La Once devuelve la suerte a la calle
Valladolid recupera a sus vendedores de cupones; cerca de 160 personas en toda la provincia ‘vuelven a la normalidad’ entre medidas de protección b
Difícil ha sido el confinamiento pero poco a poco se ha ido volviendo a la normalidad. Con la llegada de la fase 3 a Valladolid y su provincia se ha vuelto a recuperar una de las estampas más típicas de los barrios y calles de la ciudad: los vendedores de cupones de la Once .
Tras haber cerrado el día 14 de marzo las ventas de sus productos, ante el temor del avance y contagio del coronavirus. Tras esta paralización, solo se mantuvo la venta online a para juegos conocidos como Eurojackpot y lotería instantánea.
La vuelta a la normalidad de la lotería de la Once, según precisan en un comunicado, se realiza en medio de la normativa vigente del proceso de desescalada aprobada por el Gobierno. El inicio de la actividad se debe a que se ha podido garantizar la seguridad de vendedores y clientes con material, como pantallas protectoras, mascarillas y guantes, para los agentes.
Pese a volver a repartir suerte en las calles, no todos los compradores se han incorporado al trabajo, desde la propia Once inciden en que el «5% de estos compañeros, son personas vulnerables, y por este motivo no han comenzado su actividad laboral».
En Castilla y León, la Once cuenta con 762 vendedores en estos momentos , 49 de ellos en Ávila; 87 en Burgos; 158 en León; 60 en Palencia; 107 en Salamanca; 58 en Segovia; 28 en Soria y 43 en Zamora.
En total, toda la provincia de Valladolid hay 172 vendedores de productos de lotería que la Once vende. La capital tiene a 120 de estos ‘repartidores de suerte profesionales’ mientras que la provincia tiene a 52.
Posiblemente uno de los puntos de venta más míticos que la Once tiene en Valladolid se encuentra en la esquina de la calle Santiago con la plaza Mayor. Roberto Ojero es una de las caras más conocidas dada su ubicación y su longevidad en su puesto y es su regente. Ataviado con protector facial, mascarilla y guantes desde lo lejos se ve como la actividad a su puesto ha vuelto de forma frenética y no deja de despachar de clientes.
Sobre estos tres meses, Ojero explica que «el confinamiento lo hemos vivido como todo el mundo, las primeras semanas con bastante miedo y nerviosismo y ahora a volver a empezar y creo que la gente se está animando mucho».
En su primera jornada de trabajo en la ‘nueva normalidad’, sostiene que la mañana la lleva bastante bien y asegura que mucha gente se ha acercado a preguntar.
Según expone varias personas han ido a su puesto para interesarse por él. «Ya era hora, tío, qué ganas de verte». Después de estos tres meses duros, la vuelta la calle se ha hecho entre el cariño de la gente, según reconoce.
Tras 14 años de vendedor y cinco años en el ya mítico puesto de la plaza Mayor, recupera su lugar volviendo a recordar que poco a poco se ha vuelto, eso sí, entre medidas de seguridad, distancias y mascarillas, que el coronavirus sigue todavía presente, que no se nos olvide.
Un gesto -una acción realizada por un impulso o sentimiento, especialmente cuando con ella se muestra educación, delicadeza o cariño, según se expone en el diccionario Oxford-, es lo que han tenido el presidente de la Cortes de Castilla y León, Luis Fuentes - que acudió al puesto de Roberto en la plaza Mayor-, y el alcalde de Valladolid, Óscar Puente -que hizo lo propio pero en el punto de venta de Florentina Castro Pitrowski, en su quiosco situado en la Plaza Zorrilla, esquina con calle Santiago-, con estos trabajadores al acudir al abrir sus puestos a comprar un cupón. Un simple ‘gesto’ que transmite lo mucho que se ha echado de menos la estampa del vendedor en las calles y barrios de Valladolid.