¿Siega verde?
ENTRE todas las condecoraciones, menciones y elecciones de bonitas aldeas y lugares encantados; entre los mejores vinos, restaurantes y capitalidades a la carta; entre los mejores pintores, la mejor novela y hasta la tortilla más deliciosa de España… Entre todas estas excelsas y rimbombantes menciones –que siempre tienen detrás a un grupo de vivos facturando– me quedo y me arrodillo ante las decisiones de la Unesco, que concede las distinciones más importantes del mundo en materia de arte y cultura. Me refiero a las declaraciones de Bien Patrimonio de la Humanidad.
Los lugares, sitios, enclaves o monumentos con una protección especial han de ser preservados y se obliga a dar a conocer su importancia cultural, histórica o natural, ya que son una herencia para la Humanidad. Si hiciéramos una encuesta en la calle de cualquier ciudad de esta región –incluidas las que están catalogadas como Patrimonio de la Humanidad– me apuesto una comida para 300 personas en la plaza de Villar de la Yegua a que no son capaces de contestar bien ni el 20%. Es todo un problema cultural, aquí está la clave de tanta desidia y tanta fuga. Salvo que Numancia engrose la lista –algunos no nos conformamos con el 2150 aniversario– en esta región tenemos ocho declaraciones, para más señas.
Salvo cambios en el ranking mundial, que está en constante movimiento, el listado es de cerca de 1.031 sitios en 163 países. Italia es el país que más distinciones posee, con 51; seguida de China, con 48; y España, con 44. Y, como Comunidad Autónoma, Castilla y León –o sea, nosotros– somos la región del mundo con más Bienes Culturales Patrimonio de la Humanidad, con ocho declaraciones, por delante de las regiones italianas, incluida la celebrada y magníficamente promocionada Toscana que, de momento, tiene seis.
Las cifras son solo un apunte, pero algo no funciona bien cuando todavía no sabemos de carrerilla los sitios Patrimonio de la Humanidad en Castilla y León. Hágase esa pregunta, sin consultar el móvil: ¿Qué es Siega Verde? ¿Lo conoce? Lo de la comida va en serio. Consejera del ramo: ¿Acepta la apuesta? ¿Hacemos una encuesta en familia? Si pierdo, pago la comida a orillas del Águeda y con vino del Côa portugués.