Diario de Valladolid

Pablo Sáez dormido en su escaño del Congreso de los Diputados

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La España que madruga para echarse la siesta. El caso es que el tesorero y diputado por Valladolid de VOX acaba de ciscarse en el eslogan de los de Abascal. La terrible imagen del parlamentario Pablo Sáez, hombre prudente, bien domado, no dando una cabezadita, sino echándose una siesta de las de padre nuestro, pijama y orinal en todo el hemiciclo ha resultado sacrílega. Incluso para los suyos. Porque es que el gachó no se quedó traspuesto en el escaño. Estaba perfecta y completamente esparrancado en el asiento, con la cabeza bien reclinada, como quien tiene vocación de meterse dos horas de siesta hasta que baje la calor y pongan la merienda. Esa imagen le acompañara el resto de su trayectoria política, especialmente cuando lleguen los próximos comicios y pretenda repetir en la circunscripción de Valladolid, donde además es presidente de la Denominación de Origen Cigales. Es verdad que alguien podría pensar que las intervenciones de Pedro Sánchez aburren a las vacas. Pero cuando el presidente da las explicaciones solicitadas por VOX sobre el apagón de la semana pasada, lo más oportuno no es esnucarse en el escaño con una desconexión onírica. El caso es que este es el estado de la política. Sáez debería aprender de las Cortes de Castilla y León, donde cuando alguien quiere pegarse una siesta mientras discurre la sesión plenaria lo que hace es irse al despacho y repanchingarse en el sofá, una vez registrada su entrada para el pertinente cobro de los 220 euros de asignación por parasitar en el hemiciclo de cúpula nacarada o sestear en las dependencias de grupo. Sea sestear o irse al gimnasio al lado del hotel de concentración, como hacía el célebre Tudanca, que ahora tiene la ardua tarea de buscar centro deportivo en las inmediaciones del inmueble del Senado para seguir en plena forma política.

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