«Los bares culturales están muy bien, pero también hay que consumir»

Pregunta.- Pintor, caricaturista, escritor y dueño de un bar. ¿Es un hombre del Renacimiento?

Respuesta- Dicen que aprendiz de mucho, maestro de nada. Siempre estoy involucrado en algo relacionado con la cultura y creo que en hacer hamburguesas también hay algo de arte.

P.- ¿Cómo ‘pinta’ la cultura en Valladolid?

R.- Los que estamos en mi situación pintamos poco. pero es lógico porque hay otras prioridades. Lo de exponer gratis en las galerías ya ha pasado a otras generaciones. En mi caso soy afortunado porque muchas de las cosas me las pagan. Hoy en día las exposiciones cuestan mucho sacarlas adelante y no encuentras quien te pague. El 90% de las cosas se siguen haciendo ‘por amor al arte’.

P.- Somos ciudad motera y ciudad del pincho. ¿Y del arte?

R.- Podemos decir que hay mucha gente con arte pero muchos lo hacen gratis.

P.- El objetivo de todo artista es tener su propia marca. ¿La tiene?

R.- Es complicado. Dejé de pintar en grande porque era como una guerra constante, nunca quedaba satisfecho con el resultado, y ahora con las caricaturas me encuentro muy cómodo.

P.- !Pero no tiene seudónimo¡

R.- Me llegó tarde (risas). Después de tantos años ya no me puedo cambiar.

P.- ¿La caricatura es el dibujo más sincero?

R.- Yo soy de no hacer llorar con el dibujo. Me gusta que sea amable y amorosa. Si alguien tiene unos dientes estropeados o la nariz grande no voy a destacar los defectos. No se puede ser cruel.

P.- Pero si lo que gusta hoy en día es la provocación.

R.- A mí ya se me acabó esa época. Hay mucha gente que lo usa para llamar la atención, pero con el paso de los años te arrepientes y te das cuenta de que no mereció la pena tanta provocación.

P.- ¿A quién le gustaría retratar?

R.- Aquí en Valladolid he hecho a muchas personas y muy conocidas. No soy yo sospechoso de ser monárquico pero viene aquí el monarca Felipe VI y estaría tan feliz de hacerlo. Lo importante es darlo a conocer y cuanto más conocido el personaje, mejor.

P.- ¿Qué político es una caricatura?

R.- Hace años que no opino de cosas políticas, pero lo que estamos viendo en Cataluña con Puigdemont no lo entiende nadie. Es una auténtica caricatura, tiene un aspecto perfecto para dibujarlo y lo que está haciendo lo agranda.

P.- ¿Teme llegar a ser una caricatura de sí mismo?

R.- Tenemos que reírnos de nosotros mismos y apartar esas malas pulgas, odios y broncas.

P.- ¿Ha vivido la censura alguna vez en sus carnes?

R.- Hubo años en los que no me dejaron exponer en algún sitio, pero poca cosa. Creo que las ideologías las tienes que expresar de otra manera. Se puede reivindicar pero con unos límites.

P.- Para la revista satírica Mongolia todo vale. ¿Para usted?

R.- Estamos en un momento complicado para el humor. Cuando tengo que decir opiniones a veces me censuro. Soy antitaurino pero me parece un horror que alguien se alegre de la muerte de un torero. Tampoco se pueden decir piropos a las mujeres. Todo eso metido en el humor quizás no sea necesario. Creo que éramos más libres hace 20 años para hacer humor.

P.- ¿Qué imagen como pintor le viene a la cabeza?

R.- Hace años pintaba mucho en negro, pero ahora me gustaría hacer algo en blanco. Hace años vi una exposición en Valladolid de un autor que me gustó mucho y casi todo era blanco, casi sin pintar. Mucha gente pensará que es reírse del espectador, pero yo creo que si el responsable de la sala acepta a un autor para que exponga puede hacer lo que quiera.

P.- Habla de reírse de los demás. ¿Joan Miró lo hacia?

R.- (Risas). El autor hace lo que quiera y si hay alguien que paga por verlo, por algo será. Hay gente que pinta muy bien pero como no tiene quien le abra la puerta se queda en nada.

P.- ¿Qué cuadro representa ahora España?

R.- Quizás uno de Goya. Nunca he sido patriota. He vivido en muchos sitios y soy hijo de inmigrante. En Canarias me trataban como un extranjero. Lo que hay que hacer es feliz.

P.- Su anterior bar ‘Eclipse’ fue una referencia para el mundo de la cultura en la ciudad. ¿Qué queda?

R.- Teníamos 20 años menos, acababa de llegar de Tenerife con mucha ilusión y demostramos que queríamos hacer algo diferente. Convertimos un bar de barrio en una alegría a diario. La época cultural es la más recordada pero no fue la mejor económicamente. Comenzamos a hacer tertulias con gente de diferentes ideas.

P.- ¿Es rentable consumir cultura?

R.- Cuando un bar cambia su trayectoria y apuesta por la cultura es porque no van bien las cosas, eso está claro. Tienes que tener suerte y que la gente que vaya allí se dé cuenta de que eso sigue siendo un bar.

P.- Pienso en el Café Gijón.

R.- Creo que solo había una mesa para hacer tertulia, el resto bebía y fumaba puros (risas).

P.- ¿Qué tiene de arte un bar?

R.- Yo sufro mucho y con la cocina más. Hay arte en todos los lados. En un café bien puesto y en el corte de una naranja para una copa. Ahora mismo la alta cocina es un arte.

P.- Explíqueme eso de cocido vegano que hay en su carta.

R.- Hemos empezado un negocio paralelo con el veganismo y hemos apostado mucho. Es un cocido normal pero todo vegetal con calabaza, boniato, zanahoria, repollo, chorizo y morcilla vegana, le echas pimentón y aceite de oliva y está buenísimo. Es un movimiento que hace pensar mucho sobre el concepto de vida y la relación que mantenemos con los animales.

P.- ¿Es más complicado lograr exponer o que salgan las cuentas del IRPF?

R.- (Risas). Hoy en día exponer en algunos sitios es fácil. Hay Centros Cívicos, bares, salas...y no te preguntan. Ylo del IRPF tengo un gestor. Prefiero no saberlo (risas).

P.- No puedo finalizar la entrevista sin preguntarle, ¿qué es el arte?

R.- Algo que se hace algo con mucho gusto y que intenta gustar a los demás.