Diario de Valladolid

VALLE DE MONZÓN (BURGOS)

El nieto de Constancio

Julián Calvo, en la nave de crianza de la bodega. En la foto de abajo, con su mujer Dori Fernández, bodeguera y vecina en Quintana del Pidio.

Julián Calvo, en la nave de crianza de la bodega. En la foto de abajo, con su mujer Dori Fernández, bodeguera y vecina en Quintana del Pidio.LA POSADA

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Javier Pérez Andrés
Burgos

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Julián Calvo es el nieto de Constancio, un viticultor de Quintana del Pidio que, como la mayoría de sus vecinos, formó parte del nacimiento de la cooperativa Nuestra Señora del Olmo. Una cooperativa que en sus inicios contribuyó a rentabilizar una viticultura decadente en los años 50. Gracias a ellos, cuando llegó la Denominación de Origen Ribera del Duero, sus depósitos y las viñas de sus socios abrieron la puerta a muchos proyectos. 

Así nacieron muchas iniciativas de la localidad, entre ellas la de Julián, así como la de otros viticultores del pueblo que iniciaron nuevas inversiones, construcción de bodegas y nuevas plantaciones. Ya entonces, el buen comportamiento de la viña y los suelos de todo el término municipal los convirtieron en muy cotizados porque de ellos se obtenían vinos con uvas de gran calidad que proporcionaban a los mostos buen potencial de aromas, color y equilibrio entre la acidez y el alcohol. 

Todo eso es lo que hoy sitúa a Quintana del Pidio como uno de los terruños más valorados en la Denominación de Origen. Con una altitud de cerca de 900 metros sobre laderas pobladas de robles y encinas que protegen de los vientos y de la helada con una pluviometría baja. Más de una docena de bodegas han demostrado, con nuevas prácticas culturales y enológicas e instalaciones modernas, que los viejos viticultores tenían razón. Por esto, hoy, son muchos los vinos de esta localidad que han alcanzado la gloria entre los prescriptores. 

Y es en este caldo de cultivo en el que Julián Calvo decide en el año 93 construir su propia bodega, Valle de Monzón, e iniciar aquí la singladura de sus vinos Gromejón, Hoyo de la Vega, el Salegar y una última incorporación, un Ribera, Sin Malicia. La bodega cuenta con cuarenta hectáreas de viñedo con unas medias de edad de 40 años, la mayor parte en vaso, y algunas más viejas en los pagos de Carraroa, El Conejar, El Obispo, La Solana y el Hoyo de la Vega, entre otros. 

La variedad tempranillo es la base varietal de sus vinos, salvo algunas pequeñas partidas de uva blanca albillo. Produce una media de 100.000 botellas al año de las que exporta un 10%. Pero lo más curioso de esta bodega es que comparte una historia de amor entre polifenoles. En el año 93 Julián construyó su bodega a la salida del pueblo hacia la Aguilera. Casualmente, años después se abrió una bodega a 200 metros. Es Prado del Olmo, cuya propietaria es Dori Fernández, su mujer. Por lo tanto, un matrimonio cada uno con sus viñedos, su bodega y sus vinos que llevan 25 años siendo vecinos e independizando su actividad profesional, solo con algunos factores que les unen como descender del pueblo de generaciones de viticultores. 

Además, comparten la misma dirección técnica, la de la enóloga Silvia García, que diseña los vinos de ambas bodegas. Quintana del Pidio une a su larga tradición en la viña, como demuestran sus barrios de bodegas subterráneas, un emplazamiento que nos lleva a tiempos de la Hispania romana, pues hay quien asegura que, en la zona de las dos bodegas, en el entorno del río Gromejón, pudo localizarse una mansio romana o una pequeña villa en la calzada que unía Asturica Augusta y Caesar Augusta, Astorga y Zaragoza. 

Hay otro elemento que se suma a la importancia de Quintana del Pidio y es que contó con monasterio propio, que más tarde fue absorbido por la abadía de Santo Domingo de Silos, lo que explica la importancia de sus vinos y viñedos en el pasado. Las bodegas Valle de Monzón y Prado de Olmedo constituyen un sólido matrimonio ribereño que, en materia de enoturismo, dada la proximidad de ambas y de unas instalaciones preparadas para las visitas y las catas, se convierten en un dos por uno. Y lo mejor de todo es que Julián ha descubierto el secreto de elaborar un Ribera del Duero Sin Malicia…

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