Diario de Valladolid

BARRIO A BARRIO | CALLES Y PLAZAS

La plaza del soñador de Valladolid

Soñó con levantar un barrio allá en lo alto donde el viento silba con garbo y el abrigo casi nunca sobra. Decisivo para el Real Valladolid e impulsor definitivo de Parquesol, la plaza mayor de esta zona lleva su nombre

Panorámica de Parquesol en 1984 a la izquierda la actual ubicación de la plaza Marcos Fernández de Valladolid - ARCHIVO MUNICIPAL DE VALLADOLID

Panorámica de Parquesol en 1984 a la izquierda la actual ubicación de la plaza Marcos Fernández de Valladolid - ARCHIVO MUNICIPAL DE VALLADOLID

Publicado por
Alicia Calvo
Valladolid

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Hay nombres que quedan ligados a lugares para siempre. El suyo es uno de esos. Quienes lo conocieron, lo recuerdan. Pero quienes nacieron después de su fallecimiento y viven en Parquesol también han oído hablar de él, algunos incluso sin saberlo. Es él, el soñador del barrio , aquel empresario que supuso un revulsivo para el equipo de fútbol de la ciudad, que dio al Real Valladolid el balón de oxígeno económico necesario en tiempos difíciles, un presidente blanquivioleta muy querido por la afición y por la ciudad. Es quien imaginó un barrio en la gallinera de la ciudad, allí en lo alto donde el viento silba con garbo y los abrigos casi nunca sobran. Marcos Fernández murió en 1998, pero una plaza le homenajea cada día. No una plaza más. Sino la que concentra toda la vitalidad de un barrio que nació muy joven y que poco a poco se va haciendo mayor. 

En la plaza Marcos Fernández siempre hay gente. Incluso una tarde oscura de lluvia como la del jueves pasado. Cuando los comercios están a punto de cerrar, muchos vecinos de recogerse en casa y otros de tomarse la última, la luz del escaparate de Monedero sigue prendida. Dentro, Belén Caballero, que lleva casi 40 años trabajando para la mítica cadena, cuenta que la tienda lleva ahí «más de 20 años». Y desde el mostrador tiene una visión muy positiva de su alrededor: «La vida en la plaza es una maravilla. Sobre todo en verano está llena de niños correteando, con el balón y las bicis y los padres sentados en los bancos, que necesitaría más, en las escaleras o las terrazas. Sales a las 20.30 y te llena porque se ve vitalidad»,  relata. 

Pero si al sol le da por asomarse y los más peques de la casa ya han salido del colegio la explosión de movimiento es brutal. En el Bazar Oriental bien lo saben y medio en broma medio en serio Elisa Yin, trabajadora del establecimiento comenta que «los viernes son tremendos con muchísimo alboroto con mogollón de niños». «A diario está más tranquilo», apostilla.

Donde también se sientan pequeños y mayores es junto a la piedra bajo el busto que preside el lugar y representa a Marcos Fernández , ese empresario leonés ( Villarejo de Órbigo , 1937-1998) que a mediados de los 80 impulsó definitivamente ‘su’ Ciudad Parquesol, que adquiría una nomenclatura idéntica al de su inmobiliaria. Retomó el proyecto del plan urbanístico de otro presidente del Pucela, Antonio Alfonso, que en los 70 adquirió suelo para urbanizar en ese ‘cerro de la gallinera’, ocupado por terrenos agrícolas y alguna casa baja. Si Alfonso compró casi 300 hectáreas en las que el ‘Plan Parcial Parquesol’, aprobado en 1978, proyectaba casi 12.200 viviendas y el ayuntamiento paralizó. Fernández en 1985 lo cambió de nombre y fue más práctico. Proyectó de nuevo gran cantidad de viviendas (pero menos) que finalmente fueron tomando forma y poblando esas empinadas cuestas de bloques en altura, al estilo manzanas  estadounidenses, tan característicos de ese barrio.

Su aportación a la ciudad fue más allá de su actividad inmobiliaria. Fue decisivo para el Real Valladolid en una etapa complicada. Encabezó la ‘delegación’ empresarial que inyectó la cantidad económica necesaria para que el club se reconvirtiera en sociedad anónima deportiva cuando la ley lo exigió de repente. Ya como presidente, firmó en la temporada 92-93 un ascenso que supo a gloria. 

Y en medio de todo, una plaza homenaje que adquiere el nombre de su creador en 1998, en año de su muerte por leucemia. Un reclamo para días de fiesta y de diario. Si hay verbena, los pasos de baile se dan sobre esos adoquines, y si el tiempo da un respiro en las terrazas no dejan sillas libres. Es el punto de referencia para quienes no son del barrio y el de encuentro para los que sí. El centro neurálgico de una zona que ha ganado en los últimos tiempos infraestructuras como el centro de mayores, que está muy próximo a esta plaza, y también dos elevadores que conectan sus cuestas con la avenida Salamanca y con el estadio.

En el local de Ángeles Duque Estilista, para el que hay que cruzar, la clientela alaba estos adelantos. «Es muy cómodo y la gente está muy contenta y habla mucho de ello», indica Duque, que considera «un acierto» su cambió de su ubicación de la zona baja de Parquesol a la actual. «Estoy contentísima con mi negocio porque no es un barrio que se cierre a un estilo, hay de todo y eso me da muchas posibilidades». Para esta profesional la plaza además de lugar de reunión supone una especie de división invisible. «De aquí para arriba hay más gente joven, para abajo, por Mateo Seoane Sobral, más mayor, aunque hay de todo en todas partes», apunta.

A su lado se encuentra uno de los locales míticos de la zona, pero no el único. Tras la barra del Déjate Besar, Tomás Martín sirve directamente la bebida a una pareja sin necesidad de que pidan. «Esta plaza es muy familiar, como este negocio», comenta sin necesidad de explicación. Él, en cambio, sí notaba más movimiento antes. «Ahora, sobre todo en estos meses, está algo más tranquila, pero en verano es cuando más se disfruta de la plaza. «La clientela es el 90 y pico por ciento la misma. Somos una especie de gran familia. Los matrimonios venían a lo mejor hace años y luego los conoces con niños. Aquí también se nota cómo la media de edad va subiendo», indica. 

Muy cerca está La Habana , que tras pasar por distintos dueños y nombres, hace un par de años rescató el nombre inicial de cuando era un local para tomar algo con ordenadores a disposición y lo ha reconvertido en un bar con esencia propia. Miguel Ángel Sampedro , encargado, señala que de echar en falta algo sería «más ambiente de noche», pero subraya que está en un barrio «tranquilo, con poder adquisitivo y muy grande». De hecho, está ahí con las Delicias como los dos con más población de la ciudad. 

Pero si hay un establecimiento de esos de toda la vida, de los que parece que estaban antes que la propia plaza, ese es el pub bar Tejavana . Quién de Parquesol no ha entrado a la zona de mesas de la entrada o de arriba a tomar algo o se ha decantado por una terraza bastante llena. Los jóvenes que allí jugaron alguna partida de billar o dardos y se reunían con colegas o parejas de juventud vuelven con algún año encima y notan cómo el sabor del Tejavana se mantiene. Está en el mismo lateral que la cafetería restaurante Vasi’s , otro con solera, que cumple una década allí. «Ha cambiado a mejor, han abierto negocios y los fines de semana hay muchos clientes», expresa un trabajador del negocio, Alberto Santos. Entre ambos negocios veteranos, una incorporación más reciente, La Bahía. 

En la otra ‘acera’, además de Monedero, las oficinas de Correos y algún portal de oficinas está el bar Marengo y la peluquería Isa&Lou , regentada por Lourdes González , casi una recién legada a una plaza que ve como «la mejor zona de Parquesol». «Es incomparable por el ambiente, no lo tienes en ningún otro sitio», sostiene sobre ese lugar que recuerda al que un día soñó con convertir unas tierras y muchas cuestas en una pequeña ciudad dentro de Valladolid. Y lo consiguió.

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