CALLES Y PLAZAS
La calle de los cuatro coches de Valladolid
Conecta La Circular con la antigua fábrica La Cerámica, uno de los conjuntos más emblemáticos del patrimonio industrial

Al fondo, la calle Veinte Metros en la plaza de La Circular.
Imagínate cuatro coches alineados, una pista de bolos completa o la altura de una torre eléctrica: esa podría ser la anchura de la calle Veinte Metros, sin embargo, quedó solo en su nomenclatura. Sus dueños la proyectaron con ese ancho, pero se redujo al construirse las primeras edificaciones porque lo consideraron una «exageración», según relata el historiador y arquitecto Juan Agapito y Revilla en su libro 'Las calles de Valladolid: nomenclátor histórico'. Un proyecto urbanístico fallido que permanecerá para siempre en el callejero y en el corazón de sus vecinos, que están «contentos» con el nombre.
Y es que esta vía, que forma parte de Vadillos, es un termómetro de la vida del barrio. En cada rincón se refleja el día a día de sus moradores. Un libro abierto que permite entender cómo era la vida en épocas pasadas y en la actualidad. Nada está ahí por casualidad. Tiendas, bloques de pisos, casas, árboles, plazas de aparcamiento, fachadas... reflejan el paso del tiempo y son testimonio de las transformaciones políticas, sociales y culturales.
La calle Veinte Metros conecta la plaza de La Circular con la antigua fábrica La Cerámica, uno de los conjuntos más emblemáticos del patrimonio industrial, situado en lo que hoy es la plaza de la Danza. Este rincón es un emblema del barrio. Abrió en 1908 para impulsar una zona en el extrarradio de la ciudad. Ahora es un supermercado y mantiene su estructura original.
Del final al inicio o viceversa, según donde empieces. En el hall de entrada está Unicaja Banco y un poco más adelante la peluquería de Laura Álvarez. Abrió este negocio en junio de 2012. «La calle ha cambiado mucho, sobre todo, con el cierre del Gadis –local que ahora ocupa Rastro Remar–», relata. No obstante, asegura que su clientela sigue siendo «fiel» gracias al «boca a boca». Eso sí, reconoce que el cierre de los negocios hace que cada vez menos personas pasen por delante de su establecimiento.
La misma sensación es la que tiene Olga Ovejero, propietaria de la vinoteca El Majuelo de Carlos, una auténtica joya para los amantes del vino. En ella se pueden encontrar referencias con denominación de origen. Además, en la trastienda esconde su mayor tesoro: un casino. Sí, como lo leen. La diferencia con el tradicional es que en este el objetivo es beber vino de una forma diferente. La gente no va a ganar dinero, sino a jugarse las elaboraciones con una dinámica de pruebas y tarjetas. El crupier se sustituye por el sumiller. 'La suerte está echada' o, más bien, 'el vino agrada y el agua enfada'.
Fruterías Javier es otro negocio histórico de Veinte Metros. Su propietario, Javier Criado, levantó la persiana hace 40 años cuando «un local vacío tardaba menos de 20 minutos en alquilarse». Ahora, según lamenta, «pasan años y nadie lo hace». Es más, comenta que «todo lo que se cierra no se vuelve a abrir». Mira con pena a una calle «muy bonita», en la que había de todo: pescaderías, carnicerías, charcuterías, fruterías, bares, cerrajerías... «Hasta una fábrica de cerámica», presume Javier, quien recuerda que enfrente de su tienda había una vaquería (hace 80 años) –en lo que ahora ocupa la clínica dental Denticenter–. «Su dueña sigue viniendo a mi frutería». Además, cuenta que su propietaria vive en una de las dos únicas casas molineras que hay en esta vía. Todo lo demás son edificios, algunos bastante nuevos.
Reparaciones Valladolid es otro establecimiento «de siempre». María Matey es su dueña. Junto a su marido desembarcó en el barrio desde su Segovia natal para buscarse un «porvenir» y lo encontraron en esta travesía. Se dedican a la reparación de electrodomésticos, si bien, tal y como relata, solo le queda «un año y pico» para la jubilación y ahora más bien su principal labor es la venta de repuestos. «Hemos tenido que adaptarnos a los nuevos tiempos», señala antes de indicar que sus clientes vienen de muchos lugares porque existen pocos establecimientos de este tipo.
Echa la vista atrás y rememora cómo en la calle hubo un taller de coches, una tienda de lanas, el bar Safarí, un local de compraventa de vehículos, una droguería grande –en lo que hoy está Reformas y Cocinas Díez– y un almacén de encurtidos. «Cuando íbamos a arreglar algún electrodoméstico siempre nos regalaba aceitunas. El dueño murió y continuaron con el negocio su mujer y su hijo. Al año y medio cerró. Nos dio mucha pena», subraya para, a continuación, añadir que era una zona «muy comercial y de paso».
Jorge Díez es el propietario de la tienda de electrodomésticos Mi Electro. Llegó en 1978. De aquella época a esta, «todo ha cambiado mucho», admite. El problema, a su parecer, es «la falta de relevo generacional y la evolución del mercado». A esto se suma, agrega el comerciante, «el poco interés por aprender un oficio». En su caso, está feliz por seguir atendiendo a sus clientes que siguen confiando en su profesionalidad.
La calle Veinte Metros no se puede recorrer sin hacer una parada en Miguel Ángel, una tienda dedicada al enmarcado de cuadros y restauraciones. Aterrizó en la zona hace 52 años. De hecho, es el establecimiento más antiguo. Muchos de sus coetáneos cuelgan carteles con las palabras que nadie quiere poner ni leer: 'Se vende' o 'Se alquila'.
Miguel Ángel Olcese –'Min' como todo el mundo lo conoce– es una autoridad en Veinte Metros. Todos le conocen y a todos conoce. Relata cómo la vía «ganó mucha más visibilidad» cuando se derribó la tapia que les separaba de la calle Unión. Aparte de cuadros y pintura, es un amante del fútbol.
Por este motivo, su tienda se convierte en muchas ocasiones en centro de reunión para tertulias del Real Valladolid. En esta línea, cuenta muy orgulloso cómo Onésimo Sánchez 'hacía pellas' para ir a su establecimiento a practicar con el balón. «Llegaba a hacer hasta 600 toques y se quedaba con la pelota en los pies durante mucho tiempo», sostiene.
Otra anécdota que ocurrió en su establecimiento fue cuando entraron a robar a las cuatro de la madrugada. «Me llamó la policía. Habían entrado por la parte de abajo de la puerta y se llevaron el cuadro colocado en el caballete y una bolsa de almendras que me había regalado un amigo».
Así transcurre el día a día en esta vía que mucha gente recuerda por los cubatas baratos del Leo o la tienda Apedales, que cuenta detrás de su mostrador con el que fuera el mecánico más joven de la Vuelta a España con BH-Amaya. Raúl Alonso Tamayo quiere traspasar a su 'niño', que montó sin ayuda de nadie hace más de dos décadas. También los más veteranos del lugar recuerdan de oídas la fábrica de malta de José Santos Marcos. Desde Fresno el Viejo hasta la capital del Pisuerga con el fin «de probar suerte en el comercio». Dejó su sello en esta travesía y en dos establecimientos más de comestibles, sin dejar de lado la mítica tienda de artículos de plástico.

Vista aérea de la plaza Circular en 1970.
El entorno de la calle Veinte Metros en otra época.

La plaza Circular, donde confluye la calle Veinte Metros, en una imagen de 1970.
El entorno de la calle Veinte Metros en otra época.

Vista aérea de la plaza Circular, donde confluye la calle Veinte Metros, en una imagen de 1982.
El entorno de la calle Veinte Metros en otra época.

La plaza Circular, donde confluye la calle Veinte Metros, en una imagen de 1979.
El entorno de la calle Veinte Metros en otra época.

Jorge Díez, dueño de la tienda de electrodomésticos Mi Electro, en el número 29.
La calle Veinte Metros en la actualidad.

La calle Veinte Metros en la actualidad.
La calle Veinte Metros en la actualidad.

Raúl Alonso, dueño del establecimiento de venta y reparación de bicicletas Apedales, en el número 26.
La calle Veinte Metros en la actualidad.

La calle Veinte Metros en la actualidad.
La calle Veinte Metros en la actualidad.

Laura Álvarez, dueña de la peluquería Laura Unisex, en el número 6.
La calle Veinte Metros en la actualidad.

Olga Ovejero, dueña de la vinoteca El Majuelo De Carlos, en el número 18.
La calle Veinte Metros en la actualidad.

La calle Veinte Metros en la actualidad.
La calle Veinte Metros en la actualidad.

Javier Criado con Asun Hernández, dueños de Fruterías Javier, en el número 21.
La calle Veinte Metros en la actualidad.

La calle Veinte Metros en la actualidad.
La calle Veinte Metros en la actualidad.

María Matey, dueña de la tienda de reparación de electrodomésticos Reparaciones Valladolid, en el número 22.
La calle Veinte Metros en la actualidad.

La calle Veinte Metros en la actualidad.
La calle Veinte Metros en la actualidad.

María José Prieto, dueña de la peluquería María José Prieto, en el número 30.
La calle Veinte Metros en la actualidad.

La calle Veinte Metros en la actualidad.
La calle Veinte Metros en la actualidad.

Wesly Gallego, dueño del estudio de tatuajes Nirvana Family Art, en el número 32.
La calle Veinte Metros en la actualidad.

La calle Veinte Metros en la actualidad.
La calle Veinte Metros en la actualidad.

Miguel Ángel Olcese, dueño de la tienda de enmarcación Cuadros Miguel Ángel, en el número 31.
La calle Veinte Metros en la actualidad.

La calle Veinte Metros en la actualidad.
La calle Veinte Metros en la actualidad.

Alicia Sanz, dueña de la peluquería Destellos, donde lleva 25 años, en el número 31.
La calle Veinte Metros en la actualidad.

La calle Veinte Metros en la actualidad.
La calle Veinte Metros en la actualidad.

Estefanía Rodas, trabajadora del locutorio y agencia de viajes La Pura Vida Viajando, en la esquina con la calle Príncipe.
La calle Veinte Metros en la actualidad.

La calle Veinte Metros en la actualidad.
La calle Veinte Metros en la actualidad.

Carlos de la Cal con Miguel Alonso, equipo del taller de diseño y serigrafía CRAFTED, en el número 34.
La calle Veinte Metros en la actualidad.

La calle Veinte Metros en la actualidad.
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La calle Veinte Metros en la actualidad.
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La calle Veinte Metros en la actualidad.
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