Turismo intensivo y extensivo
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TOMO el camino. No cojo senderos. A vueltas con el consumo de carne, con la ganadería extensiva e intensiva y las macrogranjas, palabro mayúsculo que sigue sin pasar aún el cedazo de la RAE y la normativa sanitaria animal. Eso sí, a los habitantes de Noviercas les están sonando los oídos estos días de lo lindo, a los pies del Moncayo. Al menos servirá para leer a Gustavo Adolfo, visitar su museo y conocer a Casta Esteban y a Valeriano Bécquer, que también pinta. Igual hasta os encontráis una corza blanca por ahí.
¿Qué diría el enamorado poeta sevillano de que se mezcle lo romántico con las ordeñadoras? Ahí lo dejo. Volvamos a las ocurrencias ministeriales. Gracias a «la garzonada», resulta que nos hemos dado cuenta que somos importantes y necesarios por nuestras cabañas de porcino, blanco e ibérico, de vacuno (con razas autóctonas), de caprino y de ovino, o sea, que somos los más de lo más en España y nuestra industria cárnica, el motor económico más importante del sector agroalimentario, con un claro liderazgo nacional. No creo que sea necesario decir que todo ello tiene que ver con el medio rural y que todos juntos impiden la despoblación. Creo que ya, ahora, sin perder más tiempo, deberíamos abrir las puertas de nuestras granjas de par en par, cooperativas, industrias cárnicas y las cancelas de los prados donde rumia y ramonea nuestra cabaña. Y así comprobar que ganaderos e industria alimentaria llevan años demostrando la calidad, cumpliendo todas las normativas sanitarias.
Y, por ello, se cierran decenas de explotaciones familiares ganaderas. Porque no pueden más. Por lo tanto, puertas abiertas para que el común, al que le tenemos confundido, compruebe que las cosas se hacen bien y que nadie pretende acabar con el planeta. Puertas abiertas ya. Y el que no quiera abrirlas, para eso están en nómina los inspectores y veterinarios, para levantar acta. Ni un minuto más con la duda sobre nuestros ganaderos de intensivo y de extensivo. Y eso sí, después de ver lo bien que lo hacemos: a pagar por ello. Si no queremos que en breve desaparezcan pichones, conejos, pollos, patos, potros, ovejas, cabras, vacas, caza, pavos y cerdos blancos e ibéricos de nuestra tierra. Porque entonces comeremos arroz solo, como los chinos. Puertas abiertas ya. Hala, a Fitur con nuestra oferta de turismo intensivo y extensivo. Lo petamos.