Diario de Valladolid

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Posiblemente se considera rancio hablar de moral cuando el debate está en si las conductas son ajustadas o no a la legalidad. En el caso de los ex jugadores de la Arandina, sorprende la reacción popular de apoyo a los condenados en primera instancia, considerados inocentes por dichos manifestantes, a pesar de que algunos hechos demuestran que la total inocencia es imposible en este caso. «No han hecho nada», se ha escuchado. Pues sí que lo han hecho, sea dentro o fuera de la ley. Tuvieron relaciones sexuales con una menor cuyo consentimiento, en el que caso de que se hubiera producido –la sentencia señala que no lo hubo– no sería válido. La protección de los menores en España hace que si un mayor de edad tiene relaciones con alguien de menos de 16 años se considera violación aunque no hubiera ninguna violencia por medio sino consentimiento, porque no sirve. Salir, por tanto, a defender tan fervorosamente a los condenados, parece un poco raro. Y entrando ya en la que puede ser considerada, desgraciadamente, una visión rancia, la catadura moral de los futbolistas deja mucho que desear, porque, aunque no hubieran cometido delito alguno, las relaciones que buscaban con la menor eran del todo humillantes para la niña, dado que la consideración que hacían de ella era la de un mero objeto. Es triste comprobar que a un numeroso grupo de arandinos ni siquiera les parezca mal ese comportamiento. Deben ser nuevos tiempos en los que uno empieza a quedar obsoleto, porque parece anticuado quien aspira a que la sociedad mantenga unas normas morales básicas que contribuyan a reforzar la dignidad de las personas, empezando por el respeto a los otros. Si empieza a parecer bien que a una niña se la trate peor que a un trapo porque consienta –que no es el caso, según la sentencia– el camino no es halagüeño. Será un pensamiento rancio, seguro, en los tiempos en los que el humanismo está en declive. ¿Cómo se puede tener empatía con quien no tuvo ninguna con la menor? Pues se tiene y ni siquiera se respeta el procedimiento judicial, no se espera a que se resuelvan los recursos. Se ensalza a los condenados y se criminaliza a la víctima, de quien ni se presume la inocencia. Que digan las instancias superiores si la sentencia acierta o no en la condena a los ex jugadores arandinos, pero su catadura moral no admite recurso alguno y, de alguna manera, quienes se manifiestan a su favor demuestran estar en el mismo nivel. Pero es cierto, eso es cada vez menos relevante.

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