Diario de Valladolid

LA RONDILLA

Un barrio de acogida en Valladolid

La convivencia es su plato fuerte, su mejor carta de presentación. Vecinos de más de 50 países comparten afanes y quehaceres en el emblemático barrio vallisoletano en el que nadie se siente extranjero

JUAN MIGUEL LOSTAU. 14/12//2022. VALLADOLID. COMUNIDAD DE CASTILLA Y LEÓN. BARRIO DE LA RONDILLA. VISTA AÉREA DE LA RONDILLA EN 1996

JUAN MIGUEL LOSTAU. 14/12//2022. VALLADOLID. COMUNIDAD DE CASTILLA Y LEÓN. BARRIO DE LA RONDILLA. VISTA AÉREA DE LA RONDILLA EN 1996

Publicado por
Javier Álamo
Valladolid

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La convivencia es el plato fuerte de la Rondilla. En este barrio vallisoletano comparten afanes y quehaceres vecinos de más de 50 países . Abundan los españoles, sobre todo los vallisoletanos, pero año tras año llegan nuevos residentes que proceden de multitud de rincones del mundo. La Rondilla es un barrio de acogida. Es su carta de presentación, su mejor aval cuando sale a colación la convivencia. En este barrio nadie se siente extranjero . Y desde la Asociación de Vecinos predican con el ejemplo. Cada paso adelante que da el barrio constituye un logro para todo el vecindario, sin ningún tipo de exclusión.

En la Rondilla presumen también de tener en el barrio el mejor parque de Valladolid, Ribera de Castilla. Es el escenario del Cross Las Doce Uvas , la prueba que año tras año cierra el calendario deportivo de la capital con la participación de varios cientos de atletas de Valladolid, de Castilla y León y de otras comunidades autónomas. Es una de las grandes citas que muchos clubes nacionales tienen marcada en rojo en el calendario. Mientras en otras ciudades apuestan por la tradicional San Silvestre que se celebra en circuitos urbanos, los responsables del Club Deportivo Rondilla mantienen intacto el espíritu del campo a través. Un año más, la Rondilla se convirtió el pasado 31 de diciembre en el barrio por excelencia gracias a la tradicional carrera del cross que pone a prueba el tesón y la calidad de hombres y mujeres que desafían al frío y la dureza del recorrido.

El Cross de Las Doce Uvas pone en el mapa a este populoso barrio de Valladolid, pero el deseo general de sus más de 28.000 vecinos es que el protagonismo del día de San Silvestre se mantenga a lo largo del año con las mejoras que necesitan con urgencia . Una de ellas está relacionada con los aparcamientos. La dificultad que tienen los residentes a diario para encontrar una plaza es cada vez mayor. Las viviendas construidas en los años que impulsaron el barrio no tienen plazas de garaje y la falta de espacio en sus calles impide habilitar zonas para ese uso.

El problema surge mucho tiempo atrás. La construcción de los pisos se hizo de forma acelerada porque el tiempo se echaba encima . La gente de los pueblos se trasladaba a Valladolid a trabajar y necesitaba instalarse en la capital. Rondilla había dejado de ser una zona de huertas para comenzar la transformación con un aspecto más propio de un barrio. Pero esas prisas no fueron buenas consejeras, como se comprobó enseguida. Se edificaron pisos pequeños y no había espacio para más, ni ascensores ni plazas de cochera . El problema inicial, que entonces podía considerarse leve, se agravó con el paso de los años y se mantiene ahora. Las comunidades de vecinos buscan soluciones para disponer al menos de ascensores en los bloques y no es tarea sencilla. En función de cómo se construyeron las viviendas, en algunos casos existe la posibilidad de instalarse un ascensor, pero en muchos bloques resultaba imposible acometer esa obra. Los mayores comienzan a acusar ese esfuerzo que supone para ellos subir las interminables escaleras. Uno de los objetivos que persiguen los vecinos desde hace tiempo es llevar a cabo las obras necesarias para incorporarlos en los edificios más accesibles.

Desde el propio barrio recuerdan las decisiones que se adoptaron de forma atropellada a la hora de levantar edificios para albergar a quienes llegaban a Valladolid en busca de trabajo. Los vecinos que se instalaron muchos años atrás ya denunciaron lo que entendieron como un mercado especulativo que pretendía construir el mayor número posible de viviendas . Entonces, quienes accedieron a una vivienda sufrieron las consecuencias de verse rodeados de más y más edificios sin la posibilidad de contar con espacios verdes.

En la década de los 80 surgió el gran impulso del barrio. El Ayuntamiento de Valladolid adquirió terrenos privados y los aprovechó para abrir colegios e institutos. Llegaron al fin los años dorados a la Rondilla que dieron paso a la puesta en marcha de proyectos muy necesarios como el Centro de Salud y el de Personas Mayores. Las reivindicaciones lideradas por la Asociación de Vecinos y por otros estamentos creados para defender los derechos de sus residentes dieron su fruto y el barrio contaba con los equipamientos para atender las necesidades básicas de sus vecinos. La construcción del Centro Cívico facilitó en buena medida la integración de sus vecinos . La Rondilla había dejado de ser ese barrio con viviendas construidas a marchas forzadas, en muchos casos sin pies ni cabeza, para dar paso a una zona de la capital que reunía todos los ingredientes para convertirse en un barrio emblemático.

Rondilla destaca por ser un barrio repleto de diversidad y es que allí conviven los vecinos de Valladolid y los que llegaron a la capital procedentes de multitud de rincones del mundo como lo corroboran las más de 50 nacionalidades. En este sentido, el trabajo que desempeñan la Asociación de  Vecinos y la Fundación Rondilla va encaminado a facilitar la inserción de los últimos vecinos que se han instalado. «Llevamos muchos años conviviendo, Rondilla es un barrio acogedor» , afirman orgullosos desde la Asociación de Vecinos.

Uno de los grandes logros del barrio es abrir las puertas de la Escuela Infantil para reforzar esa convivencia que los vecinos de Rondilla defienden a ultranza. La labor encomiable de la Asociación de Vecinos, de la Fundación Rondilla y de la Asociación de Mujeres facilita la inserción sociolaboral de los residentes, así como su integración.

Decisiones equivocadas dieron luz verde a actuaciones que no eran urgentes en ese momento y echaron por tierra proyectos que sí necesitaban un empujón por parte de las autoridades. Los vecinos siguen pensando que el puente de Santa Teresa necesita un lavado de cara urgente. De vez en cuando se arreglan pequeños desperfectos y es cuando los residentes claman por lo que consideran «pequeñas chapuzas». Entendidos en la materia afirman de forma tajante que ese puente era «innecesario».

Pero ni las necesidades de sus vecinos ni las incomodidades que sufren frenan el cariño que los rondillanos le tienen al barrio . Quienes tuvieron posibilidad de trasladarse a otras zonas de la capital siguen comprando en las tiendas de toda la vida. «La Rondilla es un barrio muy activo, sus vecinos tienen conciencia de barrio y quienes marcharon vuelven con frecuencia a saludar a los amigos y aprovechan para hacer compras en los comercios de la zona», destacan de forma unánime residentes que conocieron los años difíciles del barrio y ahora aplauden su transformación. La cercanía de las viviendas con los diversos establecimientos del barrio fortalecen el comercio de proximidad. Los vecinos y antiguos residentes compran en las tiendas y contribuyen a que no echen el candado de manera definitiva.

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