Diario de Valladolid

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DE MOMENTO, la campaña destinada a poner fin al bipartidismo de la transición se muestra sellada por cautelas emergentes, que parecen haber asumido la vieja advertencia de por la boca muere el pez. Así que todos calladitos, que siga la bola y que viva Bartola. Resulta muy llamativo este retraimiento en los pregones de quienes vienen dando el tirón, porque sucede a temporadas de desatada incontinencia. Sobre todo, porque apenas permite adivinar el rumbo de unas formaciones sobrevenidas, cuyo éxito reside en escamotear propuestas o distraerlas en un río de ocurrencias. A veces, con freno y marcha atrás.

Ciudadanos asienta su cartelería autonómica en antiguos liderazgos del leonesismo salmantino (Luis Fuentes) y del castellanismo burgalés: José Ignacio Delgado. Ambos en grave y esencial contradicción con los dictados de poda municipal o ferroviaria propagados por el núcleo catalán de la marca. Garicano, el pope económico, predica desde Londres y no le salpican estos charcos. Tampoco al joven Rivera le importa que se trasquile la alta velocidad, porque él ya la tiene y lo demás es territorio a desertizar.

Podemos no tuvo un estreno glorioso en nuestra Comunidad, después del tirón televisivo de Pablo Iglesias y alrededores. Aquel fulgurante asalto del cielo se fue lastrando con renuncias, enmiendas y miradas hacia otro lado, que concluyeron con la propuesta estrella del candidato Pablo Fernández Santos: un referéndum autonómico. Pero alguien le dio un toque y aquel anhelo quedó en apagón.

Entretanto, siguen sucediendo cosas, aunque los emergentes de aquí continúen callados y transiten como ausentes. Algunas realmente gordas, como la asfixia inclemente de la minería, o la insoportable frivolidad con los alimentos escolares. Los reiterados tropiezos de Serunión merecen un castigo severo. Ya no valen excusas de mal cumplidor ni tiene un pase seguir avisando con sanciones irrelevantes. Aunque da la impresión de que en el lado que debe exigir, en la administración educativa, no hay nadie.

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