Rosana Largo conecta en Valladolid a los clásicos del arte y el cuento a través de la moda
La vallisoletana evoca en ‘El vestidor de los cuentos’ a Picasso, Velázquez y Kahlo junto a Pinocho, Blancanieves y el Patito Feo

Carvajal y Largo, hoy, en Francesas
Después de convertirse, hace dos años, en la primera pregonera de la Navidad en la ciudad, la vallisoletana Rosana Largo inauguró esta mañana en la sala municipal de exposiciones de Las Francesas El vestidor de los cuentos, una muestra con la que el Ayuntamiento, según explicó la concejala de Cultura Irene Carvajal, quiere seguir reconociendo el talento de la creadora, directora del Museo de los Cuentos y la Ciencia de Paredes de Nava.
El vestidor de los cuentos hila un relato, en más de una docena de rincones, en el que se dan cita Velázquez, Picasso, Leonardo da Vinci o Van Gogh junto a Pinocho, El principito, Blancanieves o El patito feo. La historia de la pintura, la moda y los clásicos cuentos infantiles unidos en los pinceles de Rosana Largo. Unos vínculos imaginados por la diseñadora –en la sala municipal hay una muestra de sus vestidos cuadro– y pintora con el propósito, apuntó Carvajal, de «introducir a los más pequeños en el arte pictórico».
En Las Francesas, por ejemplo, Largo recrea un rincón del Guernica de Picasso en una escenografía en la que conecta la imagen de un pequeño que cubre su rostro en mitad del horror del cuadro con un muñeco de Pinocho. «Tira de los últimos hilos coloridos de la infancia, aferrándose a su inocencia mientras el mundo se derrumba a su alrededor. Este niño, al igual que Pinocho, sueña con ser un niño de verdad», apunta la creadora.
No muy lejos, la vallisoletana dedica otro rincón a Frida Kahlo, una artista que compara con el Patito Feo, puesto que «convirtió su diferencia en su mayor fortaleza». «Al igual que en el cuento de Andersen, Frida Kahlo nos enseña que la diferencia no es un defecto, sino un rasgo que nos hace únicos», defiende Rosana Largo en El vestidor de los cuentos. Por su parte, en Las meninas de Velázquez, como ocurre en Blancanieves, un espejo acaba por establecer «una jerarquía invisible pero definitiva».
Poniendo de ejemplo el cuento de Caperucita roja –nadie recuerda que su verdadero nombre es Marianela, dijo la artista–, la vallisoletana quiso reivindicar en la inauguración el impacto de la moda, palpable también en la literatura por su capacidad para definir roles, personalidades o destinos.
El vestidor de los cuentos permanecerá hasta el 4 de mayo en la sala.