Diario de Valladolid
José María Sánchez. TWITTER FRANCISCO IGEA

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EL NIVEL DE degradación de las inauditas Cortes de Castilla y Pollán nuestras de cada día no conoce límites, como Fernando Alonso. Y eso que parecía difícil que alguien pudiera llevar más lejos a la institución después del paso de Luis Fuentes, un inaudito presidente por obra y gracia del extinto Ciudadanos. Aunque la verdad es que no extinto, a veces es blanco, o azul, en función de donde caigan los billetes. Caen billetes en las listas de Feijóo y llegan al calor glorias liberales como la que fuera diputada por Burgos un rato, Aurora Nacarino. Billetes. Estos son sus principios y no tienen otros. Pues cuando parecía que nada podía ser más inaudito en las Cortes, aparece un procurador del PP, de Salamanca para más señas, y considera que calificar de inaudita una propuesta inaudita, fundamentalmente porque el PP proponía un protocolo que lleva en marcha en la Junta 13 años sobre salud bucodental, es un insulto. ¿Pero quién ha dejado subir a este cacho analfabeto al estrado? Raúl de la Hoz (y el Martillo Pilón) debería controlar un poco más las funciones de su bancada, especialmente ahora que se queda sin su lugarteniente Ángel Ibáñez, ascendido al Congreso por obra y gracia de Herrera. El nivel del hemiciclo es el que es, en todas las estancias, por eso algunos sólo deben estar y acudir para levantar la mano cuando les manden, previo cobro de la billetada limpia de polvo y paja. Es el caso del inaudito parlamentario José María Sánchez Martín, que se siente violentado por un adjetivo inocuo. Antes de pronunciarse que revise en la RAE lo que es inocuo. Este es uno de esos casos, junto al del plácido Luis Fuentes, que certifican que lo que la naturaleza no da, Salamanca no lo presta. Que no vuelva a subir a la tribuna, discurso en ristre, que acabará mancándose. Lo de las Cortes, además de ser la institución más degradada de Castilla y León, va camino de chiringuito cósmico.

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