Diario de Valladolid

Los mecánicos de los ojos que buscan vida en Marte

Investigadores de la UVA desarrollan el sistema de calibración que la NASA enviará al planeta rojo en julio del próximo año / Su misión es revisar que el SuperCam funcione según las previsiones

José Antonio  Manrique y Fernando Rull muestran el sistema de calibración.-PABLO REQUEJO / PHOTOGENIC

José Antonio Manrique y Fernando Rull muestran el sistema de calibración.-PABLO REQUEJO / PHOTOGENIC

Publicado por
Estibaliz Lera

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Son hipótesis que suben y bajan en función de los conocimientos científicos que se acumulan. Existen artículos que recogen evidencias de que hubo –incluso hay– vida en Marte. En otros, la negatividad se apodera de los grupos de investigación. Lo tienen claro y arrojan un mensaje contundente: «El planeta rojo es demasiado seco para albergar organismos vivos». Sea como fuere, el único camino para arrojar luz es viajar a él, recoger datos y analizarlos en profundidad.

Misiones, en las que se invierten miles de millones de euros, para buscar indicios en la atmósfera marciana. Una de ellas llevará el sello de la Universidad de Valladolid (UVA). No será solo una insignia. Todo lo contrario. El grupo que lidera el profesor Fernando Rull ha desarrollado un equipo de calibración «muy sofisticado», que tendrá una tarea «fundamental» en la próxima misión de la NASA: revisar que el rover Mars 2020 funcione a la perfección durante la exploración del cráter Jerezo. En concreto, se centrará en comprobar que los ojos del vehículo, es decir, el SuperCam –que va colocado en el mástil– está arrojando medidas correctas y no se sale de la hoja de ruta marcada.

«Es una labor importante porque sin una correcta calibración no podemos obtener buenos resultados», explica José Antonio Manrique, gestor del proyecto, quien añade que es «como el metro que utilizan las modistas; cuando se da de sí, arroja más centímetros».

Este instrumento, que controla cinco técnicas analíticas, se coloca en la parte trasera del rover. Desde allí mide cada paso que da en la exploración planetaria. Un lugar «adecuado» a la vez que «complicado». En este sentido, el investigador Guillermo López Reyes asegura que uno de los «problemas» que se encontraron en la fabricación de la muestra de calibración fue el choque que tiene que soportar durante el aterrizaje. «El rover lleva unas ruedas que se bajan con un impacto de 4.000 veces su peso», detalla Manrique. Por ello, tuvieron que probar «muchas veces» hasta que dieron con la fórmula que aguanta el embiste de 4.000 g. Optaron por unos muelles y «acolchar» la zona para evitar que se rompa con el sistema pirotécnico.

El próximo año, tras salvar este escollo, el diseño made in Valladolid tendrá que entrar en el terreno de juego para ganar. Pendiente de cada movimiento, este particular mecánico siempre estará dispuesto a cercar el error, incluso a corregirlo llegado el caso. Seguirá al «laboratorio sobre ruedas» para comprobar que está tomando fotografías de calidad, que los disparos láser son los correctos...

Pilota alrededor de dos conceptos, Raman y Libs. El primero sirve para entender más acerca de la composición de los materiales, incluyendo su composición química. El segundo contribuye a analizar sólidos, líquidos y gases con resultados rápidos y con daños mínimos a las muestras.

¿Cómo funciona? Dispara, recoge resultados y comprueba que no tienen variaciones respecto a las 25 muestras que llevan. Lo hace con imágenes, espectros, minerales y a una distancia prudencial. Aparte lleva un micrófono, que grabará la atmósfera y el sonido del láser cuando choca contra los minerales. «Analizando los sonidos podemos sacar mucha información», reconoce López Reyes.

Otra peculiaridad del sistema es que esquivará el polvo marciano con imanes. Sí, como lo leen, a la hora de calibrar las cámaras se colocará un imán en el centro para que el polvo marciano se quede en los alrededores. También viajará al planeta rojo un diamante sintético, una piedra muy codiciada de «cuatro milímetros de diámetro y 1,5 de grosor». En esta línea, Manrique comenta que «no es una pieza muy cara, no valdrá más que un anillo de pedida». Eso sí, la mayor curiosidad de la misión es que los vallisoletanos devolverán un trozo de meteorito a su casa. Llegó a la Tierra de casualidad, estuvo expuesto en el Museo de Historia Natural de Toulouse, en Francia, más tarde, un astronauta se lo llevó a la Estación Espacial Internacional y ahora regresará a Marte. «Atravesará cuatro veces la atmósfera terrestre y dos la marciana», matiza el gestor del proyecto en la UVA.

Otro aspecto llamativo es que se incluirá en la muestra de calibración un polímero, un compuesto orgánico. ¿Con qué meta? «Para conocer cuánto tarda en desintegrarse». Para ello, van a monitorizarlo.

Todo empezó en 2015. Poco a poco «con mucho trabajo, esfuerzo y ciencia» han dado un «salto tecnológico» respecto a otras aportaciones que han hecho con anterioridad. Ahora, además, cuentan con la colaboración de las instituciones –Ayuntamiento, Diputación, Consejería de Educación, Cámara de Comercio y Confederación Vallisoletana de Empresarios (CVE)–, que supondrá una inyección de 40.000 euros para las misiones de la NASA, ESA y Japón. Un «respaldo clave» para un grupo de investigación que trabaja muy cerca en esta vía.

El mes elegido es julio de 2020, una fecha en la que se examinará el trabajo de muchas personas. Junto a los vallisoletanos también han estado científicos de las universidades de País Vasco, Complutense y Málaga, sin olvidar que la parte técnica ha corrido a cargo de la empresa vasca AVS. Dinamarca y Francia han sumado su talento. «Muchas personas para averiguar si hay vida en Marte», expone Manrique a la vez que agrega que se eligió esta zona –en la que se cree que hubo un lago con una profundidad de 200 metros– porque es interesante «todo lo que arrastró el agua».

Los siguientes pasos son ponerse en forma para estar a la altura de la NASA. El equipo de la UVA lo está pero el entrenamiento nunca está de más para cuando llegue el gran día y algunos investigadores tengan que estar en el cuartel general del JPL para marcar la hoja de ruta del sistema en función de los pasos que dé.

De momento ya han participado en dos simulaciones. Una tuvo lugar en verano de 2017. Durante tres días comprobaron el funcionamiento del vehículo con la muestra de calibración. «Es importante tenerlo todo bajo control, ya que no funciona como un coche teledirigido», matiza. A esta se suma una simulación de dos semanas en febrero de este año. «Son misiones únicas complejas y caras, donde no hay cabida para los errores, puesto que el tiempo de funcionamiento del rover es limitado y es importante obtener toda la información posible», sostiene.

AGENCIA ESPACIAL EUROPEA

El equipo de la UVA también participa en ExoMars con la Agencia Espacial Europea, y con el objetivo de enviar un laboratorio móvil a Marte en el año 2020. El rover realizará análisis de muestras obtenidas a dos metros de profundidad bajo el suelo marciano. «La razón de tomar estas muestras a estas profundidades es garantizar que, de encontrarse restos orgánicos o biológicos, estos no se hayan degradado por el efecto de las radiaciones ionizantes presentes en Marte», subraya Guillermo López Reyes.

Este trabajo ha supuesto, por ejemplo, diseñar una serie de rutinas y algoritmos que permitan al instrumento tomar decisiones autónomas para analizar las muestras, de forma que se pueda optimizar sus parámetros de adquisición en función de muestra. Ahora, indica, están preparando todos los procesos de adquisición y tratamiento de datos para la operación en Marte. Pero también, agrega el investigador, se han integrado en el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial para participar en el diseño manufactura y desarrollo de las partes, como por ejemplo la muestra de calibración del instrumento. El lanzamiento de la misión está previsto para julio de 2020 y la operación comenzaría en 2021.

¿Cuáles son los aspectos cruciales de esta misión europea? Por un lado, las muestras por debajo de la superficie marciana . «Están mucho mejor preservadas de los nocivos efectos de la radiación espacial que las de la superficie, donde los compuestos orgánicos se degradan con enorme facilidad y por tanto hay mayores posibilidades de obtener resultados positivos que en la superficie». El otro punto es el análisis a escala microscópica gracias a la preparación de las muestras en forma de polvo cristalino. A esta escala la identificación mineral, considera, es mucho más precisa y las posibles alteraciones minerales, más fáciles de estudiar. Además, el sistema de distribución de muestras del rover es capaz de situar dichos granos minerales debajo de los tres instrumentos esenciales de la misión con una precisión inferior a las 60 milésimas de milímetro. Lo que permite, tal y como manifiesta, que se obtenga una visión complementaria de las muestras a la escala micro.

JAPÓN

Rull avanzó en la rueda de prensa de la firma del protocolo de actuación que el siguiente reto será su participación en un proyecto liderado por Japón. El lanzamiento se producirá en 2024. La UVA contribuirá con la creación de nuevo espectrómetro de Raman que irá a los satélites de Marte. «Se ha firmado hace poco», confirma.

Una colaboración mundial dentro de un consorcio internacional donde aportarán valor en la dirección científica porque la parte tecnológica será para el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA).

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