Diario de Valladolid

EDITORIAL

Buena licitación pública, pero es obligado rematarla

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LA CÁMARA de Contratistas de Castilla y León ha certificado que la licitación de obra pública en la Comunidad tuvo un buen comportamiento el pasado año, alcanzado una cifra que califica de «histórica» hasta el punto de que la oferta de proyectos de las administraciones durante 2019 fue la mejor de los últimos ocho años.

Es una buena noticia para Castilla y León que la obra pública no pare, dado que tiene un componente de arrastre y dinamización del resto de la economía. Si la obra pública funciona se inyecta financiación que repercute en todos los sectores y de eso, por lo tanto, hay que felicitarse.

Pero más allá de las frías estadísticas, que realizan una foto fija de un momento del proceso de desarrollo de una obra, hay que ver todas las fases en su conjunto, desde que se aprueba el proyecto hasta que se concluye y Castilla y León tiene experiencia de que, más allá de las licitaciones, las obras acaban embarradas por la burocracia, los incumplimientos o simplemente la falta de voluntad política.

El mayor licitador de la Comunidad es la Administración central, la cual precisamente no se cubre de gloria ni con su actividad propia ni con la de sus entes. ¿De qué sirve que se licite si las obras son el cuento de nunca acabar? En la mente de todos los castellanos y leoneses están proyectos de envergadura, tan necesarios para el desarrollo y la generación de oportunidades y que ahí siguen inconclusos, pese a que estadísticamente fueran licitados en su momento.

Y no son proyectos cualquiera. Son precisamente los proyectos estratégicos de desarrollo de la Comunidad, aquellos de los que emanan proyectos menores que los ramifican y desarrollan. Por eso el parón de grandes obras de infraestructura no solo afecta a cada obra singularmente sino a otros proyectos y, sobre todo, a los territorios que abarca, directa e indirectamente.

Por poner unos ejemplos, ahí sigue el proyecto varado de la llegada del AVE a Burgos, por no hablar de los retrasos de la Autovía del Duero, la A-11, la León-Valladolid y la Variante de Pajares, todas las cuales acumulan retrasos no de meses, sino de años. Todas estas grandes infraestructuras por carretera o ferrocarril entraron en un limbo por la falta de transparencia del Ministerio de Fomento o de entes como Adif, cuando no se dan plazos que una y otra vez se incumplen.

No basta con unos buenos datos de licitación, que son meritorios, pero mejor le iría a Castilla y León que las administraciones encargadas de desarrollar las obras las terminaran. Tanto o más importante que la licitación es la adjudicación y ejecución de los trabajos en tiempo y forma, solo así las administraciones ganarían credibilidad y prestarían un servicio a todos.

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