Diario de Valladolid

La tradición se adueña del roscón de Reyes

Largas colas para hacerse con el bollo / La variante rellena con nata, la más demandada

-EL MUNDO

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Publicado por
Aitor Ferrero

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Un guardia recrimina a un hombre que ha estacionado su coche en una zona restringida de la plaza de Poniente. El infractor pide disculpas y señala a una mujer que se acerca al vehículo con una caja en las manos. Tras unos segundos de charla –acompañada de gestos con afán explicativo–, el hombre pone en marcha el automóvil, mientras que su acompañante, en el asiento contiguo, sostiene en sus piernas la caja del roscón que acaba de comprar.

El afán por hacerse con uno de los tradicionales bollos navideños se extendió ayer, víspera de Reyes, por las calles de la ciudad, donde se sucedieron largas colas para comprar el popular dulce en las distintas confiterías vallisoletanas. El establecimiento de Maro Valles, en la plaza de Poniente, contaba ayer con un trasiego continuo de clientes, la mayor parte de ellos incondicionales de su roscón, que se ofrece en cuatro tamaños con precios que oscilan entre los 13 y los 50 euros.

«Vengo desde hace más de diez años porque este roscón es diferente a los demás», afirmaba Asun, quien se decantó por la variante tradicional, sin relleno. «Antes, la gente se inclinaba más por el normal, pero últimamente compran más roscones con nata», señaló Puri, una de las trabajadoras del establecimiento, quien indicó que la venta, como el año pasado, está alcanzando buenas cifras.

No muy lejos de allí, en la calle Encarnación, una cola de más de cincuenta personas bordeaba el convento de Santa Isabel, donde las hermanas clarisas elaboran, desde hace 37 años, uno de los roscones más demandados de la ciudad. «Es un bollo magnífico», afirmó Rafael antes de adquirir dos, uno pequeño para la merienda de la tarde y otro grande para la mañana de Reyes. Para conseguirlos, había aguardado en la fila durante casi una hora y media, una espera que, para todos los aficionados a la receta de las clarisas, «merece la pena».

«No hay ningún secreto más que todo es natural», afirmaba, dentro del obrador y, con una sonrisa humilde, sor Isabel, una de las catorce hermanas que, cada Navidad, preparan el roscón, ayudadas, en los días de mayor faena, por amigos. «A lo mejor no es de diseño, porque cada rosco se hace sin molde y salen distintos, pero el resto es estupendo», manifestó con alegría una de las voluntarias mientras, en el exterior, la cola se hacía más grande por momentos.

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