Diario de Valladolid

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SI ALGO ha dejado claro el 14º Congreso del Partido Socialista de Castilla y León es que el liderazgo de Luis Tudanca y su cohorte de apoyos es tan acérrimo en la Comunidad como su estrecha vinculación con el líder estatal de los socialistas, Pedro Sánchez. Tudanca y el clan de los socialistas burgaleses, representado por los aparatchik que copan las estructuras de mando en el partido en Burgos, caminan a la sombra del secretario federal, prietas las filas con el presidente del Gobierno. Sánchez pagó esta fidelidad con su presencia en el congreso que revalidó el mandato de Tudanca por otros cuatro años, derrochando aprecio y respaldo a la gestión del burgalés. Fue evidente lo cómodo que se encontró Pedro Sánchez en el Forum Evolución de Burgos, rodeado de partidarios, sin atisbo de desafecciones o desavenencias. Todos los delegados que acudieron el sábado pasado al Congreso aplaudieron sin fisuras los discursos del leal Tudanca y el magnánimo Sánchez. Les faltó hacer la ola. Ya el domingo, el día de votaciones, Tudanca pudo disfrutar de la gloria de llevarse de mano un congreso prácticamente a la búlgara, con más del 96 por ciento de votos favorables a su nuevo proyecto político. Lejos queda aquel fin de semana en el auditorio de la Feria de Muestras de Valladolid en el que se fraguó su asalto al poder autonómico en corrillos y corredores. Política de pasillo y pactos de café. Un congreso de los de antes en el que nada estuvo seguro hasta última hora. Siete años después, Luis Tudanca está a punto de convertirse en el más importante secretario general de los socialistas castellano leoneses en toda su historia. Si completa su mandato, cosa harto probable habrá superado al histórico y muy querido Chuchi Quijano, apreciado por su inteligencia política y bonohomía incluso entre sus oponentes políticos, al frente de la nave socialista de Castilla y León. Claro está, por tanto, que Tudanca cuenta con el apoyo total y absoluto del PSOE territorial y federal y, por tanto, tiene las manos libres para definir el proyecto político para convencer al electorado de que vuelva a confiar mayoritariamente en su persona y le voten para ganar de nuevo las elecciones autonómica, que es su indisimulado objetivo en su tercer mandato. Pero la calma interna, imprescindible para que pueda construir su estrategia electoral, no es vacuna contra el incierto panorama político con el que se tendrá que enfrentar, sean las elecciones el año que viene o dentro de dos. Con mutaciones del clima electoral más imprevisibles y dañinas que las del coronavirus, Tudanca está como en su primer mandato, dependiendo del resultado de otros. La pelota está en el campo de Alfonso Fernández Mañueco y por muy buen delantero que sea Tudanca, que lo es, este partido lo tiene que perder su rival más que ganarlo él.

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