Diario de Valladolid

La vida después de la política

Con el inicio del nuevo curso, consejeros y procuradores salientes recuperan sus trabajos previos, libertad y calidad de vida / Desconectar el móvil, tiempo para leer, viajar y escribir son algunos de los ‘lujos’ que disfrutan tras cortarse la coleta

El catedrático Fernando Rey, esta semana en la Facultad de Derecho de la Universidad de Valladolid.-J.M. LOSTAU

El catedrático Fernando Rey, esta semana en la Facultad de Derecho de la Universidad de Valladolid.-J.M. LOSTAU

Publicado por
Esther Neila
Valladolid

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No son pocos los que estando en el candelero aseguran que su paso por la política es pasajero y que retomarán sus quehaceres una vez finalice su paréntesis de ‘servicio público’. El cambio de legislatura pone a prueba esa promesa. Con el inicio del curso, una pléyade de cargos cesados –ya sea por decisión propia o contra su voluntad– regresa estos días a la vida civil con sigilo, lejos de los focos que apuntan ya a los protagonistas del nuevo ciclo. Otros mantienen en vilo su futuro, descansan o aguardan, quizá, una llamada de última hora que los repesque para un nuevo cometido.

Con oficio previo llegó a la res publica el independiente Fernando Rey, profesor por encima de todas las cosas metido a consejero de Educación con el Gobierno del PP. Recién reincorporado a su plaza de catedrático de Constitucional en la Universidad de Valladolid, asegura que no echa «nada de menos» la política. Reconoce que ha sido «una delicia» trabajar con Juan Vicente Herrera, cuyo «liderazgo» elogia. Pero ahora ya desde la barrera confiesa el «tono intelectual poco elevado» que en líneas generales caracteriza la política autonómica.

Pone en la balanza «lo aprendido, la gente y las experiencias fantásticas» vividas en los últimos cuatro años y se dice «agradecido». Lo que no quita para que le pesen algunos sinsabores. «Es muy agobiante estar en política en un contexto de recursos escasos y peticiones crecientes», explica al reconocer la «frustración» que le generaba no poder satisfacer algunas de ellas, aquellas que sí consideraba «razonables».

Nunca perdió el contacto con el mundo académico, pero sus cuatro años en política han sido «muy secos intelectualmente». Por eso este verano ha salido «como un miura por la calle Estafeta» para sentarse ante el teclado. Ha escrito un libro de 200 páginas sobre segregación escolar. También un capítulo para una publicación colectiva con motivo del centenario del nacimiento de Miguel Delibes que preparan varios juristas:a él le ha tocado glosar la política ficticia trazada en El disputado voto del Sr. Cayo. Y ha terminado un estudio sobre el derecho antidiscriminatorio, dentro de su «campo de investigación principal: los derechos humanos y la lucha por la igualdad». Escribir ha sido «la mejor terapia antiestrés» durante el asueto, aunque también ha tenido tiempo para el disfrute: su verano puede resumirse en «mar, marisco y estudio».

Antaño el Consejo Consultivo, desde 2012, y luego la Consejería de Educación, a partir de 2015, le mantuvieron alejado de la docencia. Tras siete años sin ponerse frente a la pizarra, en el segundo cuatrimestre volverá a impartir clases magistrales:«tengo muchas ganas».

Su excompañero de Consejo de Gobierno Antonio Saez Aguado se incorporó a finales de agosto a su plaza de funcionario del cuerpo facultativo superior de la Junta. El hasta ahora titular de Sanidad recurre a la célebre cita de Felipe González para ilustrar el «difícil encaje que tienen los jarrones chinos: hay que ponerlos en algún sitio donde no molesten mucho». Este psiquiatra palentino de 64 años comenzó a pasar consulta al poco de licenciarse en Medicina por la UVA pero el grueso de su carrera ha discurrido en puestos de análisis y gestión. Ahora su destino está en los servicios centrales de la Consejería de Sanidad. Orgánicamente depende del nuevo secretario general, Israel Diego, pero funcionalmente reporta ante el director general de Asistencia Sanitaria, Alfonso Montero, que se mantiene en el cargo. La jerarquía se invierte:ahora el ‘jefe’ de Sáez es uno de sus más estrechos colaboradores durante su etapa como consejero.

Su nueva labor consiste en elaborar informes y apoyar los proyectos y estrategias de esta dirección general, explica Sáez Aguado desde su nuevo despacho en el mismo edificio del Paseo Zorrilla de Valladolid. Sigue teniendo vistas al Campo Grande, aunque desde «otra altura». «Un piso más abajo, como corresponde», ironiza consciente de lo metafórico de la nueva ubicación.

Desde el burladero, sigue de cerca a la actualidad y se muestra prudente al valorar los primeros pasos de la nueva consejera, Verónica Casado, a quien ya conocía. Considera «lógico» que haya nombrado a un nuevo equipo y dice percibir un «mantenimiento de las bases del modelo público».

¿Qué echa de menos de la política?, le preguntamos. «Poco». Como «ya sospechaba» y ha podido «comprobar» estos años, vivimos una época donde «el eslogan, el titular y la imagen» son más importantes que el análisis profundo y sosegado. Pone como ejemplo las constantes críticas recibidas con el mantra de la privatización que, en su opinión, «han invadido el espacio de la política sanitaria con argumentos poco consistentes y que han ocultado los problemas reales de la sanidad».

En el plano personal, celebra ahora «tener más tiempo para estar con la familia». «Son cosas que siempre se dicen, pero son reales», apostilla. La «mayor tranquilidad» le permite «una hora de paseo todos los días para estar en forma» y retomar lecturas pendientes. Está «releyendo a Kafka y a Coetzee», cuenta. En su mesilla también reposa El tiempo regalado. Un ensayo sobre la espera de la escritora alemana Andrea Köhler.

La tercera consejera saliente es Josefa García Cirac, ya que el resto siguen en la Junta (Carlos Fernández Carriedo y Juan Carlos Suárez Quiñones), han dado el salto al Congreso (Milagros Marcos y Alicia García) o compaginan su trabajo con concejalías del Ayuntamiento de Valladolid (Pilar del Olmo y José Antonio de Santiago-Juárez).

Cirac, hasta ahora titular de Cultura y Turismo, anunció su vuelta a las aulas como profesora de Derecho Administrativo en la Universidad de Salamanca, donde reside esta benaventana de nacimiento. La que fuera también primera mujer en presidir las Cortes de Castilla y León en 2011 no ha querido dar detalles sobre su nueva etapa profesional. Tampoco han accedido a hacerlo su antecesor y su sucesora en el parlamento autonómico. Por un lado, José Manuel Fernández Santiago, otrora consejero de Sanidad, portavoz de la Junta, vicepresidente primero y Consejero de Medio Ambiente, que acaba de dejar su escaño en las Cortes. Por otro, Silvia Clemente, que en los últimos veinte años ha sido consejera de Medio Ambiente, de Cultura y de Agricultura, abandonó la esfera pública en marzo tras las polémicas primarias de Ciudadanos en las que su rival, Francisco Igea, se impuso tras denunciar un pucherazo en el recuento de votos.

Tampoco perfila su nuevo destino Juan Vicente Herrera, abogado de profesión, 18 años presidente de la Junta, 24 procurador por Burgos y 15 jefe del PP de Castilla y León. A diferencia de otras comunidades autónomas y de Moncloa –que contempla para los expresidentes un retiro dorado con salario, pensión vitalicia, chófer, vehículo o una oficina con asistentes a su cargo– en Castilla y León no existen prebendas asignadas a los antiguos inquilinos del Colegio de la Asunción. Al menos no automáticas. Lo que sí pueden solicitar es su incorporación al Consejo Consultivo como miembros natos, algo que Herrera no ha pedido a día de hoy. Según fuentes del Consultivo, el plazo para hacerlo es un año desde el cese, en este caso, publicado en el BOE y en el Bocyl en julio.

Los consejeros natos del Consultivo trabajan como asesores del Ejecutivo autonómico y su labor está retribuida con casi 76.500 euros brutos al año. En su momento, los expresidentes socialistas Demetrio Madrid y Constantino Nalda ocuparon ese cargo que, con carácter general, «será ininterrumpido hasta los setenta años». Juan Vicente Herrera tiene 63. Quienes no recalaron en esta institución propia con sede en Zamora fueron Jesús Posada y Juan José Lucas, que hicieron la mudanza desde la Junta de Castilla y León para continuar su actividad política en Madrid. Ambos ‘jubilados’ ya del Congreso y el Senado, hoy superan las setenta primaveras:Posada tiene 74 y Lucas, 75.

En las Cortes de Castilla y León esta semana se celebró la primera sesión de control de la legislatura con caras nuevas que relevan al puñado de procuradores que en mayo no se presentaron o no lograron revalidar su acta (los salientes, por cierto, no tienen derecho a paro por su actividad parlamentaria).

El candidato de IU José Sarrión lamenta a título colectivo el vacío que deja su salida del hemiciclo. Tras cuatro años de jornadas maratonianas en plenos y comisiones, preparando intervenciones, enmiendas e iniciativas, no niega que en lo personal ha recuperado «calidad de vida», capacidad para planificar su tiempo, espacio «para la reflexión» y dedicación para su «familia, amigos y pareja». Eso «ha redundado en la salud», añade algo aliviado de las dolencias cervicales que acusaba al final del mandato.

Tras el verano, natural punto de inflexión en el calendario, retoma con ganas la investigación y la docencia universitaria. Este curso compaginará sus clases en la Pontificia de Salamanca –donde ya trabajaba hasta 2015– con las aulas de la universidad pública, donde él mismo cursó la carrera de Filosofía, explica entusiasmado por compartir misión con algunos de sus ‘maestros’.

También ha metido el acelerador a su ritmo investigador. El filósofo marxista Adolfo Sánchez Vázquez centra estos días sus lecturas de cara a un congreso con motivo del 80 aniversario del exilio del 39. Entre manos tiene otro análisis filosófico sobre la precariedad laboral, varias lecturas sobre los pensadores alemanes del XIX y prepara reseñas para revistas académicas. Económicamente, resalta, se queda a pre: cobrará por su trabajo universitario «exactamente lo mismo que en el parlamento» debido a que estos cuatro años donaba «el 65%» de su salario político.

¿Y cómo es la vida fuera de la política? «Es que no he dejado la política», corrige este militante de base que concibe los puestos de representación como una labor transitoria para dar voz institucional a las «preocupaciones» ciudadanas. Dentro de Izquierda Unida, además, sigue siendo responsable de formación en el ámbito estatal.

También mantendrá el «activismo a pie de calle» la segoviana Natalia del Barrio, hasta ahora viceportavoz de Podemos en las Cortes. Licenciada en Periodismo y máster en Profesorado de Secundaria, ha vuelto al punto donde ‘aparcó’ en 2015: estudiar oposiciones para trabajar como docente de lengua y literatura en un instituto. «Me gusta el periodismo y escribir, pero también la enseñanza y a través de la educación también se pueden cambiar muchas cosas», argumenta.

«Desintoxicada de la trastienda política», cuenta que mantiene la «curiosidad»por la actualidad –«sé las preguntas que van al pleno esta semana»– y ahora plasma sus posturas en un blog, ante la imposibilidad de hacerlo ya de viva voz desde la tribuna de oradores. Justo eso, «poder transmitir las reivindicaciones directamente a los responsables políticos», es lo que más echa de menos de su etapa como procuradora.

Coincide en eso con el que ha sido su compañero de bancada Carlos Chávez. Implicado desde el principio en la fundación del partido en Valladolid y secretario de la Mesa en las Cortes, hoy está alejado de la formación morada hasta el punto de que se dio de baja como inscrito. Traductor de alemán, está «contactando con editoriales y empresas» y en pocos días estrenará una sección sobre la actividad política en esRadio. Entretanto, ha sacado tiempo para volver a escribir. Acaba de terminar una novela ambientada en una ciudad de provincias donde «se entrecruzan varias historias» con el telón de fondo de las protestas del 15-M y el «exilio» juvenil. Y prepara otra con tintes políticos que se desarrolla en Berlín. No niega las pinceladas autobiográficas.

De la misma mesa de las Cortes salió la exprocuradora de Ciudadanos Belén Rosado, fuera del tablero político contra su deseo al ser «purgada» junto con otros compañeros de filas de Ávila «por hacer lo que pidió el partido:apoyar a Silvia Clemente en las primarias». Sigue creyendo en Albert Rivera y continúa en el Consejo General del partido nacional, pero asiste con «pena» al devenir de su formación en Castilla y León. «La sensación es que ahora se están repartiendo los sillones, que no hay proyecto, no veo ideas, sólo mucha desidia en los equipos... no es el partido al que me incorporé», lamenta. Y añade con dureza:«los que nos hemos dedicado a trabajar estamos fuera;los que se han dedicado a tomar cafés están dentro».

Le da «rabia» que las medidas que impulsó en el parlamento caigan ahora en saco roto por «falta de seguimiento». «Vinimos a la política a cambiar las cosas e igual que vinimos, nos vamos», dice esta empresaria que tenía «la vida resuelta». Licenciada en Económicas, vuelve a su trabajo en Madrid, en el campo de la I+D+i, elaborando informes motivados y asesorando a otras empresas en estrategias, trámites y gestiones.

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