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El vallisoletano Héctor Melero, primer fiscal invidente del país: "Los límites te los pones tú"

Se cumplen cinco años desde que este vallisoletano, que ejerce en Valencia, sacara plaza: "La discapacidad existe, pero dentro de esa barrera los límites te los pones tú. Yo no sería buen fotógrafo"

El vallisoletano Héctor Melero, fiscal en Valencia, y su perro guía Anís.

El vallisoletano Héctor Melero, fiscal en Valencia, y su perro guía Anís.FOTO CEDIDA POR H. MELERO

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Valladolid

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El primer juicio del vallisoletano Héctor Melero como fiscal estuvo motivado por un robo con violencia a la salida de un bingo y, lejos de tratarse de un procedimiento cualquiera, casualmente resultó un ejemplo de barreras derribadas.

Melero, el primer fiscal ciego del país, se estrenó en un juicio con un hándicap extra que solventó con apoyo: multitud de imágenes de cámaras de seguridad sin sonido. «Curiosamente fue un juicio donde estuvimos una hora viendo imágenes de cine mudo porque eran cámaras de seguridad. Yo pensé, ‘jobar, si van a ser todos los juicios así esto de la vista va a ser muy importante...’ pero realmente ese fue en el que más lo noté, y una funcionaria de apoyo me describió todo lo que salía en la pantalla». Así, de manera razonable y sencilla, se resolvieron esos inconvenientes iniciales, y hasta ahora.

Cuando se cumplen cinco años de que el vallisoletano se convirtiera en el primer invidente en aprobar la oposición de la carrera judicial y fiscal, Melero explica cómo disfruta plenamente de su trabajo en la Fiscalía provincial de Valencia: «La adaptación ha sido muy favorable y la acogida de los compañeros, muy buena. He tenido el apoyo de todos».

Anís, más que un guía

Desde el pasado mes de mayo cuenta además con un compañero muy especial, su perro guía Anís, un labrador retriever que le facilita su rutina y la inclusión. De hecho, Anís se ha convertido en uno más dentro de la maquinaria de la Justicia, aportando la inusual imagen de un disciplinado perro en la sala. «Me ayuda en mis desplazamientos y es una experiencia maravillosa a la que me estoy adaptando todavía porque supone un gran cambio en mi movilidad y en mi día a día. Los cambios siempre suelen venir para bien», asegura sobre su nuevo ‘socio’.

«Viene conmigo a todos los sitios y se encarga de que mi movilidad sea más fácil. No lo tuve antes porque es un proceso costoso, cuando opositaba no me movía nada y estaba todo el día en la silla estudiando. Lo solicité cuando aprobé y hay mucha demanda, pero estoy tremendamente agradecido a la Fundación ONCE», expone.

Anís es sigiloso y responde con resolución a lo que se espera de él. «Muchas veces ni se dan cuenta de que está tumbado debajo de la mesa porque está preparado para ser muy discreto. Es su trabajo».

Sobre sus inicios laborales, Héctor reconoce que «a veces cuesta, pero como a cualquier persona que empieza a trabajar». «En mi caso estoy muy contento. La Fiscalía me ha recibido muy bien y en mi día a día he pasado por tres secciones. En primer lugar, estuve un año y medio haciendo juicios y señalamientos, el proceso de juicio oral; luego he estado dos años en el Juzgado sobre la Mujer, que ha sido una experiencia maravillosa, y ahora he vuelto a mis orígenes, a llevar juicios, que es lo que más me gusta. Me gusta más hablar que escribir», indica este fiscal vallisoletano.

Su vocación viene de atrás, pero no siempre estuvo tan definida. Cuando era pequeño ya deseaba cursar esta titulación, aunque no sabía que sería fiscal. «Siempre me ha gustado litigar y discutir, es algo innato en mí. Sabía que quería estudiar Derecho, pero durante la carrera, y también porque mi preparador para la oposición era fiscal, decidí elegir la Fiscalía como un modo de vida y no me arrepiento para nada. Desde siempre, desde que era muy pequeño, quise hacer Derecho. Quien me conoce lo sabe. Y en Valladolid tienen una facultad extraordinaria. Qué bien haber cumplido el sueño», celebra.

Su objetivo siempre estuvo claro y lo mantiene: «Contribuir a la defensa de la legalidad y los intereses de los más desfavorecidos, de los ciudadanos. Nosotros tutelamos, protegemos y defendemos los intereses de los más desfavorecidos, como pueden ser las víctimas del delito, los niños o las personas con discapacidad. Actualmente estoy llevando delitos de odio, y es un campo que cada vez me gusta más. Es verdad que cada vez nos encontramos con más procedimientos y la intolerancia por parte de la sociedad está en auge».

Sin embargo, subraya que a nivel personal nunca se ha topado con este tipo de actitudes: «Rotundamente no. Sí que es verdad que hay veces que hay personas a las que les cuesta entender en algunos momentos las necesidades de una persona con discapacidad, pero no, no me he encontrado intolerancia».

De hecho, sobre lo que le aporta personalmente su desempeño profesional, Héctor Melero concluye en positivo: «Teniendo claro que se trata de un trabajo, me hace muy feliz cada día hacer Justicia, hacer mis juicios y mi trabajo».

Quien lleva con humildad el saberse el primer fiscal invidente del país, no esquiva abordar la cuestión de las limitaciones: «Como toda persona que tiene unas barreras, cualquiera puede llegar donde quiera, siempre asumiendo ciertas limitaciones. Evidentemente es una cosa obvia que yo no puedo ser buen arquitecto, buen óptico o buen fotógrafo. Uno tiene su discapacidad; la discapacidad existe y es una barrera que hay que asumir, pero dentro de esa barrera los límites te los pones tú».

«Recuerdo a una persona que aprecio mucho, un médico en silla de ruedas, que cuando estábamos dando una charla conjunta dijo ‘¿qué pasa, que hoy en día operamos con los pies?’ Fue una frase completamente descriptible de que hay que ver en qué ámbito estamos y dentro de ese ámbito atender las situaciones donde se puede o no se puede. Evidentemente, a la hora de hacer un juicio pienso que gracias a los medios que se nos otorgan, como el expediente digital que hace que se pueda leer y que es exactamente el mismo para todos, no hay ningún problema. También existen personas de apoyo que pueden ayudar a las personas con discapacidad cuando lo medios no son los idóneos».

Pese a alguna dificultad puntual, este jurista se muestra «muy contento» por su trabajo. «En algún momento, en alguna circunstancia, hay alguna persona que no es muy favorable a las personas con discapacidad en ciertos ámbitos, pero con esfuerzo les vas demostrando que podemos hacer exactamente lo mismo. Ahora por ejemplo tengo un problema con el programa de gestión de la Administración, que no es accesible, pero me comentan que tienen intención de solucionarlo. Últimamente estoy teniendo más barreras de lo habitual, pero seguro que pronto se solucionan», confía Melero.

Este apasionado de las leyes nació en Valladolid, donde pasó su infancia y juventud, pero se siente también de Valencia por su familia. Hace cinco años saltó a los titulares de la prensa al convertirse en el primer ciego en aprobar las oposiciones de las carreras judicial y fiscal, después de que en 2014 se permitiese el acceso a los invidentes. Ya cuando superó las pruebas reconocía el importante papel de los avances tecnológicos en la integración real y aseguraba que «cada vez hay menos barreras gracias a la tecnología».

Aficionado al ajedrez y licenciado en Derecho por la Universidad de Valladolid, este vallisoletano de 26 años utilizó un transcriptor de textos a voz para el estudio en el que se jugaba la plaza. «La oposición sí fue dura, como todo este tipo de oposiciones que tienen muchos temas», apunta sobre los tiempos en los que concentró todo su esfuerzo para conseguir alcanzar una meta que finalmente conquistó en 2020.

Las enseñanzas de su propia experiencia llevan a Héctor Melero concluir que «la vida es dura, pero con esfuerzo se consiguen las cosas».

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