El germen del voluntariado universitario
Dos grupos de estudiantes de la UVa colaboran en proyectos de ayuda humanitaria en Togo, Nigeria y Uganda

Proyecto de seguimiento de salud materno-infantil entre Togo y Nigeria ‘Ne a Nikki’.-ICAL
La ayuda humanitaria no entiende de fronteras y el compromiso y la solidaridad de muchos jóvenes tampoco parece tener límites. Así lo demuestran dos grupos de estudiantes de la Universidad de Valladolid que, apoyados en la tarea que llevan a cabo dos ONG en África, se han integrado en su etapa vacacional en proyectos de voluntariado que enriquecen la idea de entregar parte de su tiempo a los más desfavorecidos.
Bajo las denominaciones ‘Ne a Nikki’ y ‘Gran Kikaya’ un total de nueve universitarios vallisoletanos se reparten dos actividades de voluntariado en el continente africano, la primera basada en un proyecto de seguimiento de salud materno-infantil, entre Togo y Nigeria, y la segunda para colaborar en la construción una escuela y apoyar la vida diaria de niños huérfamos en el distrito de Wakiso (Uganda).
Joaquín Sánchez Carnicer, responsable del proyecto ‘Ne a Nikki’ y estudiante de sexto de Medicina, responde al perfil solidario que comparte junto a otro compañero de curso, otros dos que han terminado la carrera y dos más que han concluido sus estudios de Enfermería. «Los seis nos dedicamos a la sensibilización comunitaria iniciada en 2018, aunque hicimos viajes de preparación en los veranos de 2016 y de 2017 para realizar una identificación del problema y ver cómo aplicar el programa sanitario», explica, informa Ical.
El universitario pone de manifiesto que la tarea de seguimiento de bebés y mujeres embarazadas se desarrolla en la comuna de Nikki (Benin), en el Golfo de Guinea, entre Togo y Nigeria, a 25 kilómetros del segundo país. Se trata de una provincia pequeña y se actúa en una comarca llamada Viró, compuesta por 16 municipios.
«Allí inculcamos a sus mujeres la importancia de ir al médico durante el embarazo cuando hay síntomas de alarma y sobre la planificación familiar», expone, al tiempo que significa que la tarea se hace en colaboración y con apoyo financiero al 50 por ciento de la ONG local ‘Jedesbesensia’, junto a la que están integrados los estudiantes, denominada OAN Internacional. Para facilitar su labor, se ha contratado a una animadora que habla la lengua local y apoya el trabajo de los voluntarios.
«Lo más importante es que cuatro de los universitarios participantes ya han presentado su trabajo de fin de grado y, en mi caso, tras terminar este año sexto de Medicina, mi trabajo también se basará en la evaluación del proyecto de salud comunitaria», agrega Sánchez Carnicer, quien afirma que sus compañeros ya licenciados universitarios «en seis meses regresarán para recoger datos sobre el terreno y ver cómo evolucionan y, si es positiva, implantar el proyecto en el resto de la comuna de Nikki».
APOYO A HUÉRFANOS
En el proyecto denominado ‘Gran Kikaya: desarrollo de una comunidad abandonada’ en el distrito de Wakiso (Uganda), participan cuatro personas, dos de la cuales son estudiantes de Medicina y una más de Económicas, a los que apoya un familiar. «El pasado verano ayudamos a construir un colegio en tareas como las de pintura y otras necesidades, que empezará a funcionar en breve. También en las labores de apoyo a niños de un horfanato, de entre tres meses y 13 años, y otros a los que sus padres no se podían permitir cuidarles y los dejaban allí», apunta el palentino y estudiante de tercero de Medicina Jorge Sagué Yeves.
Los voluntarios, junto a otros estudiantes de distintas universidades españolas, se sufragaron los gastos de su propia bolsillo en viajes y manutención y contaron con el apoyo de la ONG ‘Babies Uganda’ que gestiona el horfanato donde trabajaron con una veintena de niños sin hogar. «Nuestra labor se centraba en acompañarles al colegio, mientras a los bebés les dábamos el biberón, duchamos y acostamos. Por la tarde íbamos a comprar lo que se necesitaba en el horfanato y comida al supermercado y acompañar a los huérfanos», expone.
Para Jorge Sagué, la experiencia como voluntario de ayuda humanitaria es algo que está dispuesto a repetir y ya está deseando volver otro verano a Uganda «en cuanto pueda», al tratarse, tal y como significa, de una «muy buena experiencia personal». En su opinión, los niños atendidos «transmiten de muchas formas su agradecimiento y valoran la compañía y el cariño que se les da, algo que resulta muy gratificante», finaliza.