De cuernos y tricornios
UNO DE LOS DEPORTES nacionales y prácticas universales -están a la orden del día- es el de los cuernos, tanto en el sentido fisiológico del término, como en la acepción que tiene en el ámbito taurino. Aunque, quizás, también se puede relacionar con los empitonamientos políticos que están de moda en las -cansinas- contiendas electorales que se han convertido en el pan nuestro de cada día.
El asunto de los unicornios es otro cantar. Nunca he visto ninguno. La única relación que he tenido con ellos ha sido a través de la literatura fantástica. Leí con mucha fruición, la novela En Busca del Unicornio, obra del escritor urgabonense de género histórico, Juan Eslava Galán. Fue galardonada con el Premio Planeta en 1987. Este mismo autor ha comenzado una serie de ensayos sobre los pecados capitales en la cultura española. Son muy curiosos e interesantes. De momento ha publicado dos, uno dedicado a la Avaricia y otro a la Lujuria. Le falta comentar y explicar el pecado por antonomasia de los españoles, la envidia, si bien, para ello, necesitará para comentarlo, glosarlo y concluirlo, como los gatos, siete vidas.
Sobre los tricornios todos hemos tenido alguna experiencia. Este año que terminamos se está conmemorando el 175 aniversario del Instituto armado español por excelencia, la Guardia Civil. Fue creada por Decreto de 28 de marzo de 1844 y dirigida e impulsada por D. Francisco Javier Girón y Ezpeleta, II Duque de Ahumada. Popularmente conocida como la Benemérita, forma parte de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Su labor está destinada, principalmente, a mantener el orden público en las zonas rurales y a vigilar las fronteras marítimas y terrestres, carreteras y ferrocarriles. Son los CSI españoles. Hacen auténticas virguerías con muy pocos medios.
En los últimos tiempos están realizando otros trabajos que cumplen con profesionalidad y eficacia. Me refiero a la existencia de dos Departamentos cuya labor pasa desapercibida. Uno es la unidad central operativa especializada en la investigación y persecución de las más graves formas de delincuencia y crimen organizado, nacional e internacional, delitos de corrupción política incluidos. Especial importancia por sus repercusiones en la opinión pública es la sección de lucha contra los delitos por internet y otros medios telemáticos. El otro Departamento, apenas conocido, es la unidad dedicada a la recuperación del patrimonio histórico-artístico robado. Pocos han sido los actos conmemorativos que se han realizado para el reconocimiento de la ingente tarea que -silenciosamente- desarrollan. Su existencia es necesaria e imprescindible en estos momentos convulsos de la historia y vida política española.
De entre los cuernos, los unicornios y los tricornios, me quedo -de momento- con los tricornios.