Lobezno o la conjura de los necios
La política es un lugar desternillante, cuando no inhóspito. La semana asomó con el galimatías de los WhastApp de Lobezno, aspirante a eterno opositor y líder incalculable, cuando no cósmico, del PSOE de Madrid. Parece que los clonan para vivir del cuento al calor de los billetes de la oposición. Todavía el propio Lobato, socio de Tudanca en la algarada contra Sánchez, no ha descifrado qué es lo que pretendía poniendo en manos de un notario el chat que se traía con una dirigente suya a cuenta de las filtraciones de Moncloa de lo del novio de Ayuso. Aparte de en manos del notario, Lobezno también se ha puesto en evidencia, si es que no lo estaba. Claro que si son estos dos, con la inestimable instigación de la asturiana Adriana Lastra, que sabe más que los ratones colorados, los encargados de derrocar a Sánchez desde dentro, a Sánchez le quedan más vidas que a un rebaño de gatos en el país de la ratas. Lobezno es la otra pata de la silla coja. Recuerden que el sainete contra Ferraz, Moncloa y Sánchez lo inauguró Tudanca por estos lares. Y cuando ya se había embarcado en la contienda y miró para atrás no había nadie para seguirle. Ni Lobato, que cuando ha visto las barbas de su compinche pelar, ha puesto las suyas en el WhatsApp. Lobato no llega a Sevilla, Y el otro, de tapadillo. En el cónclave de la capital hispalense espera el de la guadaña, bien afilada con la piedra del sanchismo, que no hace prisioneros. Al otro, al de aquí, que también tiene WhatsApp, pero no cobijado por un notario, ya le ha dado la extrema unción política al que se conoce por el capellán, pero que apellida Zapatero. En el mismo Burgos, para más señas. Podría titularse Lobezno, el otro o la conjura de los necios. Se puso nervioso el barón de Madrid cuando vio asomar la sombra de Óscar López, que es alargada, sin ser ciprés. El sanchismo que no cesa. La lluvia en Sevilla es pura maravilla, deletreaba Audrey Hepburn en My fair lady.