María San Miguel busca la catarsis liberando en Valladolid el dolor que nos atraviesa
La actriz, dramaturga y directora vallisoletana estrena en el MeetYou ‘The big crunch’, producción apoyada por el Calderón que nace de la muerte del padre y de una traición

Una imagen promocional de 'The big crunch'
El próximo miércoles 5 de marzo, en El Desván, el Teatro Calderón acogerá (18.00 y 20.30 horas) el estreno del nuevo espectáculo de la directora, dramaturga y actriz vallisoletana María San Miguel y de su compañía Proyecto 43-2: The big crunch. Apuntes para un proceso de (re)escritura. Una propuesta con la que el coliseo vallisoletano abre la programación artística del festival de artes escénicas MeetYou, con la que la responsable de la trilogía Rescoldos de paz y violencia se acerca por primera vez al lenguaje de la performance.
Esta ‘gran crisis’ o este ‘gran crujido’, advierte San Miguel en declaraciones a este diario, nació en un momento de dolor, en un tiempo de crisis vital y profesional, con las heridas recientes por la pérdida del padre y por una traición profesional que provocó en la creadora una profunda reflexión sobre el mundo de la cultura. «Ya en la pandemia empecé a pensar en que, incluso estando todo parado, tenemos que producir sin parar. Da igual lo que ocurra en tu vida; da igual que pierdas a un padre, que a los tres días tienes que volver a trabajar. Somos máquinas», reflexiona la actriz, que ya en noviembre de 2020 estrenó en la sala Mirador de Madrid I’m a survivor, sobre la muerte de su progenitor.
Este The big crunch, a su manera, prolonga y amplía los ecos que aquel montaje dejó en el aire, con nuevas reverberaciones, con nuevos matices. «Es una pieza atravesada por el género. El hecho de ser mujer nos hace que desde pequeñas, como nos pasa a todas, nos hayamos sentido como un objeto, cosificadas, no tomadas en serio. Esta pieza quiere abordar eso con un texto que habla sobre todo del dolor y de lo que pasa cuando se juntan muchas pérdidas que te sitúan en un abismo, un abismo que se acentúa por el sistema en el que vivimos», advierte San Miguel, que ha vuelto a contar con el compositor Juan Alberto Martínez (Niños Mutantes) para crear el espacio sonoro del espectáculo.
Su gestación, sin embargo, no fue fácil, ni corta... ni esperada. La editorial La Uña Rota le había propuesto a la dramaturga publicar un texto que profundizara en las inquietudes que alumbraron aquel espectáculo representado junto a su madre. Bloqueada por la traición, con dudas sobre el sentido de su oficio, María San Miguel no conseguía arrancar...

María San Miguel en 'The big crunch'
La vallisoletana recibió en 2022 una de las becas de creación del programa europeo CreArt para desarrollar un proyecto en Galerías VA. Tenía que ponerse a escribir. Una velada con los editores Carlos Rod (La Uña Rota) y Fabio de la Flor (Editorial Delirio) y la visión de una antigua cámara frigorífica y de un expositor de lo que fue una carnicería del centro comercial encendieron la chispa.
«Im a survivor fue escrita en los primeros seis meses de la muerte de mi padre. Los duelos se multiplicaron después. En ese tiempo de crisis y de gran cansancio encontré otras cosas que contar, buscando nombrar lo que no se nombra, buscando generar un relato propio de las mujeres. Quise contar todo eso que me pasaba y que solo ahora, cinco años después de perder a mi padre, casi acaba de terminar, cuando empiezo a recuperar la alegría y las ganas de contar historias como la de Federico», admite una María San Miguel que el pasado mes de mayo estrenaba Federico. No hay olvido, ni sueño: carne viva, y que aún se emociona recordando a su padre, «motor» y «protagonista» de dos montajes que nunca podrá ver. «Me da pena que no pueda ver que salimos adelante echándole mucho de menos, generando algo hermoso del dolor», concede la actriz.
The big crunch, por lo tanto, no formaba parte de los planes de la intérprete, que solo quería escribir ese libro para La Uña Rota.
El site-specific que desarrolló para Galerías VA, a finales de aquel 2022, lo pudo exhibir el año pasado en unas jornadas sobre teatro y feminismo celebradas en la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid y en el Festival Borstnikovo Screcanje de Maribor, Eslovenia. Aquella experiencia despertó en ella el deseo de seguir interpretando la pieza, más desarrollada, para lo que acabó contando con la complicidad del Teatro Calderón, que le brindó una residencia artística.
En El Desván, abriendo la séptima edición del MeetYou, María San Miguel dejará atrás aquella cámara frigorífica para introducirse en una caja como las que se utilizan para transportar esculturas. Con la ayuda del escenógrafo Eugenio Merino y de la realizadora de cine Patricia Delso Lucas, que ha diseñado la iluminación, se mostrará despojada de casi todo, vestida por la oscuridad y por la luz que envolverá la caja. Pero su desnudez va más allá del grito de una mujer que se siente cosificada, como un simple pedazo de carne. Es, también, una forma de simbolizar el renacer.
Así, ‘sujeta’ a ese reducido espacio con el que evocar la angustia que cualquiera puede sentir en su cotidianidad, simples piezas en el engranaje de la maquinaria capitalista, María San Miguel levantará su historia, desde la palabra, desde lo físico, componiendo a distintas velocidades una suerte de coreografía en la que «cada gesto importa», dibujando con el cuerpo –María San Miguel cita como referentes, entre otros, la pintura barroca, la imaginería castellana–.
«Es una puesta en escena austera, que focaliza la atención. Vivimos en un mundo lleno de imágenes, de estímulos, así que también es una apuesta por parar el tiempo y concentrar los sentidos en una pieza que no solo entra por los ojos», defiende la fundadora y responsable de Proyecto 43-2, con considera su último montaje como su «trabajo más diferente».
The big crunch. Apuntes para un proceso de (re)escritura es ya una pieza cerrada, un ejercicio de catarsis llamado a «generar emociones».
La dramaturga y directora de escena presume de que los espectáculos de su compañía suelen generar más preguntas que respuestas. Sin embargo, la pieza ya le ha dejado a la vallisoletana algunas conclusiones. «Los artistas necesitamos espacios para investigar y apoyo económico. Gracias a la residencia artística en el Calderón ha sido un proceso creativo muy libre, y eso ha hecho que la pieza vuele. También me he dado cuenta de que el dolor es transversal, como la frustración. Estamos más cerca de cualquier persona de lo que pensamos, porque somos seres humanos a los que nos duelen las mismas cosas: las pérdidas, las traiciones, las rupturas, el estar perdidos... También nos sacan adelante las mismas cosas», defiende la responsable de títulos como La mirada del otro, Viaje al fin de la noche o Y llegar hasta la luna.