Diario de Valladolid

UN HOMBRE | UNA HARINERA | JAVIER REVILLA

«Hay que crear una red de museos harineros en Castilla y León»

Javier Revilla, apoyado en una mezcladora de harina, y junto a una máquina de limpia, en el patio del Museo de la Industria Harinera de Castilla y León, en la localidad leonesa de Gordoncillo.-ARGICOMUNICACIÓN

Javier Revilla, apoyado en una mezcladora de harina, y junto a una máquina de limpia, en el patio del Museo de la Industria Harinera de Castilla y León, en la localidad leonesa de Gordoncillo.-ARGICOMUNICACIÓN

Publicado por
Javier Pérez Andrés

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Javier Revilla es el director del Museo de la Industria Harinera de Castilla y León (MIHACALE) de la localidad leonesa y terracampina de Gordoncillo. Es profesor asociado al Departamento de Historia de la Universidad de León y, durante muchos años, ha dedicado sus esfuerzos a investigar sobre el patrimonio industrial. Es un experto en el estudio de los molinos y las fábricas de harina. Intervino en el Inventario del Patrimonio Industrial y Preindustrial de la Provincia de León y, desde Gordoncillo, defiende la divulgación de la cultura cerealista como seña de identidad de Tierra de Campos.

Pregunta.- ¿Qué es el patrimonio industrial?

Respuesta.- Incluye todo lo relacionado con el concepto capitalista de fábrica, desde el empresario, que compra la materia prima y la transforma en producto, a los trabajadores, las viviendas, los medios de transporte, la energía… Su valor cultural es importante. Tenemos la idea de que, cuanto más antiguo, más valioso es el patrimonio, pero el industrial –que es reciente, de los últimos cien o 200 años- añade aspectos curiosos, como el valor artístico de los edificios industriales o la memoria de la actividad, con la que todavía podemos dialogar, porque quedan testimonios vivos.

P.- Cuando estudió Historia, ¿se imaginó alguna vez metiendo las manos en tanta harina?

R.- El patrimonio industrial me enganchó porque está poco estudiado y valorado. Nosotros mismos somos un molino andante. Nuestras muelas se llaman así porque sirven para moler. La molienda se remonta a los orígenes de la Humanidad; primero fueron las piedras y luego se fue mecanizando.

P.- Ciñéndonos a Tierra de Campos, ¿tiene buena salud nuestro patrimonio industrial molinero?

R.- No es buena, teniendo en cuenta que es una de las principales zonas productoras de cereal y con mayor abundancia de edificios ligados a esta actividad. Estamos en un momento clave. Todavía podemos rescatar edificios y documentarlos, pero hay que hacerlo deprisa porque podrían perderse en una o dos décadas.

P.- Porque cada pueblo tuvo un molino…

R.- O más de uno. Los más comunes eran hidráulicos, pero también de viento y eléctricos. La molienda estaba vinculada a la alimentación básica de nuestros antepasados, pero también a la de los animales, esenciales para el laboreo agrícola. No hay refrán ni jota que no aluda al molinero ni al molino.

P.- No me diga que hubo molinos de viento en Castilla y León…

R.- Por supuesto y quedan restos, sobre todo en Tierra de Campos, un lugar con poca abundancia de agua donde se aprovechaba la fuerza eólica para moverlos. Quedan ejemplos en Aguilar de Campos, Santa Eufemia del Arroyo, Villagarcía… En la Somoza leonesa hay un ejemplo espectacular.

P.- ¿Qué hacemos con los silos?

R.- No todo se puede salvar. Esto es así con todo el patrimonio, pero hay que ser inteligentes y dar un nuevo uso a los antiguos edificios, aunque hayan perdido su utilidad, como sucede con los almacenes de grano. Ahora, en la provincia de León se están planteando los parques de bomberos comarcales, así que estos edificios podrían ser útiles para este fin, pues tienen cierta altura, una zona amplia para guardar vehículos.... Por otro lado, son tan robustos, que podrían ser contenedores de archivos o bibliotecas. Hay que mantenerlos como iconos de nuestro paisaje de Tierra de Campos.

P.- Porque lo cerealista no es solo sinónimo de agronómico…

R.- No: es cultura. Cualquier foráneo se queda enamorado de nuestras llanuras de cereal, del cielo, del horizonte…

P.- Cuando habla del ‘triángulo cerealista’, ¿a qué se refiere?

R.- En Tierra de Campos hay mucha concentración de edificios relacionados con el cereal: almacenes, paneras, silos, molinos, fábricas de harinas… Hay que sacar provecho turístico y didáctico. Es importante que las generaciones actuales, muchas de ellas sin arraigo directo con la tierra, sepan de dónde vienen los alimentos que comen. Los vértices de ese triángulo estarían en el Canal de Castilla, en Medina de Rioseco; en Mayorga, con el Museo del Pan; y en Gordoncillo, con el Museo de la Industria Harinera de Castilla y León. Y hay mucho más entre medias.

P.- El ejemplo de la harinera de Gordoncillo, ¿encuentra su reflejo en otros lugares?

R.- Hay ejemplos interesantes. Medina de Rioseco tiene su fábrica de Harinas de San Antonio, que es una joya del patrimonio industrial; el Museo de la Ciencia de Valladolid fue otra, aunque solo quede su fachada; en Salamanca, el Casino; en La Bañeza hay otra rehabilitada… Tenemos que unirnos y crear una red de museos harineros de Castilla y León.

P.- ¿Cómo ha contribuido a la vida cultural de Gordoncillo el MIHACALE?

R.- Ha sido un revulsivo. A Gordoncillo le faltaba un contenedor para desarrollar toda su actividad cultural así que, al recuperar la fábrica de harinas Marina Luz, se ha dinamizado la vida cultural del pueblo.

P.- ¿Las máquinas del museo funcionan?

R.- Los guías ponemos en marcha algunas de forma manual, pero pronto funcionarán todas y los visitantes podrán accionar alguna pieza.

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