Diario de Valladolid

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SÍ EXISTE UNA CUESTIÓN compleja y de muy difícil solución en la gestión y estrategia política en la ciudad de Burgos esta es la ordenanza que regula la colocación de las terrazas de hostelería, especialmente en el centro histórico. Me atrevo a suponer que está es también una cuestión espinosa en muchas de las ciudades de Castilla y León. No debería existir esta problemática y disparidad de criterios en una Comunidad que aspira a conquistar definitivamente el trono del turismo de interior frente a contendientes tan duros como Madrid, País Vasco, Asturias o Galicia; vecinos todos que compiten con las mismas armas que disponemos en Burgos, en Soria o en cualquiera de nuestras capitales. Particularizando en el caso de Burgos, donde se está aplicando una vuelta de tuerca a la permisividad que fue necesaria durante la epidemia del covid, la normativa que se aplica es una compactación de parche sobre parche que cuenta con la increíble habilidad de que al ser trasladada a la práctica genera multitud de casos de arbitrariedades, desigualdades y fallos multiorgánicos que tienen desesperados a multitud de hosteleros y tranquilos a los más avispados. El ayuntamiento burgalés está levantando actas para sancionar a establecimientos de hostelería por cuestiones que corresponden al propio consistorio, que incumple sus obligaciones y culpa a los hosteleros. Está validando que se eliminen terrazas de calles del centro enteras cuando a la vuelta de la esquina y en las mismas condiciones se permiten sin problema. Padrinos tengas y te casarás. Entretanto queremos ser un referente de la gastronomía, de dar la bienvenida al turista y de modernidades varias y nos estamos dejando escapar, este mandato y el anterior socialista por no retroceder mucho más atrás, el potencial de Burgos como referente internacional de gastronomía. Sin dejar de mencionar que hemos perdido completamente el tren del turismo de congresos por la torpeza, el personalismo y la vendeta del extinto partido Ciudadanos en el bipartito de Burgos que gobernó hasta 2023, consentido por sus socios socialistas. Veremos qué es capaz de rescatar el nuevo ejecutivo local, pero de momento es incapaz de dar solución a un desbarajuste tan fácil de percibir por vecinos y turistas como el de las terrazas de hostelería. Hace un año visité Bucarest y conocí sus pintorescas terrazas iglú en las que caben seis personas y tienen calefacción. Una idea estupenda, en pleno casco histórico en una ciudad con un clima con el burgalés. Además, bares y restaurantes tienen terrazas cubiertas pegadas a su fachada y repletas de turistas. Pensé inmediatamente que tanto estas como los iglús eran una solución fabulosa para Burgos, pero en ese mismo instante supe que jamás un hostelero burgalés sería autorizado a colocar algo semejante. Y lo peor de todo es tener la certeza de que este problema al aire libre y a la vista de todos nunca van a ser capaces de solucionarlo. Al tiempo.

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