Diario de Valladolid

Cautela en casa de los 13 de Valladolid

Tras sufrir el coronavirus, la familia Cebrián Gervas desconoce si sus once hijos son negativos / El miedo a contagiar la enfermedad y las dificultades de la norma para salir a la calle en su caso hacen que de momento mantengan la prudencia

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Publicado por
Henar Martín Puentes

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A la espera de que este domingo se produzcan las primeras salidas controladas de niños en la calle, hay familias que cogen con pinzas la medida. Es el caso de los Cebrián Gervas de Valladolid . Su historia se hizo popular al inicio de la pandemia al conocerse la noticia de que los padres y sus 11 hijos estaban infectados por el Covid-19. Han pasado lo peor de la enfermedad y tanto Irene como su marido Chema han dado negativo en el test, aunque desconocen si los niños siguen siendo portadores y por tanto, transmisores del virus. "Tenemos miedo de que puedan contagiar a otras personas. Preferimos ser cautos con la medida adoptada por el gobierno. No creo que salgamos por el momento a la calle", comenta Irene al otro lado del teléfono.

Durante este tiempo su piso de 170 metros cuadrados de la zona de Huerta del Rey de la capital ha sido un “laboratorio de pruebas”, tal y como lo define esta madre de familia súper numerosa. Cada miembro ha experimentado de manera diferente la sintomatología del patógeno. "Es un virus muy fuerte, no sabes cómo vas a responder, depende de la inmunidad de la persona". Se sienten muy agradecidos por el trato recibido por su médico de cabecera, Alejandro González Moro . "Ha estado muy preocupado en todo momento. Llamó a mis padres y a mis hermanos para que nos echaran una mano", dicen.

Después de 40 días en casa , las secuelas de la enfermedad todavía están presentes. Chema, el padre de familia, sigue bajo tratamiento con antibióticos y los pequeños de la casa presentan marcas cutáneas. "Todavía tienen rojeces por el cuerpo. También están cansados, con las defensas bajas", explica Irene, enfermera de profesión.

Los medios nacionales e internacionales se fijaron en esta familia que se considera normal. Pusieron rostro y simpatía al hablarnos de su experiencia con la enfermedad. De esta manera nos contaron cómo habían soportado los peores días con la responsabilidad de llevar la organización de una casa . Confiesan que gracias a su fe y a las oraciones diarias por los que peor lo están pasando, han sobrellevado la situación con paz interior y alegría. Hoy Rodrigo , uno de los hermanos de Chema, está recogiendo su experiencia en un libro que espera ver la luz algún día. De hecho se ha puesto en contacto con alguna editorial.

Miran con cierto escepticismo la medida "romántica" del gobierno para el desconfinamiento de los niños. "Tenemos que ser muy responsables porque podría haber rebrotes", insisten. Ambos coinciden en aplicar el sentido común . "Salir sí pero con mucha seguridad y para ello es imprescindible hacer test masivos. Y si no es necesario, quédate en casa".

Al mismo tiempo, les surgen numerosas dudas sobre cómo deberían llevarse a cabo las salidas a la calle en casos como el suyo. El hecho de que la norma establezca que sea un adulto el que salga con tres niños como máximo se les presenta harto complicado teniendo en cuenta que tienen 11 en casa. "Se me quitan las ganas de pensar que tengo que bajar por turnos, creo que por algún lado vamos a caer en la trampa", dice Chema. 

Tampoco entienden que los mayores de 14 años se queden fuera de la posibilidad de salir de casa. Carmen, la primogénita, tiene 15 años y será la única que deberá esperar a pisar la calle. "Es un poco injusto porque pueden salir solos y son muy conscientes de las normas", apostilla el padre de familia. 

Y aunque sorprenda, aseguran que la idea de salir de casa tampoco les llama la atención a esta numerosa prole. "El concepto de salir a dar un paseo suena aburrido a un niño. Si no van a jugar un partido o quedar con los primos prefieren quedarse en casa, no les veo especialmente motivados con el anuncio". 

Ante esta difícil situación que se les avecina, piden que se tenga en cuenta el panorama en el que viven familias numerosas de categoría especial como la suya. "Pediría un favor, que a las familias de más de 4 hijos dispusiéramos de una ‘bula’ que nos permitiera bajar al garaje, coger el coche y salir fuera igual sin poner en riesgo a nadie", argumentan. De esta manera podrían escaparse a respirar aire fresco a la parcela que la familia posee en el municipio de Simancas , alejados de todo tipo de contacto social. 

CONCILIAR EN VERANO

Preocupados pos el drama humano que estamos viviendo y la grave crisis económica que se cierne, este joven matrimonio aboga por recuperar en verano el tiempo perdido en las empresas. Para ello creen necesario que los colegios abran durante los meses estivales para que las familias puedan conciliar. «Sería una solución porque vamos a tener que trabajar en julio y en agosto. Además los niños podrían recuperar clase sin estar con los abuelos que son grupo de riesgo. Está claro que necesitamos un colegio o un soporte para las familias".

Chema, arquitecto de profesión, trabaja como profesor en la Escuela de Diseño ESI de Valladolid . Durante estos días ha organizado clases de forma telemática. "Es mucho más cómodo y más rápido, al fin y al cabo el ritmo lo llevas tú". Sin embargo reconoce que la situación pone en evidencia las diferencias sociales y agrava aún más la brecha educativa de nuestro país.

Este matrimonio se siente orgulloso del comportamiento demostrado por la ciudadanía. "La sociedad civil ha estado a la altura y muy por encima de la clase política. Esperamos que siga siendo así porque sino sería una pena perder el tiempo perdido y tener que volver a empezar". 

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