientes de todas ellas, los enfermos intentan recomponer un rompecabezas con piezas aún sin encontrar. La cuestión más delicada llega en el momento en el que el cáncer entra sin llamar a la puerta en la infancia. Una información que ninguna familia espera recibir. La inocencia de los más pequeños pasa a un segundo plano. Hay que luchar y explicar a alguien que no sabe de qué va la vida que hay que aferrarse a ella con uñas y dientes para soplar muchas velas hasta la jubilación y más allá.

Un viaje hacia la supervivencia en la que juegan un papel clave los neurocirujanos pediátricos. Profesionales que se encargan del estudio, diagnóstico y tratamiento quirúrgico de las afecciones relacionadas con el sistema nervioso central y periférico, así como de todas las estructuras relacionadas con él hasta los 14 años. Por sus manos pasan casos de tumores cerebrales, deformidades craneales e hidrocefalias –acumulación de líquido cefalorraquídeo que requiere su evacuación mediante la colocación de una válvula–.

El Hospital Clínico Universitario de Valladolid ha hecho una apuesta para ofrecer «de forma integral» un tratamiento neuroquirúrgico a la población de Castilla y León. Aunque la Comunidad cuenta con cinco servicios ya que todo neurocirujano con el título de especialista puede dedicarse a esta especialidad, el centro vallisoletano se caracteriza por disponer de «una infraestructura adecuada» para responder a todas las necesidades. «El desarrollo de una unidad de oncohematología pediátrica pionera y con gran experiencia en la Comunidad confirmó la necesidad del apoyo quirúrgico», expone Carlos Alberto Rodríguez Arias, jefe de servicio de Neurocirugía del complejo vallisoletano, quien comenta que a partir de esa situación el hospital se fue dotando de los profesionales necesarios para poder dar esta atención.

Cirugía pediátrica y anestesistas pediátricos fueron configurando la plantilla, que se completó con una UCI infantil, garantizando el tratamiento quirúrgico. «Con estas infraestructuras y el apoyo de otras especialidades como neurorradiología, neuropediatría, entre otras, nos planteamos asumir la neurocirugía pediátrica como unidad y no como tratamiento aislado según las necesidades que fueran viniendo», asegura. Por ello, cuentan con un quirófano dotado de los aparatos que tienen las unidades punteras. Uno de ellos es un microscopio quirúrgico que permite hacer intervenciones más precisas porque ofrece la posibilidad de aumentar las lesiones y su alrededor respetando la parte sana.

Otro de los aliados de estos profesionales es un neuronavegador de última generación. Rodríguez Arias explica que se trata de un sistema para realizar un marcado de la cabeza de los pacientes. Estos datos se transmiten mediante rayos infrarrojos a una plataforma informática donde se encuentran las imágenes radiológicas de los enfermos y se integra todo de manera que tras colocar la sonda en algún punto de la cabeza de la persona a tratar aparece una imagen en el ordenador indicando al médico donde se encuentra exactamente. En su opinión, este procedimiento es «muy útil» para todo tipo de lesiones, ya que posee, además, un sistema de marcado electromagnético muy interesante para los más pequeños. «Puede coordinarse con el microscopio, lo que permite navegar a la vez que lo usamos», subraya.

La última adquisición del servicio es un neuroendoscopio infantil, un recurso «imprescindible» para algunas terapias, puesto que «ilumina» una cámara lo que ayuda a ver las estructuras al final del tubo. «Con esta tecnología podemos dar soporte a todas las patologías neuroquirúrgicas de la edad pediátrica», sostiene para, más tarde, señalar que aunque no es una técnica pionera, es menos traumática para el paciente. A su empuje y saber hacer se une que están en contacto con otros departamentos de España para valorar todo lo que se va utilizando con el fin de incorporarlo si lo ven preciso y adecuado para la población castellana y leonesa.

La unidad nació en abril de 2017, un momento «muy gratificante» por varios motivos. En primer lugar, manifiesta, por el apoyo recibido por la dirección del hospital y los servicios implicados. En segundo y más importante, por los familiares de los usuarios, habitualmente los padres, porque hasta el momento eran derivados a hospitales de la Comunidad de Madrid «con la incomodidad y el gasto» que supone en cada caso y que veían que a partir de ese momento, dentro de la mayor o menor gravedad del proceso, su calidad de vida mejoraba. «Eso fue, sin duda, lo que nos transmitió más ánimo para seguir adelante», recuerda muy emocionado. Sin disponer todavía de cifras oficiales, predice que habrán efectuado unas 200 consultas desde la inauguración de neurocirugía pediátrica. La mayor población proviene de su área de asistencia, si bien ya están empezando a llegar pacientes de otras zonas de Castilla y León.

Al pie del cañón están dos neurocirujanas que han tenido una formación específica que atienden consulta, planta y quirófano. Un dúo al que se suman todos los integrantes del servicio de Neurocirugía del Clínico de Valladolid. Todos luchan para sacar adelante un proyecto en el que confían y del que están muy orgullosos. Cada niño es un mundo y los problemas que tratan no son fáciles de llevar. Por esta razón, cada victoria es un éxito grupal. Las historias que más han marcado a esta plantilla son los tumores cerebrales que desgraciadamente en los más pequeños suelen afectar al tronco del encéfalo con mayor frecuencia que en los adultos y la solución es «complicada». Aun así no desfallecen en ningún momento e intentan en equipo buscar soluciones. En este tratamiento integral conjunto también se recogen las opiniones de los especialistas de oncohematología pediátrica y radioterapia infantil.

Su día a día es muy parecido al del resto de cirujanos que bisturí en mano o conocimiento en proceso intentan llevar a buen puerto todos los casos. La particularidad de esta especialidad, reconoce Carlos Alberto Rodríguez Arias, es que el paciente salvo que tenga uso de razón participa «poco» en el proceso, se trata todo con los padres. «Es evidente que esta circunstancia da una visión distinta al trato con adultos», apostilla.

La unidad ya está consolidada y desde el punto de vista asistencial están trabajando para poder atender a toda la población infantil, desde el nacimiento hasta los 14 años, que necesitan una valoración neuroquirúrgica en Castilla y León. Desde el punto de vista de la patología, detalla que están trabajando con otros servicios para profundizar y seguir al día en el tratamiento de estas enfermedades.

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