Diario de Valladolid

Redacción de Valladolid

Los más peligrosos

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HOY más que nunca hay que rendir homenaje a los indignados y a los decentes. Dice la filósofa danesa Joke J. Hermsen que la epidemia de depresión y el miedo ayudan a explicar el auge de la extrema derecha. Por eso, es necesario levantar banderas de indignación contra los indecentes que frenan el progreso y la felicidad de las mayorías en este rebrote autoritario que empatiza con los gurús económicos para que domine la sumisión.

Viene a cuento esto porque la derecha sigue atragantada en la difícil digestión de su derrota electoral y la posterior formación de un gobierno de coalición con un programa social. A la demostrada indecencia de los Casado, Abascal y Arrimadas en el debate de investidura se suma la censura educativa de ese ‘pin parental’ que pretende impedir la formación en valores de igualdad, la lucha de raíz contra el machismo y la siembra de semillas imprescindibles para frenar la violencia de género que tanto terror provoca en muchas mujeres.

Menos mal que el presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco (PP), se ha desmarcado de su jefe en este intento anticonstitucional de involución sobre la propiedad de los hijos donde Casado se sube al carro de Vox en esa táctica que ya le caracteriza de vaivenes del centro a la extrema derecha y de la extrema derecha al centro.

Enfrente, decisiones pragmáticas para las mayorías. Insuficientes, pero que marcan huellas de progreso y decencia: subida de pensiones, aumento del salario de los funcionarios e incremento del salario mínimo interprofesional. En total, medidas para favorecer a cerca de diez millones de personas. Si esto se produce a quince días de la investidura del presidente Sánchez, en un difícil gobierno de coalición, ¿cómo es posible que a seis meses de constituirse, el gobierno de coalición de Castilla y León no sea capaz de despertar del letargo con medidas para la mayoría distintas a bajar los impuestos a los ricos?

El semestre de este Ejecutivo autonómico deja pocas alegrías para los más necesitados. A la Junta le falta la sana ambición con los decentes. Ni siquiera ilusiona a los poderosos.

La Comunidad vive más de las herencias de Herrera (PP) que de las expectativas de Mañueco e Igea. El primero, carente de una estrategia económica clara para crecer y frenar el deterioro regional. El segundo, gastando sus energías en las redes sociales y en su ego divino ahora para liderar Ciudadanos. No sé qué es peor. Manuel Ríos en ‘La huella del mal’ dice que «a algunos seres humanos les encanta jugar a ser dios» y que «esos son los humanos más peligrosos». Sobre todo, porque se olvidan de los demás.

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