AL SERENO
Hace mucho frío ahí fuera, veleta
Si hoy no fuera 28 de noviembre sino un mes después, pensaría que nos están gastando una inocentada. Pero el calendario, al contrario que en otras partes, no miente y estamos en el día en el que en el Ayuntamiento de Burgos se va a presentar una cuestión de confianza asociada a la aprobación del presupuesto de 2025 por parte de la alcaldesa, Cristina Ayala. Y todo porque Vox se empecinó, contra Dios y contra los hombres, contra conciencias y convicciones, contra viento y marea y por sus santos caprichos de que tenía que pelearse con el PP y acabar rompiendo el pacto de gobierno para dejar sin subvenciones a tres ONG que trabajan con inmigrantes. Vox Madrid, sujétame el cubata, dio orden de que por ahí no se iba a pasar y no se pasó. Se pusieron como Agustina de Aragón por 119.000 euros que les querían quitar a las ONG cuando el Ayuntamiento se ahorra el triple o el quíntuple con el trabajo que hacen con los inmigrantes y que se ahorran los funcionarios. Pero el colmo de los colmos, es que Vox toma por tontos a los votantes, a sus simpatizantes y, lo que es peor, a todos los burgaleses que son los que van a pagar el pato de la ruptura del gobierno municipal ahora que se encamina a una temporada con baches, francotiradores y estorbos. Les toma el pelo a todos porque después del sainete de Burgos, en Valladolid se han acongojado y se han callado la boquita para seguir el caminito que les marca el PP pucelano. Mucho alcalde el de Valladolid para que le toquen los presupuestos. El experimento arrancó en Burgos donde los veletas de Vox pillaron al PP con ganas de aprobar rápido las cuentas y no les quedó otra que recular y ponerse colorados de una vez en lugar de amarillos todas las tardes de tres a seis. La calle bambú de Madrid, donde Vox tiene su sede nacional debe ser ese lugar en el que los estrategas políticos van a desaprender y donde les insuflan testiculina a tope. Lo malo es que eso nubla la vista y la mirada y se hace mucho el ridículo queriendo ostentar de lo que se carece. Al final pagan el pato los burgaleses porque sus tres partidos representados en la corporación municipal están más por los autos sacramentales que por levantar los yugos que impiden que la ciudad de Burgos se desarrolle como debería ¿Quién nos pone la pierna encima para que no levantemos cabeza? Los del PP y Vox comparten el consuelo de que han sido monigotes de una pelea en diferido y en remoto mientras que el PSOE local disimula que no le han hecho ni caso en esta opereta ni se lo van a hacer. Su oferta de pactos mirando a las cámaras de tv en vez de a la alcaldesa en el último pleno le quedó un tanto sobreactuada. Pero ni de lejos se acerca al papelón de los cuatro de Vox, a los que su partido ha usado, masticado y escupido. Ahora van a notar que hace mucho frío fuera del gobierno municipal. Es lo que tienen las veletas, que el viento las menea y las deja heladas.