Diario de Valladolid

ESPEJOS PARA LA BASE / ROSA VELASCO

La dama en el tablero

La árbitro vallisoletana es la única persona de la Comunidad en alcanzar el rango internacional en el ajedrez, una pasión que heredó de su padre

Rosa Velasco posa al final de una mesa de juego durante una competición de ajedrez celebrada en el antiguo Casino de Valladolid.-MIGUEL ÁNGEL SANTOS

Rosa Velasco posa al final de una mesa de juego durante una competición de ajedrez celebrada en el antiguo Casino de Valladolid.-MIGUEL ÁNGEL SANTOS

Publicado por
Guillermo Sanz

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Sobre un campo de batalla de cuadros blancos y negros todos los soldados cubren las espaldas al rey, pero todos viven enamorados de la reina. Su versatilidad sobre el tablero la convierte en la pieza más codiciada: bella y letal. Esa capacidad de moverse con maestría por todo el espacio es un don del que se ha empapado Rosa Velasco, un referente en el mundo del ajedrez.

El bonito virus del ajedrez entró en el cuerpo de Rosa Velasco por herencia familiar. Su padre, Leopoldo Velasco, fundó el Club Ajedrez Valladolid y su hija se sumergió pronto en un océano de alfiles, peones, caballos y torres, a pesar que en aquellos años no era común ver una melena a los pies de un tablero: «Mi padre había jugado al ajedrez. Yo de pequeña iba a verlo, pero las niñas no jugaban. No era un juego de chicas, había muy pocas», recuerda.

Poco a poco, las mujeres fueron haciéndose hueco en el ajedrez. Rosa Velasco encontró el suyo con 15 años, cuando se organizó el primer torneo femenino en el Instituto Zorrilla, donde estudiaba. «Empecé a jugar y me empecé a picar. Entre mi hermana o yo no había competencia a nivel provincial. O iba ella o iba yo... o íbamos las dos a los Campeonatos de España», asegura. Así comenzó a sumar kilómetros para representar a Valladolid en los Nacionales, donde fraguó una 13ª posición en San Fernando (Cádiz). Ese fue su mejor ‘mate’. Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo veía que las nuevas generaciones de jugadoras llegaban cada vez mejor armadas: «Cuando seguí yendo me di cuenta de que o estudiaba o me preparaba o que no iba a ir a ningún sitio», reconoce. Así decidió dejar la competición.

El reloj se paró, pero su sonido siguió escuchándose. Pronto empezó a recorrerse todos los colegios de Valladolid enseñando a los jóvenes las tácticas para ganar una partida. De eso han pasado 30 años y por su tablero han pasado un millar de niños y niñas de los cuales algunos siguen hoy practicando este deporte. «Soy monitora de base y me gusta, porque enseguida captas a los que tienen aptitudes y ves la progresión, la satisfacción... Soy de base porque si para mí estudiar teoría me parecía pesadísimo... imagínate enseñárselo a los niños», bromea Rosa Velasco, que destaca cómo el ajedrez tiene una varita mágica capaz de «calmar a los niños movidos y de activar a los callados».

Después de visualizar el ‘juego de los reyes’ como jugadora y como entrenadora llegó el momento de poner el ojo en el prisma del arbitraje; un catalejo que ha dejado sus mejores vistas. «En el club ya me llamaba la atención y arbitraba algún torneo», explica. Sin embargo, no fue hasta después de una pequeña trifulca en un torneo por equipos cuando dio el paso definitivo. Propuso al delegado vallisoletano ayudarle en las tareas y esa fue la línea de salida de una prodigiosa carrera como árbitro de la única persona de Castilla y León que tiene rango internacional en el campo del arbitraje. Un honor que consiguió en el año 2000.

La presidenta del Colegio de Árbitros de Castilla y León pagó la ‘novatada’. La primera labor encomendada fue corregir los exámenes de árbitro nacional, como recuerda Velasco. Sin embargo, esos hilos que tejen recuerdos inolvidables no tardaron en hacer acto de presencia. En su currículum lucen líneas doradas escritas en clave de un Europeo, cuatro Mundiales e innumerables campeonatos de España. Sin embargo, una línea resalta por encima de todas: las Olimpiadas de 2004.

Mallorca fue La Meca de la vallisoletana, que disfrutó de una experiencia que descorchó La fura del Baus y que cerró un directivo georgiano de la FIDE, que asestó un cabezazo a un miembro de seguridad después de quererse subir al escenario para homenajear fuera del programa a una jugadora compatriota. Una foto en la portada de los periódicos de ese momento firmó la anécdota de la mejor experiencia que Rosa Velasco ha vivido en el terreno del ajedrez: «Estás al lado de la élite mundial...y eso ya impone. Es como al que le gusta el fútbol y tiene enfrente a Ronaldo o Messi», recuerda. Pudo ver en directo a un jovencísimo Magnus Carlsen (tres veces y vigente campeón del mundo), a la estrella india Viswanathan Anand, a los ucranianos Ivanchuk y Ponomariov o a una institución como Jan Timman.

A pesar de haberse codeado con la ‘creme de la creme’ del ajedrez mundial, la vallisoletana sigue paseándose entre las mesas de los torneos escolares o provinciales. «Me gusta pasar por las partidas y ver cómo juegan. Se me pasan rápido las horas. Es difícil que me aburra arbitrando», reconoce Rosa Velasco, que promete seguir al pie del tablero «hasta que el cuerpo y la mente aguanten. El ajedrez es un mundo especial por lo que encierra y por la gente que lo practica. Es parte de mi vida. Lo he mamado desde pequeña y no hubiera entendido mi vida sin el ajedrez», concluye.

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