El drama que no cesa
«TEMO más al desempleo que al virus». Lo decía hace unos días un trabajador de reparto de comida a domicilio con hijos pequeños y mayores a su cargo. Seguramente no refleja lo que está hoy en la mente de la mayoría de españoles que vive con resignación en estos días la amenaza de la muerte o el fallecimiento silencioso de sus seres queridos sin poder rendirles el homenaje que se merecen.
Las secuelas macroeconómicas de este drama nacional, autonómico y local asomaban ayer a la ventana informativa de esta sociedad que vive un eterno confinamiento con la esperanza de que las consecuencias del coronavirus se frenen de una vez.
Castilla y León suma 152.000 trabajadores con expedientes temporales de regulación de empleo, casi los mismos que parados registrados en las oficinas del Servicio Público de Empleo. Las cifras macro son tan provisionales y superficiales que difícilmente recogerán con fidelidad los sentimientos, inquietudes e incertidumbres que estos días afloran en nuestros hogares.
No me cabe duda de que pronto empezaremos a ver síntomas de recuperación. La entrega y la generosidad de los héroes que reciben cada día el aplauso social asentarán un cambio radical en la percepción de sus tareas: sanitari@s, cuidador@s, cajer@s y limpiador@s escalaran ya en el podio social junto a un ejército anónimo de empleados públicos que sostienen nuestro estado del bienestar.
Por el contrario, esos mezquinos que son incapaces de valorar con rigor el escudo social que el Gobierno ha aprobado para los más vulnerables se fotografían cuando el espejo les pone ante el silencio cómplice de la última crisis que ganaron las élites a las que antes defendían y ahora tratan de proteger con disimulos hipócritas.
No se puede bajar la guardia. Hay una minoría de intelectuales y medios, que callaron cuando se esquilmaba la sanidad y se impulsaba la mercantilización de las residencias de ancianos, que aún tienen la poca vergüenza de torpedear cualquier medida social que alivie a los que peor lo van a pasar. Su relato caduco se disfraza de democrático y pretenden monopolizar el relato de la verdad. Es el otro drama que no cesa, el de que quienes siempre defendieron menos estado para que parte de los servicios públicos se convirtieran en negocios privados. Rescatar a lo más vulnerables, prohibir desahucios, impedir despidos, ampliar moratorias de pagos a la Seguridad Social, autorizar subsidios a quien no acceda al paro… Todo eso les molesta. Se les ve el plumero.