Diario de Valladolid

Bodega Rondilla abre para llegar a «todos los públicos»

El gastrobar de Eduardo Atienza pretende continuar con la buena dinámica de Bodega Delicias y ofrecer un «producto de calidad»

Eduardo Atienza y Pablo Salcedo, con los platos ‘lagarto ibérico con chimichurri’  y ‘chipirón a la plancha con ali oli en su tinta y aceite de eneldo’, durante la inauguración de la Bodega Rondilla.-E.M.

Eduardo Atienza y Pablo Salcedo, con los platos ‘lagarto ibérico con chimichurri’ y ‘chipirón a la plancha con ali oli en su tinta y aceite de eneldo’, durante la inauguración de la Bodega Rondilla.-E.M.

Publicado por
Miguel Ángel Ruipérez

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El empresario vallisoletano Eduardo Atienza inauguró en la tarde de ayer el gastrobar Bodega Rondilla, un nuevo establecimiento que nace con la idea de seguir la línea de negocio establecida en su anterior apertura, Bodega Delicias.

El enfoque del negocio es resultado de la observación; el propietario quiere que sea posible consumir y disfrutar productos elaborados y de calidad sin tener que recurrir a otras zonas «más céntricas» de la ciudad. En este sentido, no comparte la idea de que «todo lo que lleve la etiqueta gourmet tenga que implicar un precio elevado» y asegura que se ofrecerán «productos de calidad» en un precio comedido y «asequible».

Los 12 euros del lagarto ibérico con chimichurri será el precio más alto en una carta que partirá de los 90 céntimos de las croquetas de jamón ibérico, boletus o bacalao. Sándwiches, torreznos, patatas, chipirones, hamburguesas de lechazo y variados postres completarán una variada carta que pretende atraer «no sólo al público de la Rondilla, sino de otras zonas de la ciudad». Ese es el objetivo de Atienza, continuar con la buena dinámica de público y afluencia que se inició con la anterior apertura.

Situado en la Plaza Ribera de Castilla, el propietario destaca la buena ubicación de Bodega Rondilla, con piscinas, campos de fútbol, parques, el polideportivo o el ambulatorio a escasos minutos del lugar donde se ubica. Abrirá a las 8 de la mañana y abarcará desde los desayunos hasta las cenas. Quiere «llegar a todo el mundo, a gente de 20 años y a gente de 80». En sus otros negocios lo ha conseguido y Bodega Rondilla no quiere que sea la excepción.

La innovación es uno de los aspectos fundamentales para lograr esa diferenciación tan necesaria en un sector saturado y en el que resulta complicado hacerse con un hueco. Este empresario lo ha conseguido. En sus establecimientos dispone de un «chef ejecutivo», David Tapia, que se encarga de «supervisar el funcionamiento de las cocinas». Presta atención a la carta, que la cambia, la adapta y la modula en función de las necesidades, la época y el tiempo. Bodega Rondilla tampoco será la excepción en este sentido; contará con «una carta fija, con recomendaciones y con productos y platos que irán saliendo y entrando de la oferta gastronómica» en función de las necesidades. También se dará cobertura a «jornadas de carne y productos de temporada» en esa búsqueda de la innovación y el perfeccionismo.

Una terraza con 30 mesas para la época estival, una carta de vinos y productos para alérgenos y veganos completarán una oferta que pretende atraer y satisfacer al público de todas las edades y zonas de la ciudad.

La apertura de Bodega Rondilla en la ciudad dará empleo a 10 personas. Además, en los próximos meses tiene previsto comenzar un nuevo proyecto en el barrio de Parquesol, también relacionado con la hostelería, que hará que la cifra de empleados contratados por este empresario vallisoletano se incremente hasta los 40 trabajadores.

Mucha gente le decía que «si estaba loco», reconoce. Atienza siempre ha confiado en la idea de sus negocios, en la idea de Bodega Delicias y que ahora extiende hasta el barrio de la Rondilla. Se resiste a pensar que «la gente únicamente va al centro de la ciudad» a cenar y a picar. Los años y la gente le han terminado «dando la razón», afirma.

Para Eduardo Atienza las claves para triunfar en la hostelería pasan por «predicar con el ejemplo». Lleva «14 años en el sector, trabajando de lunes a domingo, con constancia». Para este empresario «no vale todo», hay que ser «perfeccionista». Todos los trabajadores atraviesan un «período de formación de 12 días» para logar precisamente una unidad y evitar brechas que puedan comprometer en el futuro los negocios.

En este sentido se siente «afortunado y muy agradecido» a todos sus trabajadores, que reman en la misma dirección que él y que han permito a este vallisoletano triunfar en el sector de la hostelería.

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