Diario de Valladolid

Lino Rodríguez niega que utilizara Asaja y sus organizaciones para su enriquecimiento personal

En su declaración asegura no recordar viajes a París, Milán o Nueva York, donde realizó pagos con una tarjeta titularidad de una asociación creada al amparo de la organización agraria

Lino Rodríguez, expresidente de Asaja Valladolid,  declarando en el juzgado. / ICAL

Lino Rodríguez, expresidente de Asaja Valladolid esta mañana declarando. / ICAL

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Íñigo Arrúe
Valladolid

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Un tiro erróneo en la acusación, una venganza de antiguos compañeros. El expresidente de Asaja Valladolid, Lino Rodríguez, sostuvo ayer que todos los ingresos recibidos en la cuenta de la OPA fueron para cubrir la supervivencia de un sindicato con una economía muy precaria en su primera década (se constituyó en 1990) y nunca, insistió, para llenar su «bolsillo».  

De igual forma, justificó hasta los cargos más pintorescos en joyas y perfumes para hacer regalos a las trabajadoras de Asaja y como obsequios a las mujeres de los asistentes a jornadas de la OPA. Era su punto más débil dentro del capítulo de gastos con la tarjetas Oro de Asaja y por ello tiró de la muy conocida generosidad de Asaja con las parejas de los abnegados socios, algunos de los cuales «sacrificaban noches y fines de semana» para mantener viva la llama de Asaja, llegó a manifestar Lino. 

«Era público que se regalaban perfumes y joyas. Con las mujeres de la plantilla, por ejemplo, lo hacíamos cuando daban a luz», indicó Rodríguez, quien achacó su acusación a una «venganza» de una auxiliar,  M.Á.F.Y., que fue despedida por otros motivos, y al ex tesorero, Alberto Cano, que dimitió «tres segundos antes de ser cesado». 

Así trató de sacudirse exlíder agrario de las preguntas del fiscal en la primera sesión del juicio contra la cúpula de Asaja Valladolid y para quien la Acusación Pública pide 13 años de prisión y el pago de una indemnización millonaria. 

Pero la insistencia del acusador público tumbó como mínimo de forma parcial el discurso preparado, ya que Rodríguez acabó sumergido en una flagrante contradicción con sus propias palabras, especialmente cuando insistió en que Asaja y sus sectoriales no tenían conexión por poseer, cada una, «órganos de gobierno, NIF y vida propios». 

La prueba más sonrojante se produjo  cuando acabó reconociendo la realidad de su contrato, puro surrealismo: le pagaba el Grupo para el Desarrollo Rural Colectivo (Derco) constituido en Peñafiel el 1 de diciembre de 1994, y con F.S.E., como presidente. A pesar de ser Lino presidente de Asaja, le pagaba la nómina Derco, todo ello sin haber firmado el contrato y sin conocerse aún quién estampó la firma del empleador, ya que F.S.E. negó ser el autor de la rúbrica. 

Lino solo recordó que lo decidió el consejo rector de Asaja Valladolid, entre ellos el vicepresidente y acusado en esta causa, Gerardo Rico. Y lo decidieron, dijo, porque veían que Lino estaba dedicando de forma altruista todas sus energías a Asaja y además estaba desatendiendo su explotación agrícola. 

El fiscal, de maneras suaves y sin estridencias, seguía con su interrogatorio, sin soltar presa. A modo de recordatorio, entró como de puntillas en un hecho que afeó al ex líder de Asaja su aureola de mártir de la causa. Se trataba del momento en el que Lino Rodríguez decidió doblarse el sueldo, cuando la instrucción era que toda la plantilla debía de recortarse el salario, como así ocurrió. 

Rodríguez declaró que la decisión de recortar el sueldo de la plantilla se adoptó porque habían constatado que en las cuatro oficinas de Asaja en la provincia –Valladolid, Rioseco, Peñafiel y Medina del Campo–, el horario de tarde estaba en desuso y los socios se decantaban casi exclusivamente por acudir a las oficinas por la mañana. 

Las ‘coartadas’ del acusado siguieron en el resto de preguntas del fiscal. Insistió varias veces en que Asaja Valladolid era una entidad «privada» cuyos ingresos provenían de cuotas de socios, servicios, cursos de formación, publicidad y comisiones bancarias, y pidió al fiscal que no le preguntara por las organizaciones satélites de la OPA de la plaza de Madrid. «Todo esto lo digo por Asaja, no puedo responder de lo que hacían las sectoriales porque tenían sus órganos de gobierno», insistió el acusado.  Puesto de ‘ingeniero’

Llegado desde la prisión temporal de Dueñas, ya que está cumpliendo en la cárcel de Álava una condena de dos años y 8 meses de cárcel por un juicio anterior por falsedad en documento público y fraude en ayudas de la Junta, Rodríguez se definió como un agricultor que lo dio todo para impulsar el sindicato. «En el inicio no había dinero para nada. Los trabajadores no cobraban y se acumulaban las deudas con la Seguridad Social. Solo me dediqué a generar actividad y servicios. ¡¡Hice miles de kilómetros y quemé dos vehículos!!», clamó. 

Tan vital y agotadora resultó su intervención como motor de la OPA, que los compañeros de Asaja, dijo, le sugirieron que percibiese alguna remuneración de forma reglada y autorizada a través de porcentajes o comisiones. «Yo no quise», dijo, solemne. De ahí que surgiera la ‘idea’ de hacerle un contrato. El puesto fue de ‘técnico’, equiparable en sueldo a ingeniero agrícola. «No lo soy, tampoco lo firmé, pero recibía el sueldo», dijo.

Estuvo Lino relativamente entero hasta cuando expuso que todo fue una venganza del ex tesorero y que las responsabilidades de los movimientos bancarios había que pedirlas a los órganos de gobierno de las sectoriales. Había hecho una versión suya del dicho, ‘la culpa al maestro armero’, para hacerse con una propia ad hoc: ‘la culpa, al antiguo tesorero’. 

Pero el fiscal Luis Delgado, inasequible al desaliento, entró en velocidad de crucero para arrinconar al exlíder de Asaja. «¿Nos puede decir quién o quienes ordenaban los pagos en Asaja, quiénes tenían la última decisión?». 

Ahí empezó el titubeo de Lino, aunque apuntó al extesorero de Asaja Valladolid hasta 2013, Alberto Cano, el hombre que activó la conocida como ‘Operación Cebada’. Tal afirmación fue rebatida por el fiscal, ya que recordó que el extesorero llegó a declarar que no pintaba nada en sus funciones de contabilidad. También que la citada auxiliar administrativa, M.Á.F.Y., señaló en fase de instrucción que las «órdenes las daba solo» Lino Rodríguez en temas de pagos y firmas de cheques, aseveración que también corroboró el trabajador L. 

Lino Rodríguez se revolvió y aseguró que la persona a investigar sería el ex tesorero Alberto Cano. «Tenía acceso a todas las cuentas bancarias, con firma y control de todas ellas, era el que presentaba la contabilidad de cara a las asambleas», insistió, añadiendo que otras veces era el ex gerente, Fernando Redondo.  Compra de un solar

El fiscal preguntó por casi todas las transferencias, cheques y cargos de tarjetas en la ‘madeja Asaja’, pero hubo un ‘movimiento’ que le llamó poderosamente la atención. Se produjo en la cuenta de la filial de Remolacheros (presidida por Lino) por valor de 91.000 euros el 21 de febrero de 2006, dos días antes de que Lino y su mujer, Ana de la Fuente, comprasen un solar escriturado en 60.000 euros. 

«¿Pudo haber alguna conexión entre los dos hechos?», preguntó el fiscal. «No. Esa cantidad de compra no fue la real. Lo pagué en metálico con ahorros de mi padre por la explotación agraria que tenemos en familia», respondió el acusado. 

Faltaba la traca final, el gasto con las tarjetas oro. Lino admitió que manejaba una de Remolacheros, fue saliendo al paso asegurando que los cargos se hicieron para cubrir los gastos de la organización. La ingente cantidad cargada en restaurantes, dijo, fue para agasajar a socios que venían de fuera a jornadas y conferencias. 

«¿En fines de semana también?», preguntó el fiscal. «Sí porque trabajaban entre semana y era cuando podían venir», replicó. ¿Y también el de la fecha coincidente con la comunión de su hijo en la parrilla de San Lorenzo?». «Sí. Pudo ser porque no se celebró ese día», contestó. 

Sobre los viajes cargados con la tarjeta reconoció dos a Escocia (para una operación de compraventa de semillas de patatas) con el extesorero, y otro a Argentina, también con Alberto Cano, pero no recordó otros dos a Estados Unidos y a México, uno de ellos con su mujer. Tampoco le vino a la memoria una visita al zoo de Matapozuelos, las compras en un sex shop, en tiendas de lujo de ropa de mujer o en cines. 

Lo más asombroso es que apenas dio importancia a los cargos de tarjeta en joyas y perfumes. Eran detalles, dijo, para «compensar» a los socios de Asaja que dedicaban tantas horas a la organización. En otros cargos pintorescos acudió al «no recuerdo», aunque insistió en que, si esos cargos de Asaja no se reclamaron o tampoco lo hicieron las sectoriales, fue «porque contaban con todas las aprobaciones». 

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