Diario de Valladolid

Cruce de caminos

La confluencia de la Ruta de la Plata, del Camino de Santiago, de la Calzada Mirandesa y de la Vía Dalmacia hacen de este paraje cercano a la capital zamorana un lugar singular cargado de historia

Tres grandes monolitos de piedra y un pozo constituyen el monumento construido en 2009 para señalar este lugar próximo a San Marcial y El Perdigón-Mariam Daneiva

Tres grandes monolitos de piedra y un pozo constituyen el monumento construido en 2009 para señalar este lugar próximo a San Marcial y El Perdigón-Mariam Daneiva

Publicado por
Jose Luis Cabrero

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Existen pocos lugares tan cargados de historia y a la vez tan desconocidos como el cruce de caminos que hay   entre las localidades zamoranas de El Perdigón y San Marcial, apenas a unos pocos kilómetros de la capital. Un monumento megalítico, pero de nueva factura, conmemora en este mágico sitio la confluencia de la Ruta de la Plata, el Camino de Santiago, la Calzada Mirandesa y la Vía Dalmacia.

Nada simboliza mejor el camino, la pasión por andar y conocer nuevos paisajes que este enclave, al que si bien se puede llegar en coche nada mejor que hacerlo como es debido, cumpliendo con la tradición y haciendo un largo paseo por los caminos de la comarca, perfectamente señalizados para hacer más fácil el paso de los peregrinos que desde el sur pretenden alcanzar la ciudad de Santiago de Compostela por la Vía de la Plata.

Qué mejor alternativa para empezar la jornada que comenzar a andar desde Villanueva de Campeán, un pequeño pueblo situado en la Tierra del Vino, donde las suaves colinas ofrecen al caminante la posibilidad de disfrutar entre campos de cereal y viñedos centenarios.

Miliarios de piedra de gran tamaño señalizan el camino y evitan rodeos innecesarios, aunque no está de más salirse de la senda y visitar en las inmediaciones del pueblo los restos del convento franciscano del Soto, una joya de la arquitectura religiosa declarada como Bien de Interés Cultural pero que presenta un penoso y crítico estado de conservación. Apenas la portada se mantiene en pie de un edificio que todavía guarda algo del esplendor de antaño y que los técnicos han incluido en la fatídica lista roja del patrimonio en peligro.

De la influencia que el Camino dejó en Villanueva de Campeán hay numerosos ejemplos, que sin embargo, pueden pasar inadvertidos al caminante. La ruta en pos de la ciudad de Santiago parte el pueblo en dos, de norte a sur, por una calle bautizada como Calzada. Este pueblo fue, además, uno de los pocos en la zona que antaño contaban con un hospital para peregrinos y que conservó a lo largo del tiempo su albergue de peregrinos.

Siguiendo los miliarios colocados a lo largo del camino, la senda sigue recta hacia el norte en busca de la capital, aunque antes pasa muy cerca de San Marcial y de El Perdigón, donde precisamente se encuentra el cruce de caminos que hace de este tramo del camino un lugar tan especial.

Construido en el año 2009 por la Asociación Amigos del Camino de Santiago Vía de la Plata, el monumento está integrado por tres grandes monolitos de piedra y por un pequeño pozo, bautizado como el Brocal de los Deseos.

En cada monolito está grabado el nombre de cada una de las tres rutas que confluyen en este singular enclave. Uno está dedicado a la vía romana de la Ruta de la Plata, otro a la Calzada Mirandesa, que unía Zamora con Miranda do Douro, ya en Portugal. El tercero de los monolitos está dedicado a la menos conocida, pero no menos importante, Vía Dalmacia, el camino que siguió San Francisco en sentido norte sur tras peregrinar a Santiago de Compostela y que discurre entre la capital zamorana y Ciudad Rodrigo.

El camino sigue entre tierras de cultivo y naves ganaderas en busca de la capital zamorana, que ya se adivina a lo lejos. Merece la pena continuar camino hasta la ciudad y entrar, precisamente, por el barrio por el que hace siglos lo hacían los peregrinos que buscaban descanso en los albergues de Zamora, por San Frontis. En dicho barrio se encuentra una pequeña iglesia románica de cuyo origen ya hay referencias en los documentos del siglo XIII y que en un principio fue un templo perteneciente a un hospital de peregrinos fundado por Aldovino, un monje perteneciente al grupo de francos que colaboró en la repoblación de la ciudad. Natural de la comarca de Perigord, dedicó la iglesia al patrón de su tierra, San Front, que luego dio nombre al templo y a todo el barrio.

El final de la ruta, de casi una veintena de kilómetros, nada mejor que hacerlo entrando en la ciudad por el puente románico que durante siglos condujo a los caminantes al interior de la ciudadela amurallada. Un paso obligado para los peregrinos que tienen además a tiro de piedra el albergue puesto a disposición de los caminantes por el Ayuntamiento de Zamora en las inmediaciones de la iglesia románica de San Cipriano.

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