Diario de Valladolid

HOCKEY LÍNEA - JOSÉ CARBALLO

El stick salvavidas

El jugador del CPLV compite los meses pares con el club vallisoletano mientras que los impares vive en un barco en Cádiz como miembro de la tripulación de un barco de salvamento marítimo

José Caraballo posa con el stick y un salvavidas sobre la pista de Canterac, en la que defiende la camiseta del CPLV.-J.M. LOSTAU

José Caraballo posa con el stick y un salvavidas sobre la pista de Canterac, en la que defiende la camiseta del CPLV.-J.M. LOSTAU

Publicado por
Guillermo Sanz

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De la llanura a la costa, del agua dulce del Pisuerga al agua salada del Atlántico, de vestir el uniforme de salvavidas a enfundarse la casaca del CPLV... la vida de José Caraballo cambia de paisaje como si tuviera un mando a distancia en sus manos. Una luminosa intermitencia que le permite vivir dos realidades en las que sus dos pasiones, el mar y el hockey, bailan en la misma baldosa.

Los meses pares ocupa una taquilla en Canterac, un derecho que le da ser parte del primer equipo del CPLV, los meses impares coge rumbo a Andalucía para vivir durante 30 días en un barco de salvamento de vida humana. Un equilibrio que le ha permitido continuar ligado a un club en el que recayó con 14 años. «Yo practicaba hockey en Chiclana y con 14 años me vine a Valladolid a un campus que hacía Ángel Ruiz. Él habló con mi madre, la dijo que tenía proyección y me quedé», recuerda.

José Caraballo recuerda cómo la mar siempre estuvo presente en sus pensamientos. La morriña no sólo hace presencia en el noroeste de España, también en las zonas más cálidas como Cádiz: «Estando aquí siempre echaba de menos la costa. Trabajé en varios sectores, pero tenía claro que me quería formar en algo para trabajar cerca de la costa», explica el jugador.

El gaditano se convirtió en integrante de una tripulación de salvamento marítimo. Pasó de ayudar a salvar partidos a salvar vidas humanas en la costa española. Cuando el destino le ha llevado a puertos como Tarifa o Almería, el barco en el que habitaba tenía que salir tres y cuatro veces diarias para intentar evitar que las garras del mar se llevara la vida de padres, madres, niños y mujeres embarazadas que intentaban cruzar el estrecho en patera. «Hay que verlo, es una pasada. Lo que más echo de menos es estar en los salvamares, que son las lanchas de intervención rápida», explica.

Vigilar todo el estrecho, desde la bahía de Cádiz (o desde la costa de Huelva, donde pasa 15 días) hasta Gibraltar es el día a día del jugador del CPLV, que tiene que vivir en alerta durante el mes que vive en el barco atracado en el puerto, listo por si hiciera falta ponerse en acción. Las dudas llegan a la hora de saber cómo se prepara para entrar en la ‘otra acción’, la que tiene un stick y un disco delante. «La verdad es que en el barco tienes gimnasio. Además, puedes ir a tierra a hacer algo de bicicleta de montaña, salgo a correr... también los 15 días que estoy en Huelva hago boxeo», explica. Sin embargo, aún faltaba estudiar una de las asignaturas troncales del hockey: la pista. «En el barco conseguí que unos finlandeses de un equipo de Málaga me regalaran dos metros del material con el que se hacen las pistas de hockey. Ahí me pongo los patines en el barco y practico para tener la sensación, aunque luego cuando desembarco estoy un poco torpe», reconoce.

Caraballo asegura que cuando es hora de vivir un mes en tierra firme da «el nivel» sobre la pista. El andaluz estudia bien el calendario para saber qué fechas son las que dibujan un mejor paisaje: «Intento estar para la Copa del Rey y para las finales del playoff. Intento si hace falta cambiar con algún compañero para poder estar en las fechas punteras», admite. Para muestra, este año estará presente en la Copa del Rey.

Si la comodidad moviera los hilos de la lógica, José Caraballo podría estar tentado en buscarse algún equipo al amparo de la Tacita de Plata para continuar activo en el mundo del hockey línea. Sin embargo, el CPLV desde pequeño le inoculó el virus de la victoria y sus efectos son para siempre. «Aquí fue donde empecé a ganar campeonatos de España. Yo ya les jugaba con mi equipo de Chiclana, pero allí éramos cuatro buenos y en el CPLV todos eran buenos», reconoce. Desde entonces, su currículum se ha ido engordando con Ligas y Copas. Renunciar a poder continuar mirando su reflejo en algún gran trofeo no es algo a lo que está dispuesto: «Me gusta competir a un gran nivel y el CPLV es de los más punteros. No me planteo jugar una competición inferior», concluye el jugador, que este año espera sumar una nueva Liga y una nueva Copa que le den más galones aún al marino salvavidas del club vallisoletano.

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