Diario de Valladolid

Llamadas que «alimentan» el corazón

Los voluntarios del Teléfono de la Esperanza reclaman un plan regional de prevención del suicidio

Eloy González, presidente del Teléfono de la Esperanza en Valladolid, muestra un cuadro en las instalaciones de la asociación.-MIGUEL ÁNGEL SANTOS / PHOTOGENIC

Eloy González, presidente del Teléfono de la Esperanza en Valladolid, muestra un cuadro en las instalaciones de la asociación.-MIGUEL ÁNGEL SANTOS / PHOTOGENIC

Publicado por
Estibaliz Lera

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Son una oreja en la que confiar los problemas. Un respiro de 24 horas que «alimenta» el corazón de personas que padecen una crisis emocional. El Teléfono de la Esperanza es una organización sin ánimo de lucro que arrancó hace 27 años en Valladolid para cuidar la salud mental. Cada día arriman el hombro un grupo heterogéneo formado por 30 voluntarios «desde amas de casa a profesores de universidad» que busca acompañar al otro lado del cable.

No solo escuchan, van mucho más allá. Se ponen en el lugar del otro y conectan con su mundo. Recogen sus problemas, angustias y preocupaciones; echan a la soledad por la ventana acompañada de las dificultades laborales y sentimentales, y asesoran en infinidad de asuntos que demandan los usuarios. Todo tiene cabida, y se cura con las medicinas del alma: empatía y escucha.

«La mayoría de las llamadas tienen un trasfondo de soledad», asegura Eloy González, presidente del Teléfono de la Esperanza de Valladolid, quien agrega que la salud mental es como «la Cenicienta; está olvidada y abandonada». Este denominador común se encuentra en las más de 3.000 llamadas que reciben al año. Aparte de intentar reconfortar a todos los que marcan el 983 30 70 77 con problemas concretos, también están aquellos que tienen en mente acabar con su vida, ya que esta asociación forma parte de la Red Nacional de Prevención del Suicidio.

«No recibimos afortunadamente muchas llamadas», reconoce. 25 personas lo hicieron el año pasado. Y con todas se siguió un protocolo concreto a través de la herramienta ATENSIS. En este sentido, González explica que guiados por diferentes indicadores miden el riesgo real. En los casos más peligrosos se puede llegar a llamar al 112, apunta. A todos se les ofrece intervención psicológica.

No se quieren quedar ahí. Buscan elaborar un plan municipal o regional de prevención del suicidio que tenga al Teléfono de la Esperanza de referencia, puesto que en Valladolid llevan 27 años haciéndolo, pero a nivel nacional van a cumplir medio siglo. «Es un asunto social que debería de abordarse ya». De hecho, estuvieron en el Congreso de los Diputados para reclamar un plan nacional y, tal y como deja claro, seguirán luchando para conseguirlo.

Las señas de identidad del Teléfono de la Esperanza son atención telefónica; promoción de la salud emocional a través de talleres, cursos y formaciones –que se hacen tanto en la sede situada en la calle San Fernando como en colegios, centros cívicos, entre otros–, y atención presencial. Sobre este último punto, subraya que un 10% de los usuarios que llaman por teléfono acaba en la asociación para resolver sus problemas de la mano de profesionales: orientadores familiares, abogados, psicólogos, trabajadores sociales y asesores jurídicos. Este paso, según valora, es una «importante labor de canalización de recursos». Es verdad, admite, que podría ir mucho más allá, sin embargo, el problema es la escasez de dinero.

El Teléfono de la Esperanza es una asociación sin ánimo de lucro que se financia por las aportaciones de sus socios y una pequeña subvención municipal. «Podríamos hacer mucho más, pero es lo que tenemos». Es más, ahora tendrán que apretarse el cinturón porque están adaptando el servicio a la Telefonía IP. Una mejora «que llegará antes de final de año» y servirá para que ninguna llamada se quede en espera y pueda ser redirigida al centro más cercano que esté disponible. Todos los teléfonos estarán conectados en red.

Los voluntarios que alientan con cada una de sus palabras se forman para desempeñar su labor de la mejor manera posible. Después de verano comienza el curso de capacitación de ayuda. En él aprenden los puntos más importantes para trabajar en el día y a día, y antes de estar solos tienen un periodo de prácticas tutelado. Todo el proceso dura alrededor de 14 meses. «El nivel de compromiso tiene que ser alto, además deben estar sensibilizados con la problemática que tenemos», comenta para, más tarde, añadir que cualquier persona vale para formar parte de esta cantera solidaria, siempre y cuando tenga «tiempo y voluntad». El compromiso del servicio son 24 horas los 365 días del año. La media de edad de los voluntarios es de 50 años.

González rememora momentos vividos al otro lado del cable. Uno de ellos es la señora mayor que llamaba todos los días para dar las buenas noches. Pero el que se le ha clavado en lo más profundo de su corazón es el programa ‘No estás solo’, que realizaron en colaboración con el Ayuntamiento. Llamaban cada semana a personas mayores que vivían solas. Les preguntaban por sus citas médicas, les felicitaban por sus cumpleaños y se interesaban por cómo estaban. «Cubríamos sus necesidades relacionales», asegura Eloy González con una gran sonrisa. La relación era tan estrecha, expone, que muchas querían hacer meriendas, les regalaban cuadros…

El presidente del Teléfono de la Esperanza de Valladolid reclama más voluntarios y apoyo de las instituciones para seguir ayudando a personas que muchas veces están rodeadas de gente, sin embargo, no tienen intimidad emocional. Sus planes más inmediatos son preparar el 50 aniversario de la organización, que se celebrará en Sevilla en 2021.

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