Diario de Valladolid

Separar a los mejores o el beneficio de la diversidad

El modelo se debate entre la segregación para motivar al alumno brillante y la integración de capacidades para estimular el conjunto

Publicado por
Esther Neila
Valladolid

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Una de las viñetas más populares en las salas de profesores muestra a un docente indicando que ‘para que la evaluación sea justa toda la clase deberá afrontar la misma prueba:subir a ese árbol’. Frente a él, una fila de ‘alumnos’ con capacidades dispares:un gato, un elefante, un mono, una foca, un pez, un pato y un ratón.

La imagen ilustra como pocas que igualdad no equivale a equidad. Y que existen tantas varas de medir como alumnos. Los enfoques educativos actuales ponen el acento en la necesidad de atender la diversidad y respetar el ritmo de aprendizaje de cada estudiante.

Ese aprendizaje, además, ya no consiste únicamente en adquirir conocimientos memorísticos;esa vieja concepción convive con otra cultura emergente que busca el desarrollo de una ‘competencia global ciudadana’, contextualiza Miguel Vega, director general de Política Educativa de la Junta, una visión que entronca con los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030 definidos por la ONU.

«La misión social del sistema educativo no es formar pitagorines, es educar a ciudadanos competentes globalmente capaces de trabajar con otras culturas, desarrollar habilidades sociales y modelos colaborativos, no competitivos», apostilla Vega.

En este contexto, la comunidad educativa mantiene abierto el debate en torno a la conveniencia o no de separar a los alumnos con más posibilidades de progresar, ya sea por sus ventajas socioeconómicas o cognitivas. «Si sacamos a los excelentes y los concentramos en un aula, es perjudicial para el promedio», sostiene el profesor de la UVASiro Bayón al destacar que, «desde el punto de vista social, la diversidad en el aula es beneficiosa para el conjunto».

Esa segregación se da en la práctica entre públicos y privados. Los datos del informe Pisa 20015 revelan que los privados y concertados sólo atienden al 3% del alumnado de clases bajas en Castilla y León, frente al 16% de matriculados con ese estatus en la pública, donde el grupo mayoritario corresponde a clases medias (el 79%) y el 5% restante a las altas. En los de gestión privada, los entornos más pudientes copan el 56%, según las cifras explotadas en el estudio Diferencias educativas regionales 2000-2016. Condicionantes y resultados, del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas.

Lo oposición a la segregación es también una de las principales críticas al modelo bilingüe y a los bachilleratos de excelencia, por crear ‘guetos’ de alumnos brillantes con estímulos a su altura para evitar el riesgo de que caigan en la desmotivación.

El catedrático de la Universidad de Burgos Alfredo Jiménez señala que «la interacción es siempre positiva» y que «cualquier selección es adversa a la equidad». «La premisa pedagógica es que la diversidad tiene beneficios en el desarrollo para llegar a tiempo y juntos», explica. Entra en juego aquí el llamado ‘efecto compañero’, capaz de contagiar las expectativas individuales en el seno de un grupo.

Otra cosa son las posibilidades de gestionar dentro de una misma clase «distintas cargas cognitivas».

Un aula diversa «complica la tarea del profesor» y por eso «lo que falta es aportar recursos», con programas e indicadores que permitan ofrecer «estímulos heterogéneos» dentro de un mismo grupo, sostiene Jiménez. Ese modelo, seguido en países como Noruega y Suecia, es su receta para que todas las capacidades puedan desarrollarse sin necesidad de enviar a los mejores «a un vagón aparte».

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