Diario de Valladolid

Una ‘campa’ de batalla con 13.000 comuneros

Las malas previsiones meteorológicas marcan la fiesta de la Comunidad, que reduce un 20% la afluencia

Una de las actuaciones programadas en la campa de Villalar con el numeroso público que se congregó pese al mal tiempo.-J. M. LOSTAU

Una de las actuaciones programadas en la campa de Villalar con el numeroso público que se congregó pese al mal tiempo.-J. M. LOSTAU

Publicado por
Santiago G. del Campo
Valladolid

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Las malas previsiones meteorológicas mermaron ayer la afluencia de público a Villalar de los Comuneros, en la fiesta del día de Castilla y León. El número de visitantes se redujo un 20% respecto al año anterior, desde los más de 16.000 visitantes de 2018 a los 13.000 que registró la Subdelegación del Gobierno a la una de la tarde, hora con mayor concentración de asistentes. En ese momento había 4.000 coches y 23 autobuses en la localidad vallisoletana.

Los primeros en dar la bienvenida a la jornada fueron los dos centenares largos de acampados que pasaron la noche en los alrededores de la campa, en medio centenar de tiendas de campaña y una veintena de autocaravanas. El día amaneció frío, con amenaza de lluvia, pero a media mañana salió el sol y por la tarde, aunque con nubes, el cielo dio tregua y posibilitó los actos programados en la agenda.

A partir de las once de la mañana ya eran miles los visitantes que se desplazaban desde la campa al Monolito, pasando por el mercadillo y las atracciones instaladas en el lugar. A medio camino, la multitud iba haciendo parada en la iglesia desacralizada –convertida en Casa de Cultura–, que exhibió una exposición de figuras de plastilina y resina.

Con el nombre Castilla y León, camino al futuro, la muestra, organizada por la Fundación Villalar, que la cederá al Consistorio, reúne cuarenta dioramas con figuras de cera y resina. Cada uno de ellos muestra un acontecimiento histórico de Castilla y León –desde el hombre de Atapuerca–, o bien una tradición arraigada en la Comunidad. Estas obras, realizadas por la Fundación Educa, se combinan con veinte fotografías ganadores del Premio Cossío.

En la campa se repitieron los usos tradicionales de cada cita anual de Villalar. El primero de ellos, la absoluta politización del perímetro de las apenas cinco hectáreas de explanada central. A una pequeña carpa de la Fundación Villalar le siguieron decenas de las siglas más dispares, la mayoría de izquierda. Al profano le pareció que se trataba de una fiesta de partidos, en lugar de una fiesta de paisanos.

El segundo de esos usos consolidados es el ‘fenómeno’ de la proporcionalidad inversa, por el cual las fuerzas políticas con menor representación en las instituciones instalaron las carpas más grandes. Cada uno de los pequeños colectivos integrados en Izquierda Unida, y después en Podemos, instaló su sede, a cual más extensa. Los satélites de esos dos movimientos de la extrema izquierda acapararon más de la mitad del espacio.

Linderos se situaron las carpas de los sindicatos, CCOO, con una gran barra para expender cervezas, refrescos y chorizos, entre otras viandas. Y UGT, con un escenario para actuaciones musicales. Dos patrones repetidos en la mayoría de los ‘chiringuitos’.

Lo más apreciado por los visitantes, como cada año, fueron las actuaciones de música tradicional. El folk se impuso en las intervenciones de La Regadera, Hierba del Campo, El Naan, Vallarna, Abrojo Folk, sexteto de Carlos Soto, La Bazanca y Nuevo Mester de Juglaría, que se repartieron el escenario principal desde las 11,30 de la mañana hasta las 19,30 de la tarde.

Mención aparte tuvo la banda originaria del municipio burgalés de Miranda de Ebro ‘La Regadera’, que intenta desde la tarde del pasado lunes acceder al Libro Guinness de los Récords al ofrecer nueve conciertos en las nueve provincias de la Comunidad Autónoma en tan sólo 24 horas.

Pasacalles de dulzainas y tambores, y batucadas, recorrieron las calles. También fueron protagonistas un veterano de larga barba blanca, ataviado de peregrino, del pueblo leonés de Regueros (Marcelino Lobato), y un actor vestido de ciego, que recitaba unas coplas de ciego, aquí y allá, de contenido político. Las coplillas criticaban a todos los líderes en candelero, y terminaban con el reparto de un panfleto de ‘Sain’, otro partido sin representación basado en la autogestión.

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