Diario de Valladolid

EVELIO ANGULO ÁLVAREZ

Las pensiones, un patrimonio de todos

El autor niega que el sistema público de pensiones esté en peligro. «Lo ponen en peligro decisiones políticas endógenas, en las que priman los intereses para orientar las mismas a sistemas privados», puntualiza.

Creado:

Actualizado:

Es cierto que cuando se firmó el Pacto de Toledo hace 22 años no podíamos imaginar que el pilar fundamental del acuerdo: garantizar la calidad y sostenibilidad del sistema público de pensiones, fuera a tambalearse tan solo 2 décadas más tarde. Esa premisa, que venía refrendada por un consenso político y social, está ahora en peligro. Las políticas de recorte del Gobierno del Partido Popular desmantelan, de forma velada, el modelo del estado del bienestar, con una diversificación y una disgregación de los intereses económicos y sociales que debilitan la cohesión social y desestabilizan nuestro sistema público de pensiones. Decisiones tomadas al margen del Pacto de Toledo de forma unilateral son contrarias no solo a la propia Constitución Española sino también a la Carta Social Europea.

Esta semana, jubilados de toda España, se están movilizando en las marchas ‘Por pensiones dignas’ donde denuncian que una coyuntura política y económica no sea la premisa sobre la que asentar la reforma de las pensiones. El sistema de Pensiones no puede ni debe estar en discusión cada poco tiempo en función, por un lado, de los intereses económicos de unos que no son capaces de saciar su voracidad y, por otro lado, de políticos que ven la oportunidad de redistribuir las rentas perjudicando contundentemente a los trabajadores. No nos olvidemos de que nuestra reivindicación no solo afecta a los actuales pensionistas, si no que va más allá con un objetivo claro: mantener el sistema para que los actuales trabajadores puedan acceder a una pensión por la que llevan cotizando su vida laboral. El índice de revalorización y el nuevo factor de sostenibilidad impuesto por el Partido Popular (en su reforma de 2012) repercuten negativamente en el poder adquisitivo de nuestros pensionistas. De seguir con estas políticas coercitivas, los pensionistas de hoy, lamentablemente, serán los pobres de mañana. El papel que tenemos los trabajadores es recuperar el bienestar social y los servicios públicos, porque ambas cuestiones forman parte de nuestra dialéctica sindical.

Es curioso constatar que la defensa más enérgica de las pensiones (patrimonio forjado entre todos los trabajadores y que consideramos un derecho y no un privilegio) la abanderen los compañeros de la Unión de Jubilados y Pensionistas de nuestras Organizaciones Sindicales quienes ya gozan actualmente de sus pensiones. Una gran lección de sindicalismo que nos recuerda que, si queremos impedir una regresión en los derechos alcanzados y frenar la pérdida de poder adquisitivo de nuestros pensionistas, debemos articular debidamente el binomio movilización-negociación para conseguir los objetivos de la clase trabajadora. Cuando mutilan nuestros derechos sin negociación previa, solo se puede actuar de una forma, con huelgas y movilizaciones. Nuestros jubilados simbolizan ese orgullo obrero, nacido y bregado entre cientos de piquetes y movimientos reivindicativos que han marcado las raíces de la historia de nuestra clase obrera. Una lucha contra las oligarquías, políticas y económicas, que ha urdido la línea de fidelidad de nuestra historia, de nuestro pasado, de un sindicalismo forjado contra una historia adversa. Nuestros jubilados, nuestros militantes, curtidos en la lucha sindical, no están solos. Somos muchos defendiendo a la clase trabajadora, pero no nos equivoquemos, nuestra lucha no se reduce solo a defender los intereses de aquellos que hoy tienen un puesto de trabajo, defendemos a nuestros compañeros desempleados, a nuestros jubilados y a los que se incorporen, en un futuro, al mercado laboral porque las reivindicaciones de unos, son las luchas de todos.

El sindicalismo nunca ha pecado de triunfalista, nuestra política ha sido la del consenso y la negociación, donde no existen vencedores ni vencidos, pero tenemos claro una cosa: la reforma de las pensiones, si se hace, debe realizarse dentro del marco del Pacto de Toledo. No apoyaremos una reforma que avergüence a nuestras bases afiliativas. Estamos hartos de escuchar al Gobierno que el sistema de pensiones es insostenible a largo plazo y que las pensiones públicas deberían ser complementadas con un fondo de pensiones privados. Focalizar el problema solo en el gasto es silenciar que el verdadero conflicto sea el hundimiento de los ingresos en la Seguridad Social, alguien, que prefiero no nombrar, decía que si una mentira se repite asiduamente termina siendo aceptada como verdad, y ese es el juego de la política de la derecha, repetir y repetir… pero no es verdad que nuestro sistema público de pensiones esté en peligro. Lo ponen en peligro decisiones políticas endógenas, en absoluto impuestas por otras instituciones de ámbito superior, en las que priman los intereses del sistema financiero y compañías aseguradoras, para orientar las mismas a sistemas privados, a los que la mayoría de trabajadores no tendrán acceso. A estos planteamientos hay alternativas como se pueden analizar en el estudio realizado recientemente por la Fundación Largo Caballero «Financiación del derecho a pensiones públicas suficientes: alternativas sostenibles desde el lado de los ingresos».

Las conductas caciquiles del gobierno, la crisis económica y las dos últimas reformas laborales han propiciado que los beneficios que obtienen las empresas no repercutan de forma directa en la creación de empleo sino en costear despidos y frenar la revalorización salarial. ¿Esto qué provoca? Que los ingresos por cotizaciones disminuyan de forma alarmante. A su vez, si a la Seguridad Social, financiada con las aportaciones de los trabajadores, se le imputan costes impropios por un valor anual de más de 20.000 millones de euros, no es de extrañar que tenga déficit. No existen planteamientos macroeconómicos asépticos; las políticas presupuestarias están impregnadas de la ideología del Gobierno que las establece. Actualmente, la política se arrodilla ante los intereses económicos de los oligarcas y de los grandes holdings empresariales interesados en fomentar fondos privados de inversión. Esa siempre ha sido la política de la derecha, socializar las pérdidas y privatizar las ganancias.

Los compañeros y compañeras que participan en las marchas ‘Por pensiones dignas’, con el compañero Pablo Zalama al frente, me recuerdan los versos del poema de Benjamín Prado: «Son los que ponen en pie al que está de rodillas/ los que caen, se levantan y siguen en la lucha/ los que si te derriban ocuparán tu puesto/ […] Son ellos, son los nuestros […]/ los que no ceden, no se dan por vencidos, son los que nadie puede condenar al silencio». Gracias por vuestro ejemplo.

Evelio Angulo Álvarez es vicesecretario General UGT Castilla y León.

tracking