Diario de Valladolid

Barrio a barrio | Calles y plazas

Una plaza de ciudad con sabor a pueblo

Rodeada de soportales, la plaza Carmen Ferreiro es el centro de gravedad de San Pedro Regalado y el punto de partida y llegada de la línea 2 de autobuses, el cordón umbilical que une el barrio con el resto de Valladolid

La plaza de Carmen Ferreiro en 1970 del barrio de San Pedro Regalado de Valladolid - ARCHIVO MUNICIPAL

La plaza de Carmen Ferreiro en 1970 del barrio de San Pedro Regalado de Valladolid - ARCHIVO MUNICIPAL

Publicado por
Fernando Martín
Valladolid

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Los soportales son habituales en muchas plazas de pueblo de la Castilla profunda, pero también de las ciudades. La plaza Mayor de Valladolid es un  ejemplo, como lo es la plaza Porticada del barrio de Girón y la plaza Carmen Ferreiro, en San Pedro Regalado. De las tres, esta última es la más pequeña, pero, como las otras dos, es el centro de gravedad del barrio.

Mucho han cambiado las cosas en la plaza Carmen Ferreiro desde los orígenes de este barrio, que lleva el nombre del patrón de la ciudad.  Fue el patronato de San Pedro Regalado, cuyo primer presidente fue el arzobispo de Valladolid Antonio García, el que promovió el desarrollo de esta zona, de ahí el nombre, que luego impulsaría uno de sus sucesores: el también arzobispo Marcelo González, vallisoletano, de Villanubla, a la postre cardenal primado de España.

 Las primeras casas se entregaron en el año 1952 y a partir de ahí el núcleo original creció como si de un pequeño pueblo en el extrarradio de la ciudad se tratara. Una placa colocada en la calle Villalón recuerda el  medio siglo de la fundación de San Pedro Regalado, cumplido en 2002,  por lo  que este 2024 alcanzará los 72 años. Y ahí, junto a la calle Villalón,  la plaza de Carmen Ferreiro es testigo de los cambios operados en estos más de 70 años de vida del barrio.

Llama la atención, de entrada, una gran edificio que se asemeja al ayuntamiento que muchos pueblos tienen en la plaza.  Al acercarse, en una inscripción puede leerse  ‘Grupo Escolar González Regueral’. Hay que bucear en el archivo para averiguar que el edificio que hoy alberga el centro cívico de San Pedro Regalado lleva el nombre del que fuera alcalde de Valladolid entre 1949 y 1957, José González-Regueral y Jové. En este edificio se abrió una escuela de niñas -eran los tiempos en los que niños y niñas estaban separados en la escuela-  mientras en la parte trasera se encontraba la de los niños.

 Cerradas ambas, con el tiempo la escuela pasó a ser el centro cívico y desde 1999 alberga también un centro de día para  enfermos de alzheimer. En las instalaciones, regentadas por la asociación de familiares de  los enfermos, reciben atención 134 afectados por esta dolencia cerebral. Elvira Piñón lleva 27 años en el centro de día y recuerda cuando en la plaza había un kiosco, una panadería, una pescadería y un bar.

 De los cuatro establecimientos,  hoy sólo sobrevive el bar, ‘El cafelito’, que hace las veces también de administración de lotería y apuestas. Muy concurrido en esta mañana de febrero, los clientes  aprovechan la atípica temperatura en un mes que suele ser frío para tomarse  la consumición el la terraza instalada bajo los soportales. Otro signo de los tiempos: las terrazas  de los bares ya permanecen en la calle todo el año, algo impensable tan solo hace una década.

Que el barrio mantiene cierta semejanza con un pueblo lo demuestra el hecho de que solo hay una tienda y dos bares. Con dos grandes superficies próximas, mantener un comercio parece una empresa condenada al fracaso.

Y, como en los pueblos, la plaza de Carmen Ferreiro tiene su fuente, heredera de otra anterior que existió hasta los años 90.  La plaza, como muchas de las calles del barrio, llevan los nombres de algunos de los promotores de San Pedro Regalado. Carmen Ferreiro fue la esposa de Arturo Moliner, un empresario y abogado que contribuyó al desarrollo del barrio. Para la esposa fue el nombre de la plaza y para el marido una calle que discurre perpendicular. En la calle Villalón, otra de las que da a la  plaza, otra placa instalada en una casa recuerda que pertenece al ‘Grupo Antonio García’, arzobispo de Valladolid y primer presidente del patronato de San Pedro Regalado. Carmen Ferreiro, Arturo Moliner, Antonio García y González Regueral mantienen su memoria con sus nombres inmortalizados en torno a la plaza.

La que en invierno  ofrece un aspecto un tanto desangelada, en la fiesta del patrón, entre el 12 y el 15 de mayo, se transforma. El barrio tiene su propio programa de fiestas para San Pedro Regalado, el patrón de la ciudad, y la plaza Carmen Ferreiro se engalana para la ocasión.  Pese a no ser de grandes dimensiones, es el espacio más abierto en un barrio de calles estrechas por las que no pueden pasar los camiones de bomberos,  un problema que no tiene remedio.

La plaza, y esto hace de ella un enclave vital para el barrio,  es también el punto de llegada y de partida del autobús de la línea 2, el cordón umbilical que une San Pedro Regalado con el resto de la ciudad y que llega hasta Covaresa, la zona más al sur de la capital si se excluye el pìnar de Antequera y Puenteduero.

Tan distante del centro urbano cuando empezaron a construirse las primeras viviendas, se ha acercado hasta unirse. 

La plaza de Carmen Ferreiro es, en cuantio a construcción, una representación a pequeña escalde de lo que es San Pedro Reglado. El perímetro de este punto central del barrio lo componen viviendas bajas, de dos alturas, que en principio ocuparon los maestros que impartían clases en  el Grupo Escolar  González Regueral. Como la plaza, el  barrio conserva en gran medida su antigua estructura, aunque modernizada.

Hoy, San Pedro Regalado, en sus inicios un barrio en las afueras ya está conectado con la trama urbana. En la parte más próxima a la ciudad, el plan parcial Los Viveros, aprobado en 2006, avanza y  acabará por juntarse con el viejo barrio. La previsión es construir 900 viviendas en las 24 parcelas de los Viveros, que pasará a ser la retaguardia de San Pedro Regalado hasta el límite con el río Esgueva. Pese a construirse con setenta años de diferencia San  Pedro y Los Viveros son hoy zonas hermanadas.

Y pese a ser un barrio por el que  la gente no pasa, existe un flujo de parejas jóvenes que se instalan y que son el relevo generacional para una zona que necesita savia nueva y en la que viven unas 3.000 personas.

Para todos, la plaza Carmen Ferreiro sigue como símbolo de la esencia de un barrio que mantiene mucho de lo que aportaron los fundadores. Seguro que Arturo Moliner y Carmen Ferreiro reconocerían, tras el baño de mordernidad después de tantos años , su plaza y su calle.

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