Diario de Valladolid

EDITORIAL

La seguridad, también un servicio público en la Castilla y León rural

Audiencia Provincial de Valladolid. J. M. LOSTAU

Audiencia Provincial de Valladolid. J. M. LOSTAU

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HAY ESTADÍSTICAS cuyo descenso siempre es una satisfacción social. Una de ellas es la de criminalidad. Apenas baja durante el primer trimestre en Castilla y León, según los datos del Ministerio del Interior conocidos ayer. Lo cual no deja de ser un aspecto positivo. No sigue creciendo como en ejercicios anteriores y mantiene una ligera tendencia descendente. Pero esa es la media de la comunidad. Frente al descenso de más del 6% en Valladolid, la provincia más poblada y con la ciudad más grande en habitantes, está el desmedido crecimiento de Soria, la provincia menos poblada y con la ciudad más pequeña en habitantes. ¿Qué quiere decir esto? Simplemente lo que llevamos advirtiendo hace tiempo, que no sólo la sanidad y la educación son servicios esenciales en el medio rural. La seguridad también lo es. Es un elemento fundamental para que los ciudadanos apuesten por los pueblos y la España rural como lugar en el que establecer su residencia.

En los últimos años, ya desde los tiempos de Rajoy, se ha mermado la presencia de la Guardia Civil en los pueblos. La Guardia Civil siempre ha sido un componente fundamental que aporta seguridad a los habitanes del mundo rural. Sus cuarteles, sus puestos, sus patrullas, sus antes. La Guardia Civil forma parte ineludible de esa escena singular que es el mundo rural. Y la gente se siente más segura si sabe que una ‘pareja’ patrulla de cuando en vez por sus pueblos. Porque no es sólo patrullar. La ‘pareja’ son los ojos y los oídos de la seguridad. Los agentes que conversan en la cantina, en la plaza o en la playa fluvial sondean así la presencia de elementos extraños o de alteraciones en el orden normal. Y así es como se anticipa la seguridad al delito. Así con el claro elemento disuasivo que proporciona ver guardias civiles por las carreteras y las calles de los pueblos.

Y eso se ha minorado, desde los tiempos de Rajoy, incluso de Zapatero, y no ha regresado, por mucho que se empecine la delegada del gobierno, que, por cierto, es soriana, en alegar estadísticas de plantillas. Los ‘cuarteles de cartón’, como define la jerga de los propios agentes, esos puestos que atienden un par de horas algunos días de la semana, a parte de sólo cumplir la función estética que busca la Dirección General de la Guardia Civil, son una señal inequívoca para la delincuencia que se ceba en el medio rural de que esos territorios están desprotegidos. La Guardia Civil debe volver al territorio. Es un servicio público imprescindible del que no se ocupan ministras como Teresa Ribera, siempre dispuesta a difundir algún bulo contra Castilla y León.

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