Diario de Valladolid
Publicado por
Arturo Alvarado
Valladolid

Creado:

Actualizado:

Seguro que usted conoce ese juego para desarrollar la inteligencia infantil que consiste en introducir piezas geométricas regulares por unos agujeros con bordes de la misma forma.

Ni dudo de la inteligencia de Garitano, ni de su capacidad como entrenador, pero da la impresión de que se está empeñando en meter el círculo donde el rectángulo, la media luna donde el rectángulo y la estrella donde el rectángulo. No entran ni a golpes. A veces mete el rectángulo donde el rectángulo. Y la cosa parece que marcha.

A su favor cabe decir que en estos inicios de temporada los perfiles de las piezas son neblinosos. Pero hay un aspecto preocupante. Y es que Garitano siempre ha metido rectángulos. Le ha funcionado porque era siempre ése el hueco preciso.

Cuando subió con el Éibar de Segunda B a Segunda, se basó en un juego de permitir un falso dominio y salir rápido a la contra. Manejaba un presupuesto normal y no contaba con excesiva presión por ascender. En la categoría de plata era la escuadra más pobre y abundó en su forma de juego. Desde el principio le dio réditos. ¿Para qué cambiarla? Acabó líder.

Ya en Primera, a una distancia económica sideral del resto, estaba más que nunca obligado a perpetuar su estilo. ¿Cómo buscar el dominio con un equipo que reunía aún a jugadores de la época de Segunda B? Funcionó como un reloj hasta que un cúmulo de circunstancias quebraron al Éibar en la segunda vuelta.

Pero el panorama ha cambiado. Garitano se encuentra en Valladolid con el cuarto presupuesto más alto, un club histórico acostumbrado a Primera y un gusto general por el fútbol que no contempla el juego a la contra como un modo de diversión.

Todo esto podía ser enterrado por una plantilla hecha a medida para su estilo, que ofreciese buenos resultados con cierta vistosidad. Sin embargo no ha sido así hasta ahora. Las dudas se agolpan.

¿Esperar a los nuevos? El teórico ataque ideal lo compondrían Tiba como mediocentro ofensivo, Alfaro y Del Moral en los extremos, Óscar como mediapunta y Diego Rubio arriba. ¿Presentan los encargados de surtir a éste de balones los rasgos propios para esperar al rival agazapados y salir rápido a la contra? ¿O son jugadores para controlar y administrar el balón? La otra posibilidad, ya vista, es contar con los más rápidos Villar, Mojica, Guzmán o Rodri. Pero, con todos los respetos, ni estos han brillado cuando han tenido la oportunidad (sólo ha destacado el primero) y el equipo descendería de nivel hasta fundirse en la clase media.

Garitano se encuentra ante un dilema. O convence a la plantilla de que puede ser eficaz con su estilo, o cambia él. Otra cosa sería un suicidio. Porque el buen entrenador es el que saca el máximo provecho de sus jugadores, según sus características.

tracking