Diario de Valladolid

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Tierras Altas es una comarca soriana marcada por la despoblación. El nombre ha cuajado, pero en realidad es un invento bastante reciente. Fue una idea de unos empresarios que querían una marca con la que vender su territorio dentro de la lucha constante para evitar la muerte de la zona por inanición, teniendo en cuenta que el único alimento posible para mantener con vida a los pueblos son las personas. Lo de Tierras Altas cuajó y hoy la comarca es conocida por todos con ese nombre. Uno de los impulsores de esa idea fue Carlos Martínez Izquierdo, que decidió, junto a otros tres socios, crear una empresa en su pueblo, San Pedro Manrique, conocido en toda España por el paso del fuego. Allí se mantiene embutidos La Hoguera. Uno de sus objetivos era la creación de empleo para poder mantener el desarrollo en el medio rural. Nacida en 1986, después de haber comenzado 10 años antes la construcción de sus primeras granjas, la empresa está presente en toda la cadena, desde la producción del ganado porcino hasta la transformación de los productos. Hoy es un referente consolidado en el sector y cuenta con casi un centenar de trabajadores. Mantenerla en Tierras Altas no fue una tarea fácil, enfrentándose a problemas como conseguir mano de, las dificultades de las comunicaciones por carretera, donde la altura obliga a un trazado sinuoso y la nieve siempre hace su aparición en el invierno para complicar más las cosas. Desde allí ha logrado acudir a mercados internacionales a pesar de que los problemas de cobertura de telefonía móvil y de internet no son una broma reflejada en la serie El Pueblo, rodada en el municipio, sino una dura realidad. Incluso la falta de infraestructuras para retener el agua que abunda invierno ha obligado no hace mucho a la empresa a prescindir de cerdos. Esa lucha y el hecho de conseguir el éxito frente a todo pronóstico convirtieron a La Hoguera en un símbolo de resistencia, en el ejemplo de que es posible la dinamización del medio rural, generando valor añadido gracias a la transformación industrial. En San Pedro Manrique, la prueba de fuego para una actividad empresarial no es el 24 de junio, la noche de San Juan, sino en el día a día. El desarrollo tecnológico, la investigación, la innovación podrían parecer inaccesibles en las Tierras Altas, pero La Hoguera ha conseguido ser puntera, tanto que ha sido el objeto de deseo de muchas empresas del sector. Hoy esa empresa inicia una nueva etapa, tras anunciarse hace unos días su venta a un potente grupo empresarial. Un temor que se produce cuando una empresa cambia de manos es que se busque la marca y la actividad desaparezca del lugar. Recuérdese Fontaneda en Aguilar de Campóo. En este caso, las perspectivas son mejores. Se mantendrá un tiempo el equipo de la firma local, que genera tranquilidad, pero sobre todo la ventaja es el arraigo de la firma con el territorio. Los riesgos existen y es tentador el traslado de la actividad transformadora, pero uno de los anclajes al territorio es que el torrezno de Soria forma también parte de su éxito y solo se puede producir en la provincia. Los cambios siempre acarrean incertidumbres, pero hay que desear que La Hoguera siga siendo un símbolo de la lucha contra la despoblación a prueba de fuego.

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