Diario de Valladolid

«Un solo donante puede salvar muchas vidas»

Han pasado 16 años desde que a Raquel le trasplantaron el corazón / «El médico dijo que a mí, con 31 años, no me podían dejar morir»

Raquel, que tiene un corazón trasplantado, junto a su marido Ángel y sus hijos Alberto y Ainhoa.-EL MUNDO

Raquel, que tiene un corazón trasplantado, junto a su marido Ángel y sus hijos Alberto y Ainhoa.-EL MUNDO

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Alba Camazón

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Raquel tenía 31 años cuando sufrió un infarto shock cardiogénico fulminante. «Iba a ver a unos tíos a Laguna de Duero y de repente me sentí mareada, me dolía el pecho… Fuimos al centro de salud de Laguna y poco después perdí el contacto con la realidad», explica. Tras varios días intubada e inconsciente, despierta en el Hospital Clínico de Valladolid.

Su corazón había fallado y recibió otro sano. Un corazón que le salvó la vida. «Era un código 0. El primer corazón compatible era para mí, independientemente de la lista de espera», recuerda Raquel, a quien han relatado cómo sus familiares y todos los profesionales de ‘la Séptima Sur’ estuvieron en vilo durante días.

En algún punto del país, un familiar firmó un documento. Y con esa rúbrica (y la labor de los sanitarios) salvaron, por lo menos, una vida: la de Raquel. «Una persona fallecida donante puede salvar muchas vidas. Puede donar el corazón los riñones, el hígado… eso son muchas vidas», reflexiona la vallisoletana.

Ese corazón nuevo no solo le regaló una nueva vida, si no que también cambió su forma de ver el mundo. «Aprendes a vivir el día a día y sin hacer planes de futuro», señala esta vallisoletana. «Desde entonces estoy viviendo la vida y disfrutando de mis hijos y de todo», agrega.

Raquel tiene una vida nueva por la decisión de un donante y de su familia, que lo autorizó, a quienes está muy agradecida. También agradece su trabajo a todo el equipo médico, especialmente a su cardiólogo, Luis de la Fuente: «Él dijo que a mí no me podían dejar morir y que había que hacer lo posible por mantenerme con vida hasta que llegara un corazón». «Es impresionante la labor que hacen estos médicos y enfermeros, la cantidad de estudios, de premios, de investigaciones… No están pagados ni valorados lo suficiente», critica Raquel, que ve en la planta séptima del Hospital Clínico su «segunda casa».

Raquel todavía recuerda que el 1 de julio de 2003 volvió a nacer. «Estuve enganchada a una máquina del 26 de junio al 1 de julio. Ahora es otra fiesta que celebro con mi marido y mis hijos. Es otro cumpleaños», explica. Pocos días después de despertar, su marido y su cardiólogo hablaban sobre cómo contarle a Raquel la gravedad de su ataque, porque ni siquiera sabía que había tenido un trasplante. «Hubo una intentona, pero no consiguieron decírmelo. Cuando me contaron todo lo que había pasado, recuerdo que dije: ‘jo, qué fuerte’», confiesa.

Estuvo un mes en planta, tuvo que aprender a andar de nuevo y tuvo un par de rechazos que se solventaron. Pero Raquel está ahí: «Tengo que tomar medicación ya para toda la vida, y seguir un estilo de vida saludable... pero estoy viva y viviendo la vida, que es lo más importante», asegura.

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