El Real Valladolid, a dos triunfos de Primera
Los blanquivioleta empatan ante el Alcorcón en un partido con muchas lagunas defensivas y siguen dependiendo de sí mismos para ascender / Gran encuentro de Moro y golazo de Negredo / Masip deja su récord de imbatibilidad en 731 minutos
El Real Valladolid sigue vivo en su lucha por el ascenso directo. Empató en Alcorcón, ya no es líder, pero aún depende de sí mismo para certificar el retorno a la élite pese las victorias de Leganés y Éibar, ambas por la mínima.
El partido no fue bueno pero se salvaron los muebles. El Pucela perdió su reciente solidez defensiva para conceder al rival que menos goles lleva de la categoría cinco tiros a puerta y otros ocho fuera. Demasiados para aspirar a la victoria.
A cambio, surgió Negredo. El delantero apenas hizo nada en el partido, se movió con parsimonia, perdió balones... pero cazó uno a media vuelta y en escorzo que fue a la red para dar un gol y un punto que pueden ser vitales para el objetivo de su equipo.
El remate, por su plasticidad, recordó al Negredo de sus mejores momentos y, como si fuese el canto del cisne, pidió inmediatamente el cambio por lesión. Pareció su primera y ¿última? contribución al Real Valladolid. El justificante impreso en imágenes de por qué se le había fichado.
Los de Pezzolano no salieron a especular, ni mucho menos. Encerraron al Alcorcón y ya se vio desde el principio a un Moro descomunal que acabaría su mejor partido desde que fichó con la misma fuerza con que lo comenzó. Enterradas quedaron las palabras del míster de que había que administrarle minutos para no cargárselo. El extremo no apagó el turbo en todo el partido.
Cuando más dominaban los blanquivioleta, llegó el gol local. Ya se acusaban ciertos desajustes defensivos por falta de ayudas de la medular, con Meseguer y Oliveira mal, especialmente el brasileño. Addai le puso un balón en la frontal a Vico, que tiró. Jacobo, en la trayectoria del balón, abrió las piernas para dejarlo pasar, lo que despistó a Masip. El balón pegó en la base del poste y entró.
El meta puso así fin a su racha de imbatibilidad, que llega a los 731 minutos.
El gol no encorajinó al Pucela, sino que lo atontó. Hacía tanto que no encajaba, que no supo gestionar la desventaja. Los madrileños empezaron a gustarse y llegaron más. Quintillá casi marca gol olímpico. Masip lo evitó. Vico, de nuevo y Addai pusieron a prueba al meta, que respondió bien. Los visitantes sólo inquietaron con un disparo de Moro fuera y otro de Monchu con bote desde más allá del área.
La segunda mitad comenzó sin cambios, aunque Oliveira, con una amarilla, lo pedía a gritos. El Pucela siguió cachazudo en estos compases iniciales. Un obús de Jacobo fue de nuevo neutralizado por Masip, que hizo un paradón tras una excelente volea de Víctor.
El 2-0 estaba más cerca que el empate, como al inicio parecía más próximo el 0-1que el 1-0, pero el fútbol es un duende burlón. Moro, en su enésimo centro, puso un balón a Meseguer en el segundo palo, éste lo cabeceó a Negredo, que defendió la posición, se giró y ejecutó la semichilena del empate. Como Aguirre cuando marcó al Betis el gol de la salvación en el Villamarín, puede ser el tanto con el que rubrique con letras de oro su breve historia blanquivioleta.
El 1-1 dio alas al Pucela, que no se conformó con la igualada. Biuk comenzó a asociarse con Moro ante un Alcorcón grogui. El croata falló tres ocasiones de gol pero al menos estuvo donde tenía que estar. Y Moro, en colaboración con un defensa al que rebotó el balón, envió un tiro a la cruceta.
Masip neutralizó un tiro a bocajarro de Sanca y el encuentro finalizó con un empate que da vida al Pucela y casi sentencia al Alcorcón. Fue el día de Moro, inmenso, pero ojalá que se recuerde este partido por el gol de Negredo que abrió el ascenso. Su canto del cisne en blanco y violeta.