Diario de Valladolid

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…Y DIME tonto. O vago o inútil o jeta o lo que se quiera. Eso parece que deben pensar muchos de nuestros legítimos representantes parlamentarios en las Cortes de Castilla y León mientras se embolsan una pasta bajo distintos conceptos retributivos disfrazados con diferentes nombres para seguir engordando económicamente su triste e irrelevante trayectoria política. Ni las críticas unánimes de los medios de comunicación ni la lamentable imagen que están dando a la opinión pública parecen afectarles lo más mínimo cuando se trata de hacer caja a costa del contribuyente sin despeinarse.

El mamoneo de nuestras Cortes sobre complementos, dedicaciones exclusivas, sueldos bajo cuerda, dietas, asignación de coches de alta gama,,, no parece sonrojar lo más mínimo a nuestros parlamentarios que exhiben sin ningún complejo su ilimitada desfachatez. Es el más claro ejemplo de dame pan y dime tonto. Lo del Legislativo cada vez es más denigrante. Hubo un tiempo en el que el Parlamento regional al menos cuidaba las formas y la dignidad de la Institución pero, últimamente, sólo sirve para dar argumentos antidemocráticos a los más ultras y radicales que ganan adeptos a diario a costa del paupérrimo nivel de políticos que dañan con su bajeza moral e intelectual el propio sistema de representación parlamentaria.

La mayoría de nuestros parlamentarios no representan a nadie. Ni siquiera representan el digno ejercicio de la política cuyo nombre ensucian en perjuicio de quienes, en el ámbito del ejecutivo (que es donde de verdad se trabaja) ejercen una responsabilidad pública por la que tienen que rendir cuentas. Política y políticos van todos al mismo saco del desprecio sin distinguir a quienes se aprovechan indignamente de nuestro caduco sistema electoral de quienes ejercen la capacidad de gestionar recursos públicos con trabajo y responsabilidad. Algún día habrá que tomarse en serio una reforma a fondo del sistema democrático para no acabar con la propia democracia en manos de quienes, cada vez más y especialmente entre los jóvenes, apoyan a gobernantes y sistemas más autoritarios.

Por mucho que la historia se repita seguimos olvidándola con facilidad. No se trata de exagerar las cosas pero mucho cuidado porque, igual que muchos jóvenes vascos que no han conocido los tiempos de ETA apoyan políticamente a Bildu, otros muchos jóvenes a los que lo de la dictadura les suena a chino se aproximan ideológicamente cada vez más a posiciones franquistas. Ante esta deriva y con el nivel de nuestros parlamentarios cada vez es más cuestionable la ficticia división de poderes que ya no se cree nadie. ¡Muera Montesquieu! ¡Viva el Consejo de Cuentas!

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