Diario de Valladolid
Rosa y Teodoro Santos –este, al fondo, junto al cuadro con imágenes de su hermano Polo–, con Miguel Ruiz y el joven Jorge Ruiz Santos, que representa el futuro de la bodega creada por su tío.-ARGI

Rosa y Teodoro Santos –este, al fondo, junto al cuadro con imágenes de su hermano Polo–, con Miguel Ruiz y el joven Jorge Ruiz Santos, que representa el futuro de la bodega creada por su tío.-ARGI

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Javier Pérez Andrés

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Es de justicia recordar a algunos bodegueros que formaron parte de los primeros momentos de la Ribera del Duero en el entorno de Peñafiel. En Pesquera de Duero surgieron los primeros ejemplos que habrían de convertirse en bodegas con el paso del tiempo. En este escenario, actuó Leopoldo Santos Arranz, Polo, para todos los que le conocimos en aquellos años 80 del siglo pasado, una época que abrió al mundo a los vinos de la Ribera Duero.

Ahí estaba su majuelo, en el pago de Carralaceña, un tesoro de arcilla. En la viña de vasos viejos, a apenas un tiro de piedra de la orilla del Duero, se localizaba un yacimiento vacceo y, casualmente, el horno más grande de esta antigua cultura, donde cocían las vasijas y enseres de barro los habitantes de Pintia, la ciudad que estaba al otro lado del río. Me lo contó Polo y, más tarde, me lo corroboraron los arqueólogos. Por eso, a Leopoldo Santos no le faltaba razón cuando veía un tesoro en sus viñas, de ahí que fuera de los primeros viticultores y bodegueros en el entorno de Pesquera de Duero. Su padre Paulino y él mismo trabajaron en las bodegas de Pesquera, que se abrían camino a principios de los 80.

No sin dificultades, Polo fue haciéndose un hueco en aquella Ribera del Duero de las primeras añadas. Pero en la de 2006 nos dejó. Hoy, su recuerdo está muy presente en la bodega y, sobre todo, en su sobrino Jorge Ruiz Santos que, desde que era un rapaz, siempre ha tenido muy claro que la viña, el vino y la bodega de su tío Polo iban a formar parte de su vida. Y así ha sido. Tras formarse en Enología y Viticultura en la Escuela de la Santa Espina –en la primera promoción de alumnos– hoy se dedica a la bodega en cuerpo y alma, junto a su tío Teodoro Arranz. Hoy, la bodega Santos Arranz ha logrado situar su marca Lágrima Negra en los mercados del vino de calidad. Para Jorge Ruiz, este sí es el tesoro de su tío Polo.

La bodega está situada en el término municipal de Pesquera de Duero y cuenta con cerca de 22 hectáreas de viñedo, repartidas entre los pagos de La Pintada, que es el de mayor edad y que fue plantado por el abuelo de Jorge, Paulino Arranz, a mediados de los 80. Cerca de seis hectáreas están en el pago de Carralaceña, pegando al Duero, a las que se suman las viñas del pago de La Nava, próximas a la carretera. Teodoro Arranz asegura que toda la producción de uva que entra en el lagar de la bodega procede del término vallisoletano de Pesquera de Duero.

Los Arranz cierran filas en torno a la marca familiar que fundara Polo a principios de los 90, Lágrima Negra. Hoy, la bodega comercializa en torno a las 100.000 botellas y cubre todas las categorías que ampara la DO Ribera del Duero, desde los tintos jóvenes al gran reserva. Comercializa un vino blanco de uva verdejo con DO Rueda y otro vino, de fuerte contenido emocional, que recupera una vieja etiqueta, Polo Santos que, en la cosecha de 2015 salió al mercado como homenaje al fundador de la bodega. Sin duda, esta es una bodega familiar con claras raíces ribereñas, ligada al terruño de Pesquera de Duero.

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